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EL MURO / OPINIÓN

Los depósitos huyen de San Pio V

31/01/2021 - 

El Museo San Pío V de Valencia ha perdido la denominada colección Delgado. Antes perdió los Sorolla prestados. Sus propietarios la han descolgado sin contemplaciones. Acusan a la Generalitat de abandono, desprecio e incomunicación. ¿No es suficiente para que alguien dé algún tipo de explicación seria, frívola, decadente o hasta contundente? No sé tampoco para qué tenemos un Consell de Cultura que más bien parece una tómbola de complacencia y no asume sus competencias. Al Patronato del propio museo ni se le espera. No está ni compuesto.

Depósitos y donaciones son algo habitual en los museos europeos. En América funcionan muy bien las donaciones. Permiten al donante desgravaciones y hasta que su nombre perviva en alguna sala del centro escogido. En el Prado se dan honores de Estado. Los depósitos, sin embargo, son un arma de doble filo si antes todos los asuntos en torno a ellos no están muy bien atados y se respetan las condiciones. Porque también existe una especie de picaresca para revalorizar una obra de arte que tras el tiempo establecido acaba apareciendo en una subasta gracias al pedigrí que da su exhibición y catalogación en un espacio institucional.

Por aquí hemos tenido muchos ejemplos. No hace falta dar nombres, pero el interés crematístico nunca desaparece. Los depósitos son también un arma política. En cuanto se salta o se incumple una mínima regla del contrato, el depositario puede montar un lío de mucho cuidado. Hay decenas de ejemplos. El más tortuoso, el legado Renau que conserva el IVAM y tantas veces ha estado a un paso de salir de él por circunstancias tan dispares como de presión política.

Sin embargo, cuando un coleccionista deposita algo por el hecho de generosidad, también tiene la capacidad de retirarlo si algo falla o no convence. Eso le ha pasado al Museo San Pío V, donde la denominada colección Delgado ha sido retirada por petición de sus propietarios al “incumplir” el acuerdo de cesión, como aseguran. No dudo que el depósito de la colección fuera un gesto altruista, pero también que no parece muy serio que un museo incumpla un acuerdo por capricho de sus responsables y además no haga caso de las advertencias de los propietarios antes de vencer el plazo. Con ese gesto, otros posibles donantes o depositarios pueden también dejar de confiar y adoptar la misma medida.

Integrada por una treintena de obras de artistas como Ribalta, Vicente López, Francazo Bisceglie, March, Yepes, Murillo, Van der Hamen, entre otros, la colección llegó al museo valenciano en 2017. Curiosamente se atribuyeron dos de sus obras a Murillo y Velázquez sin estudios científicos profundos o publicaciones de rigor, que ese es otro cantar, porque en ese museo adjudican autorías hasta aficionados que se la dan de expertos en esto de la pintura que son una pantomima supuestamente académica pero sólo buscan promoción personal. Pero existía un acuerdo. Por seriedad, se debía de cumplir.

El nuevo director del San Pío V,  Pablo González Tornel, quien accedió al cargo sin que se repitiera el concurso público para optar al puesto tras la repentina dimisión de Carlos Reyero que salió del cargo a la carrera tras seis meses en el mostrador, ha sido el causante del nuevo dilema. Incumplió el pliego de condiciones, según le acusan. Con apenas meses en el cargo, algo que lanza un halo de sospechas, decidió desmontar algunas piezas para colocar otras de su interés. Fue el detonante. Según cuentan, se reclamó a la conselleria de Cultura y al propio museo una explicación.  Nunca llego o jamás fue pública, algo que oscurece aún más el asunto. Primer error, primer gesto de poca rigurosidad frente a  los convenios suscritos. No defenderé la autentificaciones, pero sí he de criticar las formas cuando un museo se denomina como tal  y debe actuar con absoluta ejemplaridad.

Así que los propietarios han decidido llevarse las piezas. Hacen bien, pero dejan en evidencia una institución bastante dañada por la forma de su gestión y su propia decadencia de varios lustros. No quiero pensar qué sucederá cuando la colección aparezca colgada en otro museo y expliquen que viene del San Pío V porque han sido incapaces de dar la cara o cumplir con sus compromisos. Eso será aún más doloroso. Desde ese momento nuestro San Pío V perderá credibilidad por muchos fastos que ahora nos quieran colar. Sorprende también el silencio del Ministerio de Cultura, propietario del centro, o lo dice todo. Pero es lo que nos va.

Así que nos hemos quedado sin un depósito de altura. Y nadie se sorprende. No quiero pensar qué sucedería si Pere María Orts, el coleccionista y mecenas que facilitó su extensa colección al mismo museo, levantara la cabeza. Porque los acuerdos que se alcanzaron para la donación de su poderosa colección no se han cumplido. Ni tiene conservador propio ni se sabe donde están todas las obras, ni siquiera se le ha dado el protagonismo merecido siendo de tal valor.

¿Para qué queremos museos públicos, mecenas y donantes si todo funciona al capricho taciturno y los órganos de gestión y control no funcionan?

Algo no está claro. A este paso nos vacían los museos mientras la clase política, de aquí o de Madrid, calla y bendice, pero no aclara.

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