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EL BILLETE / OPINIÓN

Lo que falta por saber de Valmor

15/10/2017 - 

VALÈNCIA. En este periódico nos resistimos a que lo de Cataluña, por mucha crisis de Estado que sea, sepulte la actualidad informativa valenciana hasta el punto de que no se hable de otra cosa. Por fortuna, Rajoy concedió a Puigdemont un plazo perfectamente ajustado al españolísimo puente del Pilar para dejar en suspenso el conflicto hasta este lunes, lo que nos da ocasión de escribir de cuestiones importantes ajenas al procés sin que parezca una extravagancia o le tilden a uno de equidistante.

Por ejemplo, el caso Valmor, del que el otro día se levantó el secreto del sumario. Los cinco tomos que acumula la causa son de lo más entretenido y revelan hasta qué punto nuestras autoridades y sus amigos pisotearon la ley para ganar votos y dinero.

Testimonios de unos y de otros que dejan en muy mal lugar a Francisco Camps. Recomendable lectura para esos columnistas de otras galaxias que todavía defienden al expresidente porque el jurado le absolvió –5 a 4– en el caso de los trajes, como si el resto de su gestión no estuviera repleta de informes de interventores o de testimonios ante jueces y fiscales de quienes estuvieron en el ajo que son irritantes para quienes aún estamos pagando la fiesta, que somos los valencianos.

Como si tres vicepresidentes imputados –uno de ellos condenado–, un conseller en la cárcel, varios investigados y toda la cúpula del PPCV bajo su presidencia también imputada –excepto él– no significase nada. Como si ante su implicación en el caso Valmor, donde Camps sí está imputado junto a su amigo Aspar y la exconsellera Lola Johnson, solo cupiera hablar de presunción de inocencia.

Recomendable leer, sobre todo, el tomo dos. Basta con el tomo segundo, en el que, como en esos documentales históricos elaborados a base de testimonios, la Fiscalía apenas tiene que conducir un relato de los hechos acontecidos entre 2006 y 2012 construido con las declaraciones de los imputados y testigos y con informes de interventores, Policía o abogados. Camps, Ecclestone, Aspar, Fernando Roig, Belén Reyero, Luis Lobón, Facundo García de la Cuadra… Pasen y lean.

Aspar, Roig, Barberá, Ecclestone, Camps, Rambla y Belén Reyero, en 2008. Foto: EFE

Cada uno da su versión pero coincide en líneas generales el relato de un acuerdo entre Camps y Ecclestone para traer a València la F1 y la constitución de una empresa tapadera –Valmor Sports– creada ad hoc, con tres socios seleccionados por Camps –Aspar, Bancaja y Fernando Roig–, para burlar los controles de la administración y poder mentir a los valencianos –a 17 días de las elecciones de 2007– asegurando que esto era un acuerdo entre empresas privadas que no iba a costar ni un euro a la Generalitat. 

Coinciden los testimonios en que Valmor no tenía capacidad ni autorizaciones para organizar ningún gran premio, por lo que desde el primer año encargó la tarea a la empresa pública Circuito del Motor –gestora del Circuito Ricardo Tormo de Cheste–, a la que, también desde el primer año, no pagó por los millonarios servicios prestados. Unos servicios que incluían toda la organización excepto la venta de entradas y la instalación de la gradas, detalle sobre el que volveremos al final. El precio de dichos servicios se estableció en "una contraprestación razonable y equitativa", lo que llevó a la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) a considerar el contrato nulo "por indeterminación de la prestación a cargo de Valmor" (artículo 1.261 del Código Civil).

Coinciden los protagonistas en que para el segundo gran premio, en 2009, el Consell salió al rescate de Valmor Sports y se obligó a pagar su canon anual a Ecclestone –24 millones de dólares, en ascenso año a año– a cambio de nombrar a la Generalitat coorganizadora con la siguiente división de tareas: la sociedad pública Proyectos Temáticos (SPTCV) pagaría el canon y Valmor se encargaría de todo lo demás, que derivaba a Circuito del Motor mediante el mencionado contrato fraudulento. Según la IGAE, la contraprestación para la Generalitat era en realidad inexistente, motivo por el cual este contrato también es nulo. El contrato, por cierto, lo firmó por parte de SPTCV Eusebio Monzó, quien declaró a la Fiscalía que la orden partió de Gerardo, que, como en otros casos abiertos, pasaba por allí.

Añaden los testigos que cuando llegó la crisis y Valmor Sports entró en quiebra técnica –seguía sin pagar a la Generalitat– Francisco Camps volvió a salir al rescate, esta vez con una huida hacia delante propia de quien vive fuera de la realidad. Fue tras el Gran Premio de 2011, con Camps recién reelegido pero cuestionado por el asunto de los trajes. El presidente y Ecclestone pactaron una prórroga del contrato que finalizaba en 2014, elevando el canon y con otra inexplicable concesión a la empresa privada que dirigía Aspar. La Generalitat sustituía a Bancaja –socia de Valmor– como avalista de la empresa a cambio, una vez más, de nada. 

Roig, Camps, Ecclestone y José Luis Olivas, en 2007. VP

Por tercera vez, la IGAE declara nulo el contrato porque la Generalitat no puede avalar a una empresa privada y porque el aval se firmó saltándose todas las normas administrativas. Y encima, con una firma falsa.

La firma falsa

La falsificación de la firma de Nicolás Figueras, presuntamente realizada por Belén Reyero, mano derecha de Camps en lo concerniente a la F1, es el remate de una actuación indigna del presidente, quien dimitió al día siguiente por el asunto de los trajes. Figueras era director general de SPTCV y estaba de luna de miel cuando a Camps le entró prisa por firmar el nuevo contrato, pero ese contratiempo no iba a retrasar el nuevo acuerdo con Ecclestone. La rúbrica del novençà figuró en el contrato, pero, al regresar de sus viaje, Figueras –en la actualidad, socio de Reyero– se negó a reconocer la firma y a ratificar el documento.

Todavía hay un cuarto acto que la IGAE considera nulo, ya en época de Alberto Fabra. Se trata del acuerdo de compra de Valmor Sports por un euro y su posterior fusión con Circuito del Motor, que la absorbió. La operación fue avalada por sendos informes de Garrigues y Broseta –poca broma–, pero el interventor estatal dice que el motivo de la operación era falso, que lo aprobó un órgano sin competencias para hacerlo –correspondía al Consell– y que el precio de compra en ningún caso podía ser superior al valor teórico de la empresa adquirida. El precio fue un euro y el valor teórico era -23,99 millones de euros.

A la IGAE cabe preguntarle, con música de El Último de la Fila, dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité. El informe en el que considera nulos de pleno derecho los cuatro contratos firmados entre 2007 y 2012 que tanto dinero costaron a los valencianos es del 16 de diciembre de 2014, cuando ya estaba todo el pescado vendido y las comisiones repartidas.

Lo que no se cuenta

Todo eso y mucho más contienen los cinco tomos del sumario que ya conocemos, pero queda por conocer algo no menos interesante. Como se ha dicho, en 2008 Valmor Sports dejó toda la organización en manos de la empresa pública Circuito del Motor, excepto dos cosas: la venta de entradas y el montaje de las gradas. 

La venta de entradas fue mucho peor de lo esperado y Valmor acabó compartiéndola con Circuito del Motor. Aunque parezca mentira, la Fiscalía tampoco ha sido capaz de determinar cuántas entradas se vendieron en cada uno de los grandes premios. Lo más aproximado que tiene es un estudio sobre el impacto de la prueba realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), al que no le dieron los datos a pesar de que el encargo partía de la Generalitat. 

En lugar del dato de entradas vendidas, al Ivie le dieron el de "ocupación", que incluye el personal de la organización y de los equipos trabajando en el circuito, así como los invitados. Además, José Puentes, director de mercadotecnia de Circuito del Motor, se negó en su día a aclarar si era cierto que empresas públicas de la Generalitat, la Diputación y el Ayuntamiento, así como Feria Valencia y empresas privadas, había comprado decenas de miles de entradas que luego regalaron para tapar el fracaso.

Otra pregunta es: si Valmor Sports recaudó millones de euros en entradas y no pagó el canon a Ecclestone –salvo el el primer año–, ni devolvió un euro de los 8 millones prestados por el IVF ni de los 6 prestados por Bancaja, ni pagó a Circuito del Motor por la organización, ¿a dónde fue el dinero?

Una parte sí sabemos en qué se gastó, en la contratación del montaje de las gradas, la otra tarea que se reservó la empresa dirigida por Aspar. El sumario apenas recoge que el primer año se gastaron 4,8 millones y que el contrato se firmó por siete años. Quizás en alguna otra parte aún bajo secreto figure si es cierto que, según publicó Paco Larrey en un artículo en Levante el 21 de septiembre de 2008, la empresa suiza que ponía gradas en toda Europa a unos 20 euros por asiento había visto cómo Valmor las pagaba en València a más del doble.

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