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Nace el Tribunal de la Ciutat: ¿y si el de les Aigües fuera un espejo para la participación ciudadana?

Tribunal de la Ciutat es el nuevo experimento urbano de los equipos de Vigla y Crearqció. Buscan crear un instrumento con el mejorar la implicación vecinal en el propio razonamiento de su ciudad

26/11/2022 - 

VALÈNCIA. “Las estructuras institucionales de participación ciudadana tal y como están diseñadas hoy día, no están respondiendo a lo que pretenden”. Este fue el punto de partida que llevó a los equipo de Vigla y Creaqció -fábricas de pensamiento y acción urbana para València- a plantearse de qué manera podría revertirse la impotencia con la que acaban derivando muchos de esos acercamientos entre sociedad y gestión pública. “Ya sea porque son incapaces de atender los deseos y necesidades de la ciudadanía; porque no distribuyen el poder de decisión sobre el futuro de la ciudad entre todas sus habitantes, porque no son verdaderamente representativas de la diversidad de las ciudadanas; o porque están resultando en una criminalización y judicialización de la convivencia”, concluían.

La respuesta, más que sesudas respuestas en flujo, la encontraron al lado de casa: en uno de esos estamentos que la ciudad ha incorporado a su fachada simbólica reduciéndolo a souvenir, impermeable a las lecciones que su podría aportar su método. Y ese estamento es… el Tribunal de les Aigües. “La base teórica del proyecto es la idea de la gestión compartida de los comunes urbanos. El Tribunal de les Aigües es un referente mundial de la gestión colectiva de un recurso compartido –el agua–, que la premio Nobel de Economía Elinor Ostrom mencionó ampliamente en su obra de 1990 El Gobierno de los Comunes”.

A partir de esas premisas este equipo de profesionales ha levantado su nuevo proyecto ‘Tribunal de la ciutat’. Lo definen como “un experimento de innovación social” que “trata de proponer un mecanismo con el que contemplar a la ciudadanía como actor principal de la toma de decisiones sobre València, siendo las personas quienes deciden, y no (únicamente) las instituciones”

Foto: MARIA VISUALS

¿Pero y en qué se concreta esta alternativa ante procesos ciudadanos gripados? El proyecto, explican, toma forma como un prototipo de herramienta de deliberación ciudadana partiendo de referencias internacionales de gobierno colectivo de comunes urbanos, pero también de un intento de definir el derecho a la ciudad contextualizado en València. Incorpora -a través de la ‘Carta de la Ciutat’- un documento vivo que contiene una relación de derechos urbanos, describiendo qué entiende la ciudadanía por ‘ciudad’, por ‘ciudadanía’, por ‘vivir bien en la ciudad’, y cuáles son los derechos y aspiraciones de futuro de quien habita València. A través de ‘Arxiu de veus’ toman una imagen compartida a partir de testimonios en los que consultan por los elementos y valores que la ciudadanía quieren para València. Por última, en ‘Conversa Oberta’, fomentan el encuentro público, en persona.

La presencia referencial del Tribunal de les Aigües se plasma en un planteamiento que toma “la idea de la ciudad como bien común, un recurso compartido para la vida y calidad urbana -como el agua en la vida agraria-. Si el agua es el común más importante en el ecosistema agrario, y motivó el Tribunal de les Aigües, el espacio público y la ciudad lo son del urbano”. 

“La ciudad -considera este equipo de especialistas- no debería ser un producto financiero sino la combinación entre un espacio físico (los edificios, calles, plazas, infraestructuras) y un espacio vivido (la ciudadanía, sus costumbres, sus interacciones, sus vidas sociales e incluso sus deseos). Es lógico plantear su gestión compartida, a través de la mediación y la convivencia”.

Foto: MARIA VISUALS

Nacen con el afán de mejorar la gobernanza actual “desafiando ciertas ideas preestablecidas, como por ejemplo que la decisión y garantía del interés general le corresponde únicamente a las instituciones públicas (…) Por eso el objetivo del Tribunal de la Ciutat es crear una herramienta nueva de deliberación y gestión colectiva y, a la vez, un mecanismo de poder para la ciudadanía. A la larga, idealmente, el objetivo sería que la legitimidad de un método como este sea tan válida e incuestionable como la legitimidad del Tribunal de les Aigües”.

De momento la principal innovación es el propio propósito de huir de la queja de sofá o recluirse en el simple recuerdo nostálgico, planteando un instrumento de utilidad general: “Contamos con una tradición de movilización ciudadana importante, con los ejemplos históricos del Saler o el Jardín del Túria, o posteriormente los Salvem. Las movilizaciones se caracterizan por ser hechos de reacción a un proyecto o propuesta impuesta, normalmente desde las instituciones. La condición de reacción o lucha supone que además tengan un inicio y normalmente un final marcado. Sin embargo, pensamos que a València le queda recorrido para tener discusiones constructivas sobre su futuro. Por eso nos pareció interesante plantear la posibilidad del diálogo de forma propositiva y abierta, más allá de las estructuras de partidos y los agentes tradicionales de la sociedad civil”, concluyen. 

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