MARGARITA ALBORS / FUNDADORA DE SOCIALNEST

«Mucha gente aún piensa que la empresa y lo social son cosas totalmente diferentes»

De la Politécnica a Silicon Valley con parada en Harvard. Trabajó en GlaxoSmithKline pero su futuro está en llevar la solidaridad a las empresas

28/08/2016 - 

VALENCIA. Empresa y social son palabras difíciles de conjugar a priori, pero ya hace cinco años que la valenciana Margarita Albors contribuye a la causa que el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus ensalzó con el Grameen Bank y los microcréditos. Socialnest, la primera incubadora de empresas sociales de España, ya ha pasado la frontera de los cinco años. 34 emprendedores trabajando en 23 proyectos sociales han participado en sus programas aunque han ayudado a centenares a transformar su idea para mejorar el mundo en un plan de negocio. Ahora, una nueva oficina en Madrid, el lanzamiento de varios programas para empresas en diferentes fases y una mirada internacional son sus nuevas metas.

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Ingeniera industrial por la Universidad Politécnica de Valencia, su inquietud por cómo mejorar la vida de los demás surgió mientras estudiaba un máster en Gestión de Empresas en la Universidad de Harvard. Le sorprendía ver a multitud de indigentes en las puertas de la facultad. Se dio cuenta de lo afortunada que era y decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Albors trabajó dos años en la sede de Inglaterra de la multinacional farmacéutica GlaxoSmithKline.

De allí se fue a Estados Unidos y en Silicon Valley, California, tuvo su primera experiencia en empresa social en Women’s Initiative, la que inspiró el modelo de empresa social que importó a Valencia. La compañía ayudaba a mujeres inmigrantes y de bajo poder adquisitivo, en peligro de exclusión social, a que emprendiesen su propia microempresa.

—¿Es más habitual la empresa social que hace cinco años?

—La verdad es que sí. Afortunadamente el emprendimiento ha despegado, incluido el social. Cuando empecé con Socialnest no sabía dónde encontrar emprendedores sociales y ahora es algo más visible, se conoce más, pero queda mucho por hacer. También hay mucha gente que es emprendedora social y no lo sabe. Está dentro de un proyecto de emprendimiento, igual saben que es algo diferente o que lo que les mueve es distinto, pero no saben que hay algo que se llama emprendimiento social.

—Habéis anunciado un salto internacional. ¿A qué se debe?

—Socialnest cuando nació lo hizo con una visión grande y ambiciosa. Las necesidades sociales, los retos sociales y ambientales son grandes también. Pero siempre hay que empezar en pequeño y eso es lo que hicimos. Hemos podido llevar a cabo diferentes programas y eventos con una repercusión notable para dar a conocer el emprendimiento social. Pero el impacto social se puede generar aquí o en cualquier parte del mundo, y con el tiempo hemos aprendido que lo importante es apoyar a las personas adecuadas. Personas que realmente tengan espíritu emprendedor, que tengan esa visión social comprometida y perseverante. Hay personas que nos escriben, sobre todo de Latinoamérica, para ver si les podemos apoyar de alguna manera. Y si hay espacio para un impacto social tenemos que llegar con programas que no sean puramente presenciales y colaboraciones con otras organizaciones.

—¿Entonces el emprendedor social es más persistente?

-Sí, porque yo entiendo que un emprendedor al uso ve una oportunidad de valor o una necesidad insatisfecha, y entonces lo plantea como una oportunidad de negocio, algo que es perfectamente válido. Pero esa oportunidad de negocio la ves ahí momentáneamente o en otro sitio. Sin embargo, a los emprendedores sociales les mueve una causa específi ca, a veces porque lo han vivido en primera persona. Tienen algo que les ha hecho click y normalmente ese colectivo en concreto o causa que no ven justa es lo que les mueve. Por ejemplo, si viven algún tipo de discapacidad, un tipo de enfermedad, es difícil que digan que lo apartan e intentarán darle una salida. El fin último no es un proyecto sino la causa social por la que emprendes.

—¿Socialnest es rentable?

—Para Socialnest, la vía de autofinanciación vendría ligada a los emprendedores sociales, pero de momento es muy complicado. Al final queremos que los recursos que ellos tengan los destinen a la empresa. Por eso estamos abriendo colaboraciones con empresas y haciéndolos ad hoc en base a retos que las organizaciones identifiquen y les preocupen con el fin de generar proyectos para darles solución. Les ayudamos a materializar su responsabilidad social e incluso damos servicios a grandes empresas como Orange, por ejemplo, con un programa de intraemprendimiento social. También hemos cambiado nuestra forma jurídica, hemos pasado a ser una fundación porque mantiene nuestra esencia de entidad sin ánimo de lucro pero con ello damos una mayor oportunidad de participación a las organizaciones y a las empresas.

—¿En este tiempo ve más fácil emprender socialmente en España?

—Todo lo que se ha generado estos años hace que haya organizaciones y entidades que buscan dar apoyo a emprendedores de diferentes maneras. Han surgido iniciativas, financiadores y más espacios donde los emprendedores sociales pueden acercarse. Socialmente hay más conciencia de lo que es pero mucha gente sigue pensando que la empresa y lo social son dos cosas totalmente diferentes. Faltan vías de financiación específicas de emprendimiento social que se están generando aunque hay foros específicos, pero queda mucho camino. Y la educación en actitud emprendedora es clave. El que tengamos todos una cultura desde pequeños de observar lo que no está funcionando y entender que podemos hacer algo, y si hay cosas que no funcionan el decir: ¿por qué no puedo resolverlo?

—Ahora la Generalitat, con quien no teníais mucha colaboración, está más en sintonía con vuestro modelo de empresa. ¿Habéis hablado con ellos?

—Sí que estamos en contacto porque es una línea que quieren fomentar. Ellos entienden una empresa por la línea de generar un beneficio a la sociedad, un bien común. Hemos tenido aproximaciones y ahora es cuando se empezarán a generar iniciativas.

—¿Alguno de los proyectos de Socialnest ha encontrado inversión?

—Nunna Online ha recibido inversión para poder crecer en el número de escuelas infantiles a las que apoyan. Otros proyectos reciben financiación pero de distintas maneras. A veces va ligado a colaboraciones que hacen con empresas a través de la responsabilidad social corporativa. Como los proyectos los hemos seleccionado en fases muy tempranas suelen financiarse con recursos propios pero las rondas llegarán.

—¿Se han dado grandes inversiones en España en emprendimiento social?

—La Fageda es una de las principales. Llevan compitiendo con las principales marcas desde hace treinta años con un objetivo social y es que no haya ninguna persona con discapacidad intelectual desempleada. Hay muchos casos de empresas en España ligadas a dar empleo a colectivos vulnerables. Está por ejemplo Teixidors, que emplea a personas con diversidad intelectual. En la Comunitat Valenciana tenemos a Puntadas para mujeres que han estado en prisión y que tiene relación con Pikolinos. El emprendimiento social se enfoca a las necesidades sociales que se tienen en el territorio y en países como España donde las necesidades sociales han estado cubiertas, el empleo ha sido un punto importante. También empieza a haber plataformas como La Bolsa Social, dedicada al equity, o el fondo de Vivergi de cincuenta millones de euros, con financiación pública y privada. Pero aún estamos lejos, Portugal ha aprobado un fondo de 150 millones de euros para apoyar empresas sociales y eso aquí no está pasando. La administración pública no está apoyando el emprendimiento social.

—¿Cuál es el gran ejemplo de empresa social a nivel mundial?

—El tema de los microcréditos es un tema que después ha dado lugar a muchas otras empresas sociales y el Grameen Bank es referencia. En México el emprendimiento también se está desarrollando mucho y en Estados Unidos conocí al fundador de Clínicas del Azúcar que lo que buscan es ayudar a reducir las muertes en México de personas que sufren la diabetes con clínicas de bajo coste. Aravin, en Bangladesh, lo que está haciendo es facilitar los chequeos oculares y el acceso a gafas a personas que no lo tienen en zonas rurales. Generan empleos porque dan kits a mujeres emprendedoras a quienes les dan formación para que puedan hacer esos controles de vista, puedan venderles gafas a bajo precio y ellas puedan tener ingresos. El emprendimiento social busca empoderar a las personas a las que sirve. No se les percibe como meros receptores de caridad y donaciones sino que son actores del cambio y de su vida. El pagar por cosas que necesitan es importante.

—¿Qué tipos de problemas sociales han empezado a resolver las empresas que han pasado por Socialnest?

—Al final son cosas muy diversas y es lo bonito del emprendimento social. Tenemos a Nunna dedicado al ámbito educativo, proyectos ligados al ámbito de la discapacidad con la Fundación A Cavall que da terapias asistidas con animales para personas con problemas de movilidad, problemas ligados a medioambiente con Reciclean que recicla las cápsulas de café y del residuo que se genera hace un recurso que es el compost. En el ámbito internacional hemos apoyado un par de proyectos con impacto en Latinoamérica como Commer, que busca ayudar a los campesinos productores de materias primas en la zona de Perú para que tengan salida de una forma justa en Europa para industria de alimentación y cosmética u Obsidiana, que busca conservar y preservar la cultura de las comunidades indígenas a través de la tecnología.

—Cuando habla con empresarios, ¿les intenta convencer de que es posible hacer una empresa social?

—Sí, te encuentras a gente. Hay gente que cree que el único objetivo por el que se crea una empresa es para ganar dinero. Esa percepción está muy arraigada en algunos empresarios y en la sociedad, pero la empresa se genera para aportar valor y el valor puede ser económico o de otro tipo, como el de la empresa social. Hay que encontrar un equilibrio. Los empresarios con esta visión suelen tener bagaje y trayectoria pero vienen nuevas generaciones y son conscientes de que con su empresa quieren aportar un valor que va más allá del valor económico. Por eso ven esto más fácil.

—Responsabilidad social corporativa. ¿Moda o no?

—Las empresas están entendiendo que son socialmente responsables y sostenibles o no serán. El mundo va por ahí y se necesita por el mundo, por el planeta y porque la sociedad cada vez más lo está pidiendo y lo está demandando. Los consumidores están mejor informados, hay mayores opciones a la hora de consumir y eso hace que la gente busque. El tema de la responsabilidad social es algo en lo que no hay marcha atrás. Si las empresas no lo hacen de esta manera no captarán talento, no conseguirán clientes y tendrán problemas con el medio ambiente. Pueden haber relaciones interesantes entre las empresas sociales y responsabilidad social de las grandes compañías.

«Hay gente que cree que el único objetivo para crear una empresa es ganar dinero, pero la empresa se genera para aportar valor»

—¿La gente pagará más por productos realizados de una forma socialmente sostenible?

—Hay estudios y encuestas que se han hecho a consumidores y la gente dice que sí. Pero luego llega el momento de pagar y estamos en un momento en el que la parte económica hace que haya que medir mucho. Pero está pasando en España con empresas que están funcionando. El tema ecológico tiene mucha fuerza y en otros países del mundo como Estados Unidos también. Mucha gente está concienciada de lo que come, de dónde está producido, de la comida de proximidad.

—Pero eso es más por salud propia que por empresa social. ¿Hay que apelar a otros instintos?

—Al final la propuesta de valor de una empresa social tiene que llegar al cliente. La propuesta de la empresa social tiene que satisfacer al cliente en calidad, en precio y en accesibilidad como cualquier otra empresa. Por el puro hecho social la gente no va a consumir. Pero la gente, a igualdad de opciones, o incluso en el caso de que la empresa social tenga un coste algo superior, está dispuesta a pagar ese extra sabiendo que eso es así.

—¿Se puede utilizar el marketing en una empresa social?

—Mucha gente critica a la empresa Toms Shoes en EEUU porque utilizan el tema del marketing para hacer que la gente se sienta bien y tenga una conciencia social por llevar ese tipo de zapatos. Hay gente que le echa para atrás el marketing que utiliza. Pero ellos también están dando zapatos a niños que no los tienen. Muchas veces hay debate. Y hay empresas que son sociales y no lo quieren comunicar porque si trabajan con ciertos colectivos no quieren darlo a conocer, prefieren que estén más anónimo. Y otras veces porque el marketing no se ve. Pero en otros casos el marketing es una estrategia para llegar a un fin, el porqué se ha llevado a crear ese tipo de empresas. Si eres una empresa social y haces las cosas pensando en un objetivo social no entiendo por qué no se puede dar a conocer.

(Este artículo se publicó originalmente en el número de abril de Plaza)

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