El próximo 10 de marzo abrirá por fin sus puertas este mercado gastronómico que contará con 21 puestos de alimentación y bebidas. Jamones Gargallo, Trufas Martínez o la hamburguesería Hundred serán parte de la oferta gastronómica de la antigua Imprenta Vila.
David Núñez y Juan Albert entraron por primera vez en la Imprenta Vila en 2007 durante la celebración de Casa Decor y, como la mayoría de las personas que en aquella Valencia de champagne y excesos acudimos al evento, quedaron fascinados por aquella joya escondida en la travesía de la Mascota. Volvieron a un fiesta organizada por una conocida marca de ginebra hace ocho años y supieron que aquel espacio tenía un potencial enorme para montar algo. Y ellos, que desde siempre habían estado relacionados con el ocio nocturno, lo vieron claro. Ahí germinó el Mercado de la Imprenta, que después de cuatro años y una pandemia, abrirá sus puertas el 10 de marzo.
Los dos empresarios, que además de socios son amigos desde siempre, estuvieron dándole vueltas durante años a lo que podrían hacer en ese edificio de 1908. Entre tanto pusieron en marcha otros proyectos hosteleros como Varetto o Salvaje Valencia, “además tenemos dos guarderías”, señala David que a pesar de haberse dedicado al sector desde hace años, es filólogo. Había otros proyectos planificados en la antigua imprenta que nunca llegaron a materializarse, como las naves de Greenspace o un hotel, así que cuando vieron la posibilidad de disponer del histórico edificio fueron a por él. En marzo de 2019 se anunció el proyecto: un mercado gastronómico inspirado en modelos similares de otras ciudades como el Mercado de San Miguel en Madrid, la Lonja del Barranco en Sevilla o el Mercado de Correos en Murcia. “Al propietario le encantó el proyecto porque él quería que se conservara cómo era la imprenta y nosotros queríamos respetar la estructura y el edificio. A nosotros siempre nos ha gustado mucho el trabajo de recuperar la historia antigua. Por eso decidimos ponerle el nombre del Mercado de la Imprenta, para recuperar y contar la historia de lo que era la imprenta y lo que se hacía aquí”, explica David desde una de las barras que bordean el primer piso del edificio mientras se ultiman los detalles de la apertura.
El piso principal que acoge los puestos de comida y bebida es un hormiguero. Técnicos y electricistas pasan cables e instalan rótulos, se hacen entrevistas de trabajo en una de las mesas altas, el camión de Estrella Galicia descarga y llena los tanques de la barra principal. Quedan menos de dos semanas para abrir y aunque quedan cosas por hacer, está muy avanzado. Al acceder, la mirada se va hacia los rótulos que rematan la parte superior de las paredes, son las diferentes secciones que tenía la antigua imprenta y que hablan de una época que olía a papel y tinta: calamidades públicas; telégrafos, teléfonos y correos; padrón de riqueza; ferias y mercados... “Hemos hecho un trabajo de recuperación de esa cartelería, lo ha pintado un pintor a mano”, cuenta Núñez. La obra del espacio ha corrido a cargo de Uransa, una constructora especialistas en recuperar patrimonio antiguo valenciano.
“Vamos a encontrar 19 puestos de comida todos caracterizados por su calidad. No hay franquicias y la oferta tiene un tique al alcance de todos los bolsillos. La comida va a ser super variada. Empezando por todo lo valenciano. Podrás probar desde una paella, un arroz al horno, zumo de naranja, horchata, postres valencianos… Habrá pizza, sushi, hamburguesas, carne argentina, comida libanesa, un puesto de croquetas y tortillas, un puesto de vermuts que se llama Benvolgut, uno de latas y conservas, una vinoteca comanda por Toni Sarrión, Bocadelia que es un puesto de tapas, una freiduría que se llama Antonio Manuel, también Trufas Martínez, Jamones Gargallo, Sweet & Coffee…” enumera el empresario. “La apuesta es siempre por el pequeño comerciante, proximidad, valencianía, kilómetro cero, calidad y precio, eso es lo que hemos tenido en cuenta a la hora de seleccionar la oferta”, apunta. Han dejado un puesto libre por si se hace alguna colaboración con algún cocinero o cocinera en el futuro, además de la barra central que gestionarán ellos, pero David también señala que la oferta podría ir variando. “Estamos abiertos a cualquier otra propuesta”, comenta.
Además de la parte gastronómica, en los 2000 metros cuadrados del Mercado de la Imprenta se quiere potenciar una programación cultural importante, además de los eventos que se podrán organizar en toda la primera planta. “Nos gustaría realizar exposiciones de pintura o fotografía, o incluso de lo que era la antigua imprenta, un mercadillo navideño, una feria del vino… todas las actividades que se nos ocurran para darle valor cultural al espacio”, subraya. No habrá música en directo, pensando sobre todo en los vecinos, “la recuperación se ha hecho para que la actividad no sea molesta para los vecinos. Todas las ventanas llevan un cristal acústico y también el horario se ha adecuado para ello. Desde las doce de la mañana a las doce y media de la noche”, explica David. “Queremos demostrarles a los vecinos que esto va ser un sitio que le va a dar cohesión y vertebración al barrio. Va a ser un lugar de reunión, un lugar que va a revalorizar los edificios y un sitio que es también para ellos. El 99% de los vecinos están super contentos”, afirma.
Ahora durante las Fallas abrirán todos los días, pero una vez pasadas quieren cerrar lunes y martes para que descanse el personal. Han calculado que el Mercado de la Imprenta va a generar alrededor de 200 puestos de trabajo entre directos e indirectos. En cuanto al cliente que esperan atraer no es solo el turista –el mercado está a tiro de piedra de la estación Joaquín Sorolla–, sino que les gustaría que los vecinos de la ciudad lo sientan como algo propio. “No somos excluyentes. Todo el mundo puede venir y tomarse una cerveza y gastarse 2 euros; un plato de arroz por 5 euros o el que quiera gastarse más tendrá la opción de pedirse una buena botella de champagne, por ejemplo. Nuestra idea es que vengan mucho familias, porque al no tener tráfico rodado la calle es ideal para los niños, además de la oferta gastronómica que también está pensada para ellos”, añade. “Para todos los valencianos esto es un sitio desconocido porque no está a la vista, la gente que entra se sorprende y a nosotros nos encanta. Es una de las pocas maravillas industriales que quedan en Valencia, junto con Bombas Gens y algunas más…quedan solo 6 o 7 y esta es una de ellas", subraya.
Cuando en marzo de 2019 David Núñez y Juan Albert anunciaron el proyecto, esperaban poder abrirlo seis meses después, en septiembre de ese mismo año. La realidad es que se han encontrado más de una piedra en el camino. La licencia de actividad tardó mucho más de lo previsto y la pandemia también supuso un retraso importante. “En el Ayuntamiento hay un cuello de botella con el tema de las licencias y no ha afectado un montón. Hemos estado mucho tiempo parados, también al tratarse de un edificio histórico y protegido por patrimonio tiene que cumplir mucha normativa que hace que todos los pasos sean más lentos. Eso unido al covid, fueron muchos condicionantes que hicieron que se retrasara mucho el proyecto, pero bien está lo que bien acaba y al final ya está aquí, ¡Tenemos muchísima ilusión y muchas ganas, y creemos que va a ser un exitazo!”
A punto de inaugurar el proyecto, los empresarios ya están pensado en el futuro, y planean que los edificios contiguos a la imprenta donde vivía el dueño de la imprenta y los trabajadores y que se conservan en buenas condiciones llegue a ser un hotel boutique. “Somos culo de mal asiento”, concluye.