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el billete / OPINIÓN

Los Docks merecen algo mejor

Foto: KIKE TABERNER
11/09/2022 - 

Los empresarios y particulares castigados por la burocracia del Ayuntamiento de València se estarán preguntando cómo es posible que una empresa que presentó en pleno verano –viernes 8 de julio– un proyecto para invertir 241 millones de euros en un edificio histórico con fachada protegida, de propiedad municipal, cuyo uso privativo pretende, haya logrado en menos de un mes que el consistorio haya dado curso a la petición, declarando el proyecto "de interés público" y sacando el expediente de 400 páginas a exposición pública por si alguien tiene una mejor idea antes de 30 días.

Un proyecto, el de la empresa Nethits Telecom Group para montar un centro de datos en los Docks, que se presentó en la ventanilla equivocada, la del Consorcio València 2007, organismo que, al estar en liquidación, envió el voluminoso dosier al Ayuntamiento, donde tuvo entrada el 13 de julio. Así que fueron 23 días en plena canícula lo que tardó el alcalde en funciones, Carlos Galiana –en nombre de la Junta de Gobierno, que en agosto no se reúne–, en firmar el nihil obstat.

La decisión, precipitada y, por tanto, errónea, es fruto quizá de la fascinación que genera en los profanos –entre los que me incluyo– cualquier proyecto cuyo lenguaje lleno de anglicismos no entendemos del todo. Es como lo de la inteligencia artificial a la que tanto dinero público destina Puig y que, cabe decir, no será equiparable a la inteligencia humana mientras no incorpore la picaresca.

La noticia me pilló de vacaciones, como a Joan Ribó, con la mente suficientemente despejada para preguntarme si soy el único que piensa que un data center no es el mejor destino para el histórico edificio de los Docks Comerciales de Valencia, inaugurado en 1920. Hoy veo que no soy el único porque el jueves se me adelantó el maestro Ferran Belda con un artículo en Las Provincias en el que rescataba, muy bien traído, el fiasco de Tissat.

Foto: KIKE TABERNER

Porque una cosa son los gustos de cada uno, que habrá quien prefiera el uso discotequero que tuvo parte del recinto hace algunos año o el hotel de seis estrellas que un intermediario sin dinero intentó colarle a Ribó; habrá quienes se decanten por dotaciones públicas a la manera del antiguo Mercado de Abastos, con piscina y todo; también el uso cultural que tenía reservado en el plan estratégico de La Marina; o la residencia de estudiantes que propuso Acciona; incluso alguien subrayará que un data center no deja de ser un almacén, lo que devuelve al edificio de los Docks el uso para el que fue construido hace cien años.

En cualquier caso, hay que pensarlo bien porque hablamos de comprometer el futuro del inmueble público para lo que queda de siglo. Si lo que quiere el Ayuntamiento es cederlo a una empresa privada, habrá que estudiar bien el proyecto, comprobar que es sólido para que dentro de diez años no tengamos en el Grau otro 'nuevo Mestalla' , pedir garantías a la altura de la inversión prometida y, en definitiva, valorar qué aporta a los vecinos de València, empezando por los del Grau y Cabanyal-Canyamelar. Y eso no parece que se haya hecho en esta ocasión. 

El mercado de cloud services, traducido como servicios de almacenamiento de datos o "la nube" está en auge, con una inversión prevista este año de 250.000 millones de dólares en todo el mundo. Centros de datos hay muchos, cada vez más porque la demanda de almacenamiento de datos en la nube no deja de crecer; pero no es algo excepcional como una gigafactoría ni va a hacer que València destaque en ningún mapa de la innovación. Lo que no significa que no haya que dar la bienvenida a toda empresa que quiera instalarlos en la Comunitat Valenciana. Es importante tener centros de datos en el territorio porque, además de la inversión y el empleo de calidad que crean, los clientes, especialmente los gobiernos, se sienten más seguros si sus datos están almacenados cerca de casa que en un país extranjero.

Pero los centros de datos de última generación –instalaciones que generan mucho calor y requieren mucha potencia, 16 MW en el proyecto que nos ocupa– se suelen construir en edificios nuevos con formas cúbicas situados en polígonos industriales o zonas no urbanas, no en edificios históricos con planta trapezoidal asimétrica y la fachada protegida situados en zona urbana con vistas al mar. El ejemplo lo tenemos en los data center de Nunsys, Walhalla y Nixval, todos ellos situados en polígonos industriales de la Comunitat Valenciana.

Centro de datos de Google en Eemshaven (Países Bajos). Foto: UTRECHT ROBIN/ABACA/EFE

Amazon Web Services, líder mundial en el sector del cloud –aunque la firma de Jeff Bezos sea más conocida por el comercio online– está terminando de construir en Aragón tres data center de hasta 100 MW de potencia requerida cada uno, dos en Zaragoza y uno en Huesca –lo que denomina una "región AWS", que será la séptima en Europa–, con una inversión de 520 millones de euros. Los tres centros están en polígonos industriales.

Me consta que la Generalitat ofreció a Nethits una parcela en un polígono de Paterna y el Ayuntamiento le sugirió instalarse en el de Vara de Quart, dentro de la ciudad de València, que Sandra Gómez planea convertir en "distrito de innovación". Pero Nethits dijo que quería los Docks y le abrieron la puerta de los viejos almacenes.

No hemos podido averiguar los motivos de tal empeño porque la empresa que administra Javier Salas, su propietario único, no ha tenido a bien comparecer ante los medios de comunicación ni responder a preguntas desde que Ximo Puig anunció en la tribuna de Les Corts la buena nueva de que una empresa valenciana, de Albal, iba a invertir 241 millones de euros en un centro de datos. Por cierto, es curioso que en el dosier se reproduzca la siguiente afirmación de Puig: "Este proyecto dará servicio en Europa a una multinacional norteamericana del sector audiovisual", sin que se haga ningún comentario al respecto.

Puestos a imaginar los motivos, se me ocurren dos: lo agradable que es tener un despacho con vistas al mar como el que Ribó quiere ponerle, también en La Marina, a su compañero de Compromís Enric Nomdedéu –puede que quien ocupe ese despacho de Labora después de mayo de 2023 sea un alto cargo del PP o de Vox– y, en segundo lugar, que le sale barato. No han valorado, y deberían, los años que les va a costar poner en marcha la obra, porque una cosa es que Galiana te dé el OK exprés a un papel que tampoco compromete a nada –hay tiempo para rectificar– y otra, conseguir la licencia para intervenir en un edificio protegido.

Foto: KIKE TABERNER

Vayamos al informe, que tiene lagunas importantes. Nethits ha propuesto pagar al Ayuntamiento, a partir de la puesta en marcha del centro en 2025, un canon de 175.000 euros al año, actualizado anualmente en función del IPC con un tope máximo del 2%. Cuantía que la empresa no justifica con ningún estudio, como tampoco ofrece ningún razonamiento para explicar la petición de 75 años de cesión del inmueble.

Si a Labora el Ayuntamiento le pide 4.500 euros al mes por la cesión de un inmueble de 2.000 metros cuadrados durante 50 años y a María José Català le parece un precio "más que de amigos", qué pensará la líder del PP local de los 14.500 euros mensuales que ofrece Nethits por disfrutar de 22.000 metros cuadrados durante 75 años.

La misma falta de profundidad se aprecia cuando se habla de Quark como "empresa colaboradora". Esta empresa madrileña de ingeniería y arquitectura especializada en diseño de Data Centers se supone que habrá orientado a Nethits respecto al presupuesto, pero de ella no hay un solo papel en el expediente; solo se la cita y se ofrece una breve descripción copiada de su web y se adjunta un colorido catálogo de los que te encuentras en la sala de espera cuando visitas la empresa.

¿Se ha leído alguien el dosier antes de declarar "de interés público" la solicitud? ¿Acabaremos echando de menos a los abogados del Estado del Consorcio, que ralentizaban la toma de decisiones porque lo miraban todo con lupa?

En cuanto a la intervención en el edificio y su impacto visual, el resultado solo cabe imaginarlo porque no hay figuración virtual de cómo quedaría. Con lo que le gustan al equipo de gobierno de Ribó los renders con filtro verde llenos de vegetación. Dicen los promotores que el proyecto del arquitecto Carlos Campos –con una larga experiencia en rehabilitación– es vaciar el edificio completamente y construir dentro el data center de forma cúbica y "compacta" con cuatro plantas y 22 metros de altura. Sobre la obligatoria protección de la fachada da esta inquietante pista: "Cabe destacar la necesaria permeabilización de los dos niveles inferiores y en particular en planta baja, de modo que el edificio se abra a su entorno evitando el hermetismo que transmite hoy su imagen". A lo que un concejal que se hubiera leído el dosier podría haber respondido: "Si no te gusta, para qué te metes".

Foto: KIKE TABERNER

El proyecto está trufado de largas exposiciones de hipotéticas repercusiones futuras del Centro de Datos para convencer a los políticos, así como de compromisos para tranquilizar conciencias como las promesas de promoción de la mujer, el uso de energía verde, la "refrigeración adiabática" –está recomendada para climas muy secos, según una rápida consulta por internet– capaz de "suministrar agua templada o caliente a industrias vecinas que la necesiten", o una "zona de interacción ciudadana" que será un centro de divulgación sobre los centros de datos "siguiendo el modelo de los museos de ciencia".

'Show me the money'

A la vuelta de vacaciones, con la mosca tras la oreja por las prisas del consistorio y también porque Nethits creó en agosto una inmobiliaria denominada NextG Data Center, pedí la documentación que había motivado la rápida aceptación municipal. Tras revisar los 406 folios, mis sospechas de que a alguien le han colado un gol se acrecentaron.

No solo no hay explicación de por qué ese canon y ese plazo, sino que la forma de financiación de tan costoso proyecto no aparece por ningún lado, como desveló Valencia Plaza el viernes.

Show me the money (enséñame la pasta, en su doblaje al español) es una frase de la película Jerry Maguire (1996), protagonizada por Tom Cruise y Cuba Gooding Jr.,  que se popularizó contra los vendedores de humo: si quieren algo de mí, que vengan con el dinero por delante. Es lo que hizo Alberto Fabra cuando el enésimo intermediario de grandes magnates ávidos de invertir en la Comunitat Valenciana llegó al Palau de la Generalitat con un parque Ferrari bajo el brazo: pedirles avales y mandarlos a paseo. O lo que hizo Ribó con el grupo singapurense que propuso un hotel de seis estrellas en el mismo edificio de los Docks, como valoré muy a favor del alcalde en otro artículo. ¿Por qué ahora no?

La pista definitiva para desconfiar es la figura de Xavier Adserà, socio de dos empresas de inversión británicas que, según dijo en su día Nethits –y ha ratificado esta semana–, continúan en el proyecto. La sociedad ADequita Capital, dedicada al apoyo financiero a nuevos proyectos para luego venderlos a fondos de inversión, aparecía en el vídeo promocional de Nethits como socio en la "estrategia financiera y corporativa”. Sin embargo, ni el nombre de Adserà ni el de sus empresas aparecen citados en los 406 folios del expediente.

Adserà (primero por la izquierda) y Bañuelos (tercero), en la presentación de BCN World en 2012. Foto: ANDREU DALMAU/EFE

Adserà es un financiero catalán de éxito que actualmente reside en Londres. En España fundó el grupo financiero Riva y García y presidió la cotizada valenciana Natraceutical. Ya en Londres, fue CEO de Veremonte, el holding de inversión del valenciano Enrique Bañuelos, a quien en 2007 había ayudado a dar aquel pelotazo de Astroc en Bolsa que terminó en escándalo. Ambos convencieron en 2012 a Artur Mas para que la Generalitat de Cataluña apoyase el proyecto BCN World, alternativa a Eurovegas, que eligió Madrid. Seis casinos, doce hoteles, tres campos de golf, 20.000 puestos de trabajo y 4.500 millones de inversión en Tarragona. El plan de Bañuelos y Adserà era conseguir una rebaja de los impuestos del juego en Cataluña y unos beneficios urbanísticos que no llegaron, por lo que no compraron los terrenos que habían pactado comprar a Caixabank –para revenderlos a otros inversores– y abandonaron el proyecto.

Es esta forma de ganar dinero generando expectativas y logrando favores de los gobernantes lo que podría estar en la mente de quienes han presentado este proyecto para los Docks. Suelo barato, buena ubicación, ayudas públicas… Un caramelito para atraer a fondos de inversión o, mejor aún, a un comprador del sector informático. Lo que en el sector inmobiliario se denomina "dar el pase", en este caso en un edificio público. De hecho, los dos primeros objetivos que se marca el proyecto presentado por Nethits al Ayuntamiento son "atraer fondos de inversión" y "la implantación de, al menos, una empresa multinacional americana en València". No hace falta ni leer entre líneas.

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