VALÈNCIA. Comer es mucho más que ingerir. Es una experiencia que comienza en el mismo instante que te acomodas en la silla. La iluminación del espacio, la textura del mantel que cubre la mesa, la disposición de las servilletas, las formas y tonalidades de la vajilla, los vasos… un ritual estético en el que cada elemento juega un papel fundamental para transmitir un mensaje y un sentimiento. En esa puesta en escena la cerámica es la sal y la pimienta de la gastronomía, potenciando su sabor más allá del sentido del gusto y dotándola de personalidad. Comer con la vista. Lo hace a través de la sensibilidad del artista y sus intereses o reflejado la filosofía del restaurante, en ese diálogo entre contenido y continente que cada vez es más importante. El tintineo de la porcelana fina, la textura rústica del gres, la calidez del barro… Ahora no es solo sabor, es tocar y sentir, de ahí que cada vez sea más habitual que restauradores colaboren directamente con ceramistas locales y diseñadores. También que los ciudadanos comiencen a incorporar piezas de cerámica artesanal en su vajilla diaria. Así, piezas de Ana Illueca, Eugenia Boscá o Cuit Ceramic (Patricia Soriano y Celia Collado) visten las mesas de restaurantes o sirven como elementos de interiorismo en una muestra de que ambas disciplinas se complementan.
Piezas personalizadas para el pan, el aceite, los principales, los postres… dirigen la atención a los productos de cerámica que están sobre la mesa, destacando el papel protagonista de la vajilla para redondear la experiencia culinaria. En el restaurante Flama (València), Edu Espejo realiza un postre oculto tras una pieza de cerámica de Cuit Ceramic, que también ha diseñado el cuenco en el que mojamos el pan en el aceite o el plato grande en el que se sirven sus carnes y pescados a la brasa. El juego de materiales, texturas y acabados naturales de Cuit conjuga a la perfección con la filosofía del restaurante, basado en el producto. “Hemos colaborado con Flama, Bouet o Abiss (Calpe) para recipientes concretos, pero también hemos realizado la vajilla del brunch para La Papa (Barcelona)”, comentan Patricia Soriano y Celia Collado. Según explican, les gusta trabajar con gres, que aporta esa resistencia y durabilidad tan primordial para ellas: "En nuestros diseños no somos atrevidas, no lo buscamos, lo que queremos es que esta cerámica utilitaria sea atractiva y diferenciada; que sean piezas funcionales y bonitas. Por eso detrás de cada diseño hay un proceso de investigación hasta que damos con lo que buscábamos”. El resultado son piezas funcionales, sencillas y de formas orgánicas, casi desiguales, que cada vez son más visibles sobre la mesa. "Nos hace muy felices que los restauradores apuesten por la cerámica artesanal”, comentan.

- Colección Gradients -
- Cuit Ceramic
Por su parte, Ana Illueca se inspira en sus raíces, tradiciones y vivencias y hace nacer del torno piezas que revisan símbolos, formas y colores. También explora con nuevos materiales, como las piezas de cerámica que emplean el espolín, un tejido de seda realizado de forma artesanal muy valorado en el mundo de las Fallas y que está a punto de desaparecer. Un trabajo que llamó la atención de la chef Begoña Rodrigo (La Salita), que le pidió el diseño de una pieza para presentar uno de los pases de su menú Espolín. “Me dio el concepto de su creación gastronómica y yo le presenté un diseño de cerámica de tonos neutros siguiendo mi estilo”, relata. Un ejercicio que ha realizado también con Luis Valls, de El Poblet (València). “Contactan conmigo por esa idea que tengo del origen”, recalca.
El arte de la cerámica para transformar espacios
Cada pieza que sale del taller es única, incluso si se trata de una serie, de ahí que aporte sofisticación y encanto a los restaurantes que buscan brindar a los comensales una experiencia diferente. “Los restauradores tienen una mayor sensibilidad hacia la vajilla artesanal porque aporta distinción y calidez", comentan Patricia Soriano y Celia Collado. Ana Illueca suscribe sus palabras resaltando que esa artesanía da “exclusividad” al restaurante y éste es consciente de ello. Una artesanía que no todo el mundo sabe apreciar, como comenta Eugenia Boscá: “Quien aprecia la belleza de las cosas mirará más allá y dará la vuelta al plato para saber quién lo ha hecho”.
En esa actual tendencia de poner por encima la estética, la cerámica deja de ser un soporte para convertirse en una superficie que aporta valor al producto gastronómico. Es decir, es parte de la experiencia culinaria. “La cerámica nace como un elemento utilitario y los ceramistas hemos luchado para salir de ese encasillamiento y que se convierta en una herramienta de expresión”, comenta Ana Illueca. En sus piezas aúna utilidad y estética, como las jarras anatómicas de la serie Relationships, que al colocarlas en relación unas con otras, adoptan formas diferentes, emocionales y vivas. Es decir, romper los límites entre lo artístico y lo utilitario.

- Decoración de Los Madriles realizada por Eugenia Boscá -
- Paco Barreda
Una línea invisible entre arte y utilidad que cruza Eugenia Boscá creando piezas de cerámica que bien pueden vestir la mesa como vajilla exclusiva o saltar a la pared como un elemento de decoración. Se aprecia en el restaurante Turqueta (grupo Saona), cuya vajilla aporta el color turquesa a las paredes, o en el restaurante Los Madriles Nueva Taberna, elaborada en pasta blanca esmaltada, con formas caprichosas y una decoración de productos de la huerta y el mar en azul cobalto. Dos estilos diferentes que encierran el Mediterráneo —“somos mediterráneos y aunque no lo pretendas te inspira”—, hablan de la contemporaneidad y de la luz, características que definen el trabajo de Eugenia Boscá. “Voy hacia el utilitarismo, la luminosidad—le gusta trabajar con pastas blancas como el gres, la loza o porcelana—, el uso de tonos neutros, la elegancia en las piezas y las formas, y soy muy exigente con los acabados”, explica.
Piezas de autor se cuelan en las casas
Los chefs se nutren de la huerta y del mediterráneo para elaborar sus menús, pero esa despensa sirve también de inspiración a las ceramistas para crear objetos únicos. Ese fue el caso de Ana Illueca al diseñar la Mandarina Salero y el Vasito Arrocero, creaciones que reflejan su manera de mirar el entorno, interpretarlo y sintetizarlo. Como explica la artista, la Mandarina Salero se reduce a tres elementos clave: su silueta redondeada, su color naranja vibrante y un patrón perforado de color verde por donde sale la sal y cuya forma pentagonal recuerda al cáliz de la fruta. Por su parte, el verde del Vasito Arrocero refleja los campos de la Albufera en primavera y su forma ergonómica facilita su uso —su capacidad permite medir la cantidad perfecta de arroz para una paella—.

- Mandarina Salero y el Vasito Arrocero -
- Ana Illueca
Con iniciativas como esta, piezas que van más allá de las piezas tradicionales de una vajilla comienzan a colarse en las casas. Así, como coinciden en explicar las artistas, la gente va incorporando a esa vajilla convencional que tiene en casa piezas de autor que le gustan, ya sean de aquí o de otros países. Ya no importa que todo sea igual, la belleza está en la singularidad. Además, las personas crean un vínculo con esa pieza de cerámica artesanal. “Mis piezas generan cierta sensación de propiedad. Ya no es la taza o el bol, sino es la taza o bol de alguien en concreto”, comenta reflexionando sobre esa relación que se crea con la cerámica de autor. Un vínculo que desde Cuit Ceramic construyen a través de los talleres de cerámica que imparten: “En los talleres la gente descubre todo el trabajo que hay detrás y valoran aún más la pieza de cerámica que ven”.
De este modo, poco a poco, se va transformando la idea de la cerámica de autor para ubicarla de nuevo sobre la mesa, como un utensilio del día a día o de momentos especiales. “Tradicionalmente la vajilla ha sido para usarla y no se le da el valor estético que se le da hoy”, comentan Celia y Patricia. Ana Illueca suscribe sus palabras y se pone algo reivindicativa: “Hay poca formación en cerámica contemporánea y el relato está en su utilidad, sin valorar el trabajo que hay detrás ni su nivel artístico. Es momento de distinguir a los artistas de cerámica, de visibilizar el conocimiento, la habilidad y la creatividad”. Es el momento de poner sobre la mesa la cerámica valenciana y de disfrutar en ella un menú gastronomico o una ensalada refrescante en casa.