Entre George Clooney, Yoko Ono, Daniel Craig, Julio Iglesias, Ursula Andress y usted hay muchas diferencias. Pero las superestrellas tienen algo en común con el resto de los mortales: todos comen. Y cuando visitaron Valencia fueron a los mismos restaurantes que usted frecuenta
Un octubre de hace 13 años, el jugador de baloncesto más grande de toda la historia pisaba Valencia para presenciar la última prueba del Campeonato Mundial de Motociclismo que ese domingo se disputaba en el circuito Ricardo Tormo de Cheste. Michael Jordan y su séquito pasaron el fin de semana en la ciudad. Se alojaron en el hotel Astoria, aunque algunas fuentes aseguran que también reservó una planta entera del Parador de El Saler y de otro famoso hotel. El primer día, mientras la noticia corría como la pólvora, la leyenda del basket comía de menú en el restaurante Nederland 1814, muy cerca del hotel de la plaza Rodrigo Botet. Pidió el menú del día: ensalada, pescado y arroz. La cuenta, 15 euros por cabeza. Al día siguiente, Carlo d’Anna recibía una llamada en su Trattoria. Era el director del Astoria preguntándole si era posible que esa noche cerrase el restaurante para un personaje “muy famoso”. Él pensó en Flavio Briatore o en alguien relacionado con las motos. Carlo tenía esa noche dos mesas reservadas, una de ellas de ocho personas para Salvador Gascón, el propietario de Casa Salvador, en Cullera y otra de cuatro para el que más tarde sería presidente del Valencia, Agustín Morera. Carlo le dijo que no podía cerrar el restaurante, pero les garantizaba discreción por parte de las mesas vecinas. Media hora más tarde le confirmaban que un grupo de 24 personas cenaría allí esa noche. La única condición, que no hubiera prensa.
Carlo se fue a la subasta del pescado como cada tarde sin sospechar que el marisco que estaba comprando en la Lonja sería devorado horas más tardes por uno de los deportistas más importantes del mundo. A las 21:30 h. un taxi paró en la puerta de la Trattoria y entraron Michael Jordan y Charles Oakley, su compañero en los Chicago Bulls. Carlo pensó que se habían equivocado de restaurante. Tenía una reserva para 24 y eran solo dos, aunque por tamaño valiesen como cuatro españoles de talla media. A continuación llegó el resto. “Michael Jordan sostuvo la puerta mientras entraban los escoltas y las chicas de recepción del Astoria que se había traído para hacer de intérpretes. Solo se sentó una vez todos habían tomado asiento”, explica Carlo. El italiano explicó el menú degustación que había preparado para esa noche. Una vez servido el primer plato, a base de gambas y cigalas, una de las chicas se acercó a Carlo. “Michael quiere ketchup para las cigalas”, le dijo ante la cara atónita del napolitano. Pero los principios están por encima de todo, y Carlo no se amedrantó ante el metro 98 de Jordan. “Como hostelero, me niego”, le dijo al estadounidense con su desparpajo habitual. “Siempre tengo ketchup, por si algún niño pide, pero ¿ponerle ketchup a unas gambas frescas? Le dije que no. Menos mal que se lo tomó bien”, cuenta entre risas. “Le castigué por lo del ketchup y durante el resto de la cena, le saqué a él siempre el plato el último”, añade.
Jordan se mostró muy simpático con todo el mundo durante la velada. “Es un señor, muy normal y super agradable”, continúa Carlo. Y eso que el hostelero le confundió con otro gran jugador de baloncesto. "Al irse le dije, ha sido un placer recibir la visita de Magic Johnson. Muchas gracias. Él se moría de la risa. Eres la única persona en el mundo que no me ha reconocido. Es fantástico, me dijo”, antes de abandonar el restaurante y pagar la cuenta, 2.000 euros en total. Al día siguiente, el director del hotel llamó a Carlos para decirle que Jordan había quedado encantado y había prometido volver a su restaurante siempre que viniese a Valencia. Pero no es la única mega estrella de fuera de nuestras fronteras que ha pasado por allí, el tenista Andy Murray o las actrices Gina Llollobrigida o Bo Derek, a la que no reconocieron en un principio "es muy pequeñita, no llamaba nada la atención la mujer 10", explica Adela, la mujer de Carlo. El director de orquesta, Zubin Metha, era asiduo del napolitano. "Decía que, a pesar de haberse recorrido el mundo y de haber pasado cinco años en Nápoles, mi pizza era la mejor que había probado nunca", continúa Carlo.
Zubin Metha también iba a comer a otro gran restaurante. Probablemente el restaurante de Valencia por el que han pasado más políticos, artistas, toreros y deportistas de toda talla y condición en sus 30 años de exsitencia. Hablamos de El Canyar, ese templo de la gamba de Dénia y la merluza de pincho situado en la calle Segorbe que cerró el año pasado. La lista de celebridades que han pasado por su comedor es interminable. Miguel Seguí, propietario del mítico restaurante, es historia viva de esta ciudad, como lo fue el local que regentaba. Desgrana los personajes que estuvieron en su comedor sin apenas darles importancia. Jacques Cousteau, el astronauta Neil Armstrong, Julio Iglesisas, los actores Jeremy Irons y Daniel Craig, el bailarín Rudolf Nuréyev, el premio nobel mexicano Octavio Paz, las actrices Ursula Andress o Catherine Deneuve, el director Elia Kazan, el atleta Carl Lewis, los Monty Python...
De todos tiene alguna anécdota. "Yoko Ono un día entró por la puerta, sin haber reservado, se sentó y comió sola. También apareció un día el actor Jeremy Irons sin que nadie llamase antes", cuenta Seguí. No era lo habitual. Lo normal es que viniesen acompañados por alguien de Valencia que conocía El Canyar y que sabía de sobra que era un sitio único que les deslumbraría. "Creo que el local era especial, ese estilo modernista, las lámparas, los muebles, el suelo, los carteles de la Feria de Julio que teníamos.... creaban un ambiente único. Hoy en día se hacen restaurantes espectaculares, pero una vez entras, podrías estar en Berlín, Nueva York o en Madrid, pero El Canyar era Valencia", explica con lo que, detecto, es algo de nostalgia.
El trato de Miguel, respetuoso pero cercano, discreto pero amistoso, y la cocina de El Canyar hacían el resto. "El día que iba a venir a cenar Nureyev, como sabíamos que le gustaba el champagne Louis Roederer Cristal Rosé, fuimos a comprar un par de botellas, que tenían entonces un precio desorbitado. Cuando llegó pidió cerveza y se pasó toda la cena bebiendo cerveza", añade.
"En un restaurante pasa algo que es mágico. El personaje, por muy famoso que sea, se relaja. La comida, la conversación, el vino... si está a gusto, se olvida de todo y puedes tratarle de tú a tú. Puedes bromear con él e incluso darle una palmadita en la espalda. Hasta te hace la pelota. Se crea algo familiar. Eso no pasa fuera. Yo me he encontrado a alguna de estas personas tan importantes luego en la calle y he ido a saludarlas y se han mostrado fríos, pero mientras están comiendo o cenando su actitud cambia por completo", dice Seguí.
Julio Iglesias repetió muchas veces. También Zubin Mehta, que la primera vez que fue, llegó muy tarde a la mesa donde el resto de los comensales ya había acabado de cenar. Cuando llegó, la gente se levantó nerviosa. Le tenían mucho respeto. Le dijeron a Miguel que al director indio le encantaba el picante, pero el hostelero no tenía nada en el restaurante, así que le machacó una pebrera y se la sacó junto a las gambas a las que el maestro dio buena cuenta mientras sucaba en la guindilla. Desde entonces, cada vez que Mehta comía en El Canyar, Miguel le sacaba un recipiente con el picante machacado.
"Todo el mundo que pasaba por el restaurante era muy amable. Nunca tuvimos ningún problema, tampoco pedían nada especial. Imagino que porque venían informados de lo que se comía allí. Gambas, arroces y merluza. Nadie se atrevía a pedir carne", cuenta el dueño del mítico local.
Las mejores fotos que recogieron aquellos momentos siguen colgadas de las paredes del restaurante. "Vino Daniel Craig y le cerramos el restaurante para él y el equipo. Yo al final siempre les pedía si podía hacerme una foto con ellos. En esa ocasión se lo pregunté a su jefe de protocolo y me dijo que ni pensarlo, que no y que no. Me acerqué al actor y se lo pregunté a él directamente. Se mostró encantando de hacerse una foto con nosotros".
Otra vez le llamaron para que les guardara el reservado para una persona muy famosa, pero ya lo tenía comprometido para otra gente. Intentó hacerse con las personas que tenían el reservado para preguntarles si les importaba que los colocara fuera, pero fue en vano. Entonces no era tan normal anotar los teléfonos. Miguel no lo sabe a ciencia cierta, pero cree que la mesa que finalmente no ocupó era para Michael Douglas.
De todas las personas que no pasaron por sus restaurante y a las que le habría gustado tener, Miguel Seguí se queda con el rey Juan Carlos, "por lo que representaba en aquella época", afirma.
Los tiempos han cambiado. Cada vez es más raro que una de esas celebrities visite Valencia. Los días de vino y rosas hace tiempo que acabaron. Ya no existe la Mostra de cine donde las estrellas internacionales se codeaban con los artistas patrios; de la Copa América y la Fórmula Uno quedan unas cuantas fotos y una marina que por fin empieza a aprovecharse; los billetes que desfilaban con alegría en pleno boom del ladrillo han desaparecido; las tarjetas black ya no campan a sus anchas.
Aún así, todavía de vez en cuando, una de esas personas que vemos en las películas o en los escenarios se deja caer por aquí. George Clooney, Mónica Belluci, el diseñador Valentino, los miembros de U2, el cantante Carlos Vives o la cantante Anastacia. Todos ellos comieron en un restaurante de la ciudad o les cocinaron chefs valencianos hace no mucho. Para saber qué pidieron, habrá que esperar a la próxima entrega.