Aceites, quesos, vinos... Los municipios del Norte de Castellón tienen una despensa por asaltar
La despensa de la Comunitat es rica y nunca dejará de sorprendernos. Más allá de las redes de la costa, o de las carnes y embutidos de la serranía interior, hay un sinfín de territorios donde se cultivan productos hortícolas de primera calidad y se trabaja la ganadería de manera artesanal. Es el caso de la Plana de l'Arc, una agrupación de municipios pertenecientes a la comarca de la Plana Alta, al Norte de Castellón. De un tiempo a esta parte, se han unido en una nueva marca turística para poner en valor sus virtudes territoriales, que en buena parte pasan por un gran legado gastronómico. Aceites, vinos, fruta y verdura capaces de mejorar cualquier cocina.
La Plana de l'Arc toma su nombre del arco romano que se encuentra en mitad del territorio, una planicie que no supera los 300 metros de altura, con vistas al macizo de Peñagolosa y envuelta de cadenas de montañas. Esta singular orografía protege la zona de las inclemencias meteorológicas y permite, no solo disfrutar de un gran paraje natural, sino que se extiendan cultivos centenarios como el almendro, el olivo y la vid. Los siete municipios que componen el conglomerado son Cabanes -en cuyas afueras se encuentra el citado monumento romano-, Villafamés, Benlloc, La Vall d'Alba, La Torre d'en Doménec, Coves de Vinromà, y Vilanova d'Alcolea. Localidades con una tradición compartida, pero singulares en sí mismas.
Más allá de los vestigios históricos, las pinturas rupestres y los bienes patrimoniales; además de los parajes naturales, las reservas de flora y fauna, y las rutas que invitan al deporte; busquemos los motivos más apetecibles para visitar estos municipios del Norte de la Comunitat. Enclaves que nos invitan practicar el turismo slow, sin alterar la esencia del entorno, sino admirando y respetando sus cualidades de manera tranquila y respetuosa. Y a su vez, una zona de Castellón donde es muy fácil satisfacer el estómago a cuenta del buen hacer de mucha generaciones, tanto en materia de agricultura y ganadería, como al trabajar los productos en las cocinas y los hornos. Porque si algo tiene la Plana es eso: producto. Y también talento para sacarle partido.
En cada municipio de Plana de l'Arc, el paisaje se dibuja gracias al cultivo de olivos, viñedos y almendros, con los que se elaboran productos de tradición única, gran calidad y tratamiento ecológico. Todos ellos permiten nutrir una gastronomía creativa con sabor a arraigo.
De acuerdo que en el Mediterráneo se trabajan las masas de manera excepcional, pero el caso de Castellón, y en concreto de la Plana de l'Arc, es excepcional por cuanto goza de una gran tradición de hornos artesanales y de una enorme variedad de recetas reposteras. Son famosas las variedades de coca, desde la malfeta -que se elabora durante todo el año- a la de Castelló-con patata en lugar de harina-. También está el pánolí, que contiene en su interior confitura de calabaza o boniato. Y en las celebraciones familiares, son muy populares los pastissos, mostatxons, rollets d'anis o figues albardaes, generalmente acompañados de una copita de mistela.
Ya lo dijimos una vez: Castellón es cada vez menos invisible en la primera plana gastronómica. Hasta hace pocos años, la gran oferta de productos -alcachofas, trufa, queso, langostinos o cítricos- nos hacía creer que estábamos ante una despensa, en lugar de una promesa de la restauración. Pero la renovación ha empezado, y es tan imparable como en Valencia o Alicante. Hay numerosos cocineros que han venido a demostrar lo bien que saben tratar la riqueza de la tierra, y ahí están los dos tótems con Estrella Michelin: Cal Paradís de Miguel Barrera (Vall d’Alba) y Raúl Resino (Benicarló). El primero, por cierto, de la Plana de l'Arc. En la casa del chef Barrera el producto local se pone al servicio de la creatividad: tomate de penjar, sardina de bota, cordero del Maestrazgo y la responsabilidad de haber abierto la senda de la vanguardia.
No obstante, más allá del estrellato, es casi imposible comer mal en esta zona de Castellón, que está repleta de comercios y bares de toda la vida. Los pueblos de la Plana de l'Arc presumen de tradición y calidad gastronómica, basada en la elaboración típica y artesana. Se puede disfrutar con el guiso de cuchara, el producto más genuino y hasta el típico almuerzo de Castellón, no apto para estómagos cobardes, porque siempre es a base de embutido y huevo. Con suerte, el pan del bocadillo vendrá de algún horno tradicional -en Benlloc elaboran un pan de aceite y pimentón exquisito- y el condimento, de las carnicerías de a zona, que trabajan con su misma ganadería para elaborar los embutidos. Si vas a viajar a la Plana de l'Arc, haz hambre.