VALÈNCIA. Era 2019 y, a las puertas de las elecciones municipales, València encendió una ilusión: quería ser music city. El papel de la música va más allá de cifras y sectores empresariales, salas de conciertos, festivales de música, red de bandas de músicas… Todo eso estaba ahí, pero con un amplio margen de atención y mejora. La propuesta del Ayuntamiento fue el de generar un plan estratégico propio en colaboración con la Universitat de València que se extendería hasta 2025 para dar un vuelco a las políticas culturales municipales.
Dos meses y medio después, el techo de la sala Rodrigo del Palau de la Música se desplomaba y provocó el cierre del principal centro cultural del Ayuntamiento durante cuatro años. Once meses después, el mundo se confinaba por la covid-19 y la cultura tardaría dos años en volver a la normalidad. La estrategia de València Music City quedaría entonces en un cajón antes de que empezara a andar.
Seis años después, la ilusión se repite: València insiste en ser music city. El Ayuntamiento de València se ha vuelto a aliar con la Universitat de València para desarrollar un ambiciosos proyecto estratégico. Y como diría Rocío Jurado, “es lo mismo, pero no es lo mismo”. Comparando los dos textos, gran parte de la radiografía y muchas de las iniciativas que se pusieron encima de la mesa siguen teniendo vigencia, aunque en esta ocasión las medidas están más desarrolladas y cuentan con un compromiso claro del gobierno de María José Catalá de hacer inversiones públicas para hacerlo realidad.
Los primeros gestos ya se han visto: València se unió a la red Music Cities Network (en la que también se encuentran Berlín, Manchester, Sidney o Reykjavík) y se ha constituido y reunido un Comité Asesor de la Música de València, que es “un órgano de colaboración formado por personas expertas y profesionales independientes que funciona como grupo de trabajo de carácter técnico” y que funcionará como responsable del control y co-gobernanza de la puesta en marcha del plan estratégico.
Después de la fase de investigación, ayer la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de València aprobó la estrategia València Music City 2025-2030. El documento, al que ha tenido acceso Culturplaza, desarrolla cinco líneas estratégicas que implica tanto a administraciones públicas (municipales, autonómicas y estatales) como a agentes privados de diferentes naturaleza.
El análisis DAFO detecta como fortaleza la ya conocida red de sociedades musicales; pero recuerda “la elevada precariedad, especialmente entre los jóvenes, y la falta de seguridad jurídica para artistas y promotores”, “la dependencia excesiva de los festivales como modelo de negocio” y, consecuencia de esto, “la falta de consolidación de su industria musical local, con un tejido empresarial poco desarrollado y una baja presencia de promotores y productoras de gran alcance”, además de la “la carencia de infraestructura adecuadas para la música en vivo” y la limitación que supone “la regulación municipal en materia de ocio nocturno”.

- Sonolab -
- Foto: LAS NAVES
València Music City: desde la regulación hasta el apoyo a la creación
La primera línea estratégica es el “impulso a la música en vivo”, en la que pide seguir potenciando la “programación musical de excelencia” en el Palau de la Música, pero también aboga por “descentralizar las infraestructuras” tomando como ejemplo el futuro Auditorio de Benicalap o el ciclo Jazz als Barris, además de inversiones para la “utilización y optimización de infraestructuras municipales”. Por otra parte, el documento marca un plan para la “recuperación y difusión del patrimonio musical”, que también incluiría la música contemporánea y dar una atención pormenorizada a la música en valenciano; y desplegar “estrategias de fidelización y captación” de nuevos públicos a través de abonos pero también de una programación diversa y acciones educativas y de sensibilización.
La segunda línea estratégica se centra en la “profesionalización del sector musical” aborda los problemas materiales de la creación musical y pide incentivar “contratos de larga duración en orquestas, bandas y productoras”, “explorar programas piloto que fomenten la innovación y la digitalización en la producción musical” o “reforzar la formación en gestión musical, producción y tecnología del sonido”. También la captación de “eventos profesionales del sector musical” o “crear vínculos entre conservatorios, centros de formación profesional y empresas musicales para conectar el talento emergente con la industria”; y promete “incentivos fiscales y líneas de financiación pública para empresas de producción musical, salas de conciertos y profesionales autónomos”.
A estas medidas le acompañarían el “desarrollo de un clúster de innovación en música y sonida, impulsado por la Universitat de València y la UPV, en colaboración con el sector privado”, la “ampliación de SonoLab como laboratorio de investigación y desarrollo en producción musical [es el gran proyecto público de la ciudad de València de creación sonora contemporánea]” o el “desarrollo de un fondo de inversión para el sector musical”.
La tercera línea estratégica, “educación y práctica musical para la ciudadanía”, busca democratizar el acceso a la formación musical a través de iniciativas como la creación de la “Red de Espacios de Ensayo”, que facilitaría locales equipados en distintos barrios para agrupaciones juveniles y bandas emergentes. Además, se pretende establecer un programa de “becas y ayudas” para la educación musical dirigido a familias con menos recursos, así como fomentar la “integración cultural” mediante la creación de ensambles multiculturales y la inclusión de repertorios que reflejen la diversidad de tradiciones presentes en la ciudad. Promete, además, la “equidad de género en la programación musical” o la “creación de circuitos musicales en barrios con menor oferta cultural”.
La cuarta línea estratégica se enfoca en consolidar a València como un “destino turístico musical”. Para ello, se potenciará la captación de “eventos musicales internacionales de interés estratégico” utilizando infraestructuras como el Palau de la Música, el Palau de les Arts y la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Además, se fomentará el turismo musical “más allá de festivales y conciertos”, integrando experiencias musicales en la oferta turística global de la ciudad. También se apunta a mejorar la accesibilidad y conectividad para el turismo musical, desarrollando iniciativas inclusivas y sostenibles .
Finalmente, la quinta línea estratégica se basa en la “gobernanza y operativa funcional de la estrategia”. Que más allá de la creación del Comité Asesor, destaca por proponer el diseño de “una regulación específica para la actividad musical en espacios abeirtos y recintos cerrados, equilibrando los derechos de residentes, intérpretes y promotores para garantizar la sostenibilidad de la música en la ciudad” y un “sistema de licencias simplificado”. Todo esto estaría apoyado por una “ventanilla única” que funcionara para la tramitación de autorizaciones pero también como fuente de “información técnica y promoción”.

- FOTO: EVA MÁÑEZ -
No es lo mismo… Pero también es lo mismo
“Desde Compromís nos sorprende que ahora el gobierno de Catalá vuelva a anunciar nuestro proyecto mientras su política cultural durante estos dos años de mandato ha sido la contraria: la de eliminar parte de los ciclos musicales consolidados en el Palau, suprimir la colaboración económica con muchas entidades y favorecer el sectarismo en forma de subvenciones nominativas sin ningún tipo de criterio artístico”, son palabras de Glòria Tello, de Compromís y ex-regidora de Cultura.
Ciertamente, el proyecto de ser music city se impulsó primero bajo el mandato de Joan Ribó. La comparación de los dos documentos evidencia muchas similitudes. La diferencia: mientras que el nuevo proyecto desarrolla de manera más clara y pormenorizada las medidas, el antiguo estaba calendarizado.
Detrás de los dos está la Universitat de València, aunque el Ayuntamiento, a preguntas de este diario, no ha contestado a la pregunta de si se han encargado las mismas personas que hicieron el mismo trabajo seis años atrás. Tampoco se han pronunciado sobre el coste del informe.
Sí que han especificado que “no hay un presupuesto cerrado” para hacer avanzar el plan este mismo 2025 porque “es tranversal”, aunque “es una estrategia que va a implicar inversiones”.