Se trata de un trastorno difícil de detectar, ya que generalmente se confunde con falta de esfuerzo o interés, y relacionado con la escasa memoria de trabajo
MADRID (EP). La dislexia es un trastorno difícil de detectar, ya que generalmente se confunde con falta de esfuerzo o interés, y relacionado con la escasa memoria de trabajo, según afirma el estudio Dislexia y Memoria de trabajo: ¿es posible que los mecanismos de detección de errores mejoren con el entrenamiento en memoria de trabajo?, realizado por la empresa CogniFit y la Universidad de Haifa (Israel).
La falta de diagnóstico es el mayor problema de la dislexia, cuyo tratamiento se podría mejorar con la detección temprana. Esto debería hacerse en la infancia, pero "apenas existen implantadas estrategias de detección precoz durante el proceso escolar, de modo que es probable que el sistema les haya llevado a creerse que son menos válidos que el resto, peores estudiantes y menos inteligentes", explica la directora de Cognifit Science, Evelyn Shatil.
La dislexia no está asociada al nivel de inteligencia. "Es más, muchos de estos niños que han vivido una etapa escolar llena de fracasos pueden tener incluso una capacidad intelectual superior a la media", afirman los investigadores. Por ello es importante la detección precoz, puesto que los afectados solo precisan las herramientas necesarias para ayudarles a adaptarse al proceso de aprendizaje. Esto evitaría que la dislexia trascendiese a la vida escolar y por extensión, al ámbito social y laboral.
La dislexia es uno de los trastornos de neurodesarrollo más común, que en España afecta aproximadamente a 4,7 millones de personas, lo que significa más del 10 por ciento de la población. Esta enfermedad afecta a las conexiones neuronales que procesan el lenguaje, afectando al aprendizaje, dificultando la lectura, la escritura y, en general, la decodificación fluida de cualquier símbolo.
El estudio independiente, liderado por Tzipi Horowitz-Kraus y Zvia Breznitz, por parte del The Edmond J. Safra Brain Research Center for the Study of Learning Disabilities de la Universidad de Haifa, y por Evelyn Shatil y Estefanía Egea por parte del Departamento de Ciencia de Cognifit, se ha centrado en la relación de la dislexia con la memoria de trabajo.
La memoria de trabajo es una habilidad cognitiva que se utiliza continuamente en el día a día, pues permite mantener en la mente diferentes pedazos de información relevante durante breves periodos de tiempo. Esta habilidad capacita a las personas para recordar, pero es limitada y susceptible de sufrir interferencias.
Un bajo nivel de memoria de trabajo puede ser un indicador de dislexia, con el problema que supone que se confunda una con la otra y que un alto porcentaje de los que padecen dislexia no lo sepan. En el caso de la dislexia, una memoria de trabajo menos eficaz puede provocar dificultades en la conexión de las palabras familiares con nuestra memoria almacenada, lo que dificulta el aprendizaje y la lectura y escritura.
El equipo de neurólogos y psicólogos de CogniFit insiste en la detección precoz para poder actuar contra la dislexia cuanto antes, ya que creen que con el entrenamiento cerebral es posible fortalecer la conectividad de las redes neuronales implicadas en el procesamiento del lenguaje. A través de ejercicios interactivos se detectan las áreas cognitivas más debilitadas y se estimulan los circuitos neuronales que más necesite reforzar cada persona.
Según el estudio citado, son necesarios 20 minutos de ejercicios dos o tres veces por semana, para mejorar significativamente la memoria de trabajo, el desarrollo cognitivo y el rendimiento de lectura, que se vio incrementado un 14,7 por ciento. Según los datos ofrecidos, los resultados se prolongaron hasta seis meses después del entrenamiento, teniendo un efecto positivo sobre la dislexia a cualquier edad, incrementando la capacidad de lectura-escritura, comprensión, concentración, agilidad de aprendizaje y rendimiento académico y laboral.