VALENCIA, (EFE). El premio Rey Jaime I de Investigación Básica, Francisco Juan Martínez Mojica, es el "padre" de la técnica CRISPR, que permite "editar" genomas en plantas, animales y humanos, una herramienta molecular que le ha llevado a aspirar este año a los Nobel de Química y de Medicina, que finalmente no ha obtenido.
Nacido hace 53 años en Elche (Alicante), es licenciado en Biología por la Universitat de València (1986), donde se doctoró. Hizo su primera estancia postdoctoral en Utah (EEUU), donde investigó sobre fisiología bacteriana, y posteriormente en la Universidad de Oxford, para investigar sobre regulación génica y topología del ADN.
En 1997 regresó a la Universidad de Alicante como profesor titular de Microbiología y fundó el grupo de investigación Microbiología Molecular, centrado en el estudio de los sistemas CRISPR, una herramienta molecular basada en un descubrimiento en bacterias que permite editar genomas de manera sencilla y práctica.
La tecnología CRISPR, que Mojica descubrió casi sin ayudas, ha abierto en los últimos años infinitas aplicaciones en Medicina y Biología y ha recibido el aplauso unánime de la comunidad científica.
Aunque la investigadora francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna recibieron en 2015 el premio Princesa de Asturias de Investigación por el desarrollo del CRISPR, un artículo publicado en la revista Cell el pasado enero recordaba que el origen de esta tecnología era español, y que nació en Alicante de la mano de Francisco Martínez Mojica.
El desarrollo de esta nueva tecnología le llevó a ser propuesto para los Premios Nobel de Medicina y de Química 2016. Aunque finalmente ambos pasaron de largo, este abnegado de la investigación básica se muestra convencido de que "tarde o temprano" se reconocerá la importancia de su CRISPR.
Su idea de "repeticiones de ADN palindrómicas (se leen igual en ambos sentidos) cortas, agrupadas y regularmente espaciadas" es un sistema inmunitario con un mecanismo que sirve para defenderse de la invasión de virus y es capaz de guardar una memoria y un registro de infecciones anteriores.
Esta herramienta se dirige a cualquier lugar del genoma, donde reside la información genética, de forma que ésta se pueda reeditar; esto permite, por ejemplo, eliminar genes que no funcionan bien y son responsables de enfermedades congénitas.
La técnica abre la puerta a la manipulación de la información genética de cualquier ser vivo, y a partir de ahí las aplicaciones son diversas: biotecnología, agricultura, ganadería o medicina, todo lo relacionado con las ciencias de la vida.
Con estas herramientas, según el investigador alicantino, se pueden estudiar procesos cancerígenos, ya que este sistema permite identificar, mejor que con ninguna otra herramienta disponible actualmente, los genes implicados en este tipo de procesos genéticos complejos.
Además, en enfermedades neurológicas, como algunos casos de parkinson o alzheimer, que sean debidas a trastornos genéticos o a la producción de alguna proteína tóxica, se podría llegar a lograr su eliminación.
El investigador, quien defiende la importancia de divulgar el trabajo científico fuera de los laboratorios, afirma que aún no ha decidido dónde reinvertirá parte del galardón, dotado con 100.000 euros, pero que "sin duda" irá "a la investigación" y lo hará "con mucho gusto".
Mojica supo que recibía el Premio Jaime I de Investigación Básica un día después de que la revista especializada "Nature Microbiology" publicara que una investigación liderada por él había descubierto un nuevo mecanismo que permite a las bacterias mantener y potenciar su capacidad patógena.
Los nuevos sistemas de detección de secuencias genéticas en bacterias creadas por este microbiólogo permiten un diagnóstico mucho más preciso de las enfermedades que éstas producen y explican los mecanismos de inmunidad que tienen algunos microorganismos que les permiten escapar a los tratamientos para su control.