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LOS DADOS DE HIERRO / OPINIÓN

Lo que trae 2024

Foto: KIKE TABERNER
7/01/2024 - 

Año nuevo, predicciones nuevas. Hace un año yo decía que Sánchez seguramente iba a extender la legislatura al límite, ya ven lo acertado que estuve. Por suerte, hacer predicciones en prensa no cuesta nada.

Tras la montaña rusa electoral de 2023, resulta que 2024 trae ¡una nueva montaña rusa electoral! Y eso a pesar de que en el nuevo año la mayoría de nosotros solo votaremos en las elecciones europeas. Pero eso no significa que los partidos se hayan relajado. Especialmente los pequeños, para los que estas elecciones, sin aparentemente mucho en juego y sin voto útil, suelen ser la gran ocasión para brillar. Recordemos que Podemos dio el gran salto en las europeas de 2014.

Hablando ya de Podemos, echemos un vistazo a su errático deambular desde mayo pasado. Tras la debacle de las elecciones locales, que se saldó con la pérdida de numerosos ayuntamientos y varias autonomías para la izquierda, y en el caso de Podemos además con la pérdida de representación en muchos sitios, la directiva de Podemos pensó que las elecciones del 23J también estaban perdidas y que iba a gobernar Alberto Núñez Feijóo. Al mismo tiempo, había en toda la izquierda un clamor por la unidad y por enterrar las peleas faccionales, a las que muchos veían como la causa de la derrota. El guion, para Podemos, se escribía solo: primero, ceder al clamor por la unidad e integrarse mansamente en Sumar para así lograr una representación parlamentaria que diese visibilidad; segundo, con los puestos asegurados dar una campaña de perfil bajo para que la derrota se asocie más a Yolanda Díaz y menos a Ione Belarra e Irene Montero; tercero, salirse de Sumar con el pretexto que sea; cuarto, ser la oposición al PP más dura de todas, denunciando a los demás como blandos y acomodados; para, quinto, convertir las elecciones europeas de junio de 2024 en un plebiscito dentro de la izquierda y quedar por encima de Sumar/Más Madrid/Compromís; y así, sexto, negociar una nueva alianza electoral de izquierdas para las próximas generales desde una posición de fuerza.

Un plan sin fisuras, pero que no contaba con Pedro "Perro Sanxe" Sánchez. Contra todos los pronósticos, el candidato socialista dio la vuelta a las encuestas, y posteriormente armó una mayoría absoluta en el Congreso para su investidura. Y Podemos se encontró en fuera de juego, con un guion inútil. A falta de ideas, parece que han intentado seguirlo sin más, con las adaptaciones mínimas imprescindibles: primero, sometiendo a una votación interna si los diputados de Podemos debían apoyar la investidura de Sánchez (diputados obtenidos, recordemos, dentro de una plataforma, Sumar, que se presentó inequívocamente comprometida a continuar el gobierno de coalición con Sánchez), luego exigiendo la vuelta de Irene Montero al gobierno como excusa para salirse del grupo parlamentario (esto ya no se sometió al voto de los militantes), y finalmente buscando cualquier punto de roce para criticar al gobierno.

Foto: DIEGO RADAMÉS/EP

Todo esto forma parte del guion de ser la oposición izquierdista al gobierno y con ello lograr un buen resultado el próximo junio. Contra un gobierno del PP sería más fácil, aquí en cambio está el problema de que los diputados de Podemos, efectivamente, importan, y pueden tumbar leyes. Y quizás los votantes de izquierdas ya saben cómo se las gasta el PSOE y los sapos que te hace tragar el pactar con ellos, pero tampoco apreciarán que se torpedee a la única administración en manos de la izquierda solo por golpearse el pecho y proclamar que se es más de izquierdas que esos sucios revisionistas.

Especialmente ridículas han sido las críticas por la actitud de Sánchez ante el gobierno de Israel: mientras los israelíes y sus aliados occidentales pintan a Sánchez como poco menos que militante de Hamás, Belarra afirmaba que "no ha ido lo bastante lejos". Y es cierto que mientras Sánchez critica, España sigue comerciando material bélico con Israel, ¡pero esas compras y ventas se aprobaron en el mismo consejo de ministros donde se sentaban las mismas Belarra y Montero que ahora las critican! Yolanda Díaz, más pragmática, prefirió hablar de que "ha llegado la hora de reconocer al estado de Palestina". Y es que Sumar también se va a tomar las europeas como una posibilidad de reafirmar su planteamiento "colaboracionista" frente al "extremismo" de Podemos.

Foto: ALEJANDRO MARTÍNEZ VÉLEZ/EP

En el otro lado, el PP también encara las europeas de junio como una oportunidad. En su caso, de deshacerse por fin de ese molesto compañero de viaje que es Vox. Vox ha hecho imposible cualquier pacto de la derecha centralista con las derechas nacionalistas (PNV… o Junts, que a la hora de la verdad el PP no le haría ascos), sin aportar los suficientes votos para montar una mayoría absoluta. Si en junio Vox quedase claramente superado por el PP, perdiendo posiciones y cayendo incluso por debajo del 8-9%, el PP podrá vender que "Vox nos impide ganar" y que hay que impulsar entre todos la lista más fuerte o Sánchez será eterno. Por eso ahora mismo el PP está siendo más voxista que Vox con la amnistía, pero si todo sale bien en un año Feijóo ya habrá pasado página de "esa ley que usted me está hablando". Otra cosa es que los frutos de ese giro todavía los vaya a poder recoger él, ¡de repente hay mucha gente en su partido a la que le gusta la fruta!

Foto: EFE/SERGIO PÉREZ

Más al norte, en el País Vasco hay elecciones autonómicas (aún sin fecha, pero quizás se hagan coincidir con las europeas), con un enfrentamiento entre PNV y EH Bildu que se intuye ajustadísimo. En las generales, el PNV apenas sacó 1.106 votos más que los abertzales, que llevan muchos años en ascenso, alejándose de contenidos y candidatos de tiempos pasados. Dado el peculiar sistema electoral vasco (25 diputados por provincia, aunque Vizcaya tenga el triple de habitantes que Álava), el PNV seguramente tendrá más escaños incluso si pierde en votos, pero esto ya sería un considerable borrón en el oasis vasco. El PP, por su parte, tendrá aquí otra oportunidad de triunfar sobre Vox si este pierde su único diputado. Incluso, si PNV y PSOE no suman la mayoría absoluta (doy por descontado que el PSOE apoyará al PNV, que siempre ha sabido cobrarse muy bien sus favores en Madrid), el PP ni siquiera se verá en la tesitura de tener que apoyarles, con la abstención bastaría.

Foto: EFE

Pero el plato fuerte son las elecciones en el núcleo del imperio: las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América. Joe Biden ya ha anunciado su intención de presentarse a la reelección (con 82 años, así que su elección de vicepresidente puede ser un nombramiento encubierto del próximo presidente). Y enfrente tendrá casi sin duda a Donald Trump (78 primaveras en noviembre). Sus asuntos judiciales -no los llamo "problemas" porque con su fortuna puede enterrarlos bajo toneladas de abogados, "problemas judiciales" solo los tienen los pobres- previsiblemente no serán un obstáculo. Salvo que el Tribunal Supremo dictamine que es responsable y culpable del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, pero para eso dominan en él los jueces nombrados por presidentes republicanos.

En el fondo, todos estamos pendientes de estas elecciones: Vladimir Putin sabe que Trump cesará cualquier envío de ayuda a Ucrania, y la troika Alemania-Francia-Reino Unido no podrá reemplazar esos envíos. Solo tiene que aguantar hasta entonces y habría ganado. Benjamín Netanyahu espera que Trump, que ya reconoció a Jerusalén como capital de Israel en 2017, le de carta blanca para seguir con su política de exterminio y colonización (tampoco es que Biden haya hecho gran cosa por pararle, pero llegado el momento puede tener que hacerlo, así solo sea porque suficientes demócratas le obliguen, los republicanos en cambio animarán a Trump a ir aún más lejos). Y en la Unión Europea, Trump puede decantar la pugna dentro del PPE, entre la actual Gran Coalición entre conservadores y socialdemócratas favorecida por Ursula von der Leyen, y por otro lado Manfred Weber apostando por orientar a los conservadores hacia la "nueva derecha" de Marine Le Pen, Victor Orban y Giorgia Meloni (o Santiago Abascal, que también tiene que estar cruzando los dedos por el magnate inmobiliario).

Ya ven, un montón de elecciones para este año. Y es que la política nunca para… aunque lleva unos añitos que ya podría tomarse un descanso. Les deseo que tengan un feliz año… y que no vivan tiempos demasiado interesantes. Hasta siempre.

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