Relajación es ir sin meta: atravesar una calle sin razón, interesarte por el cuadro que no te convence, comprar el libro que no leerás y elegir una camisa que mañana será horrenda
Entre que unos me cuentan que en Valencia se pueden hacer muchas cosas y otros opinan que no se mueve nada, esta semana tuve varias tardes completamente vacías. No quise ir ni al dentista, porque eso hubiera sido ocupar el tiempo, es decir, renunciar al goce total de la absoluta relajación. Relajación es ir sin programa y sin meta: atravesar una calle sin razón, interesarte por el cuadro que no te convence, comprar el libro que no leerás, elegir una camisa que mañana te parecerá horrenda. Para alguien que tiene todas las horas racionalmente distribuidas, unas tardes irracionales modifican todo el mes. La vida es una concatenación causas-efectos que es necesario romper. Y en Valencia hasta lo extraordinario, como la malversación de dinero público, puede acabar siendo monótono.
Para conseguir una tarde irracional es necesario salir sin compañía, porque salir con alguien implica conversar, y conversar es hacerse esclavos de la coherencia. Ir solo es obedecer a la propia fantasía, ceder al azar, buscar en el menú chino los gusanos de seda con miel sin ayuda de blogueros, encontrarse de repente en la calle Burriana a un señor achispado que asegura haber sido abandonado por un ex-presidente de Les Corts. Aún así, él le ama.
¿Y por qué este deseo de vagabundear? Porque la noche anterior a esta decisión me di cuenta de dos cosas significativas. Una, de que Bertín Osborne se había salvado de vender su cortijo mientras que Miguel Bosé ofrecía sus Picasso al mejor postor. Y otra, porque en la Valencia del año 2016, a partir de las doce, no se sirve café irlandés en ninguna parte, ni siquiera en los bares irlandeses ni en las coctelerías de raigambre. Y esto es así porque el ahorro, la crisis, la austeridad, la política -o como lo llamen ustedes- obliga a sumisiones, ventas y a apagar las cafeteras, no vaya la gente a apalancarse con una taza en una mesa. Así que ¿para qué obligarse uno a una rutina si las cosas nunca parecen tener remedio?
Empecé pues la semana por Ruzafa y recordé la invitación de Loles para ir al Espacio Biosca, la tienda emblemática de vinos y licores. No pudo ser mejor idea porque presentaban la nueva añada 2013 de Caprasia bobal (que fue el mejor vino de D.O. Utiel-Requena en cata a ciegas), el pago de los Balagueses syrah, que tiene 93 puntos Peñin, y la novedad de garnacha tintorera y merlot. Probamos el cava Caprasia brut nature y el tinto Rebelia.
La trastienda habilitada con mesas estaba llena de gente interesante y al principio algo tímida, que fue gradualmente subiendo el tono y volumen de la conversación conforme íbamos catando los productos: estaba Pedro García Mocholí, crítico gastronómico de Las Provincias, Christophe y Carinne Derambure, del Liceo Francés, Begoña Ángel de Biosca, la periodista Thaïs Soler, cuya familia alquiló el local de Ruzafa a Bisoca durante mucho tiempo; José Luis García de The Influencer y Santi Nose, que en unas semanas hará una cata para que la gente descanse después del trabajo. El responsable de los vinos de pago y ecológicos Vegalfaro, Rodolfo Valiente, estuvo pendiente de todos mientras explicaba la forma que deben tener los tapones del cava al salir (si no salen en forma de seta no valen una peseta), cómo se macera el chardonnay en barricas de roble removiéndolo con un bâton o dando detalles sobre los vinos correcaminos que sirven para todas las ocasiones.
Cuando salí de allí dando un paseo, me di cuenta de que el bar Trina de los jardines de la Gran Vía Ramón y Cajal, aquel que en los años 80 era un hervidero de gente pasando y todo aquello, se ha convertido en una House of Burger y bocatería a precios imbatibles: hamburguesa y bebida a 5 euros. ¡Oh, tiempos! ¡Oh costumbres!
Muy cerca de allí, en la calle Alberique 2 del mismo barrio de Arrancapins, Juanma Montoya y Jaime Sáez han abierto el Egunon donde antes estaba La Titaina: un bar con una carta sorprendente de tapas y pinchos entre vascas, valencianas y orientales, arroces de puchero y al horno que vale la pena conocer si se quiere comer bien en plan desenfadado.
Por cierto que esta semana también visité dos lugares dignos de mención: el primero, el acogedor Leizpig de Andy y Ricarda en el tramo de la calle Texidors que ha quedado vivo y con una decoración que respeta los orígenes del local. Su oferta culinaria es una mezcla de sabiduría alemana y de la de nuestros vecinos mediterráneos del Magreb, todo ello salpimentado con buenos productos de la terreta, como sus sorprendentes patatas bravas.
Y el segundo lugar, El Bambino, llevado por el italiano Rino Aversa, un hombre que aupó en su local de Nápoles a los mejores monologuistas del país y que vino a descubrir Valencia. Para los que gustan de las recetas originales (Sergio Adelantado, este mensaje es para ti) este local escueto de la calle Quart 139, prepara una inigualable calzonne con grelos y salchicha de Nápoles (friarelli e salccicia, que de algo ha de servir llamarme Tonino), la tradicional escarola frita, pizzas y productos como hecho por la mamma, para llevar, casi al antojo del cliente.
Así como la mejor hora del Mercadona es las tres y media, el mejor momento para encontrar eventos canaperos son las ocho de la noche. En el Museo de L´Iber, el de los soldaditos de plomo, acerté a catar unos vinos de Murviedro mientras se presentaba la recopilación de relatos de misterio valencianos reunidos bajo el sugerente título Niebla y sangre.
En la mesa de presentación: Alejandro Noguera, director del Iber y de la Fundación Libertas 7 (que se debió quedar horrorizado porque le saludé con dos sonoros besos en las mejillas); Marta Querol, ajetreada escritora que últimamente está en todas partes; Antonio Penadés, escritor y director del Curso de Narrativa que se realiza en el museo y Marina Lomar, escritora de acento y directora de esta antología en la que participan los talentos de Pilar Verdú, Raúl Borrás, Alejandro Gadea, Alejandro Mohorte, Eva María Marcos, Enrique Huertas Bellido, Miguel Ángel Buj, Beatriz Schleich Tena, Javier Rodrigo Ibarra, Juan Miguel Aguilera, Yolanda León, Maria Vicenta Porcar, Margarita Quesada, Mila Villanueva,Pablo Tobías, Javier Lacomba,Vicente Marco, y Josep Asensi. El nutrido grupo de amigas de la valencianófila actriz Luisa Gavasa no paraba de hablar de que, después de conseguir el premio Feroz por su actuación en La Novia, iba directa al Goya ya que, como los Globos de Oro para el Oscar, son también una antesala del éxito.
Alguno de los jóvenes periodistas de 'Valencia Plaza', que siempre buscan informaciones novedosas y prácticas, debería sacar semanalmente un listado de eventos que fueran marcados con un icono que indicara si dicha reunión conlleva canapé, pincho, vino español, barra libre o nada de nada.
En la inauguración de la exposición Harun Farocki: lo que está en juego del IVAM se nota que el traslado de La Sucursal ha bajado el número de gorrones habituales y modernos que acudían atraídos por el catering de sus vernissages. Incluso había gente normal disfrutando del trabajo del agitrop y propagandista revolucionario Harun Farocki, uno de los iniciadores del nuevo cine alemán que demostró en 1960 su rechazo a la guerra de Vietnam quemándose con un cigarrilo para enseñar lo que son los 400 grados con los que inflama el Napalm.
Obsesionado por el control y adoctrinamiento de la sociedad post-capitalista (traducción: por lo borregos que somos) hay profundas críticas sociales en el recopilatorio de su obra expuesta: la influencia de las cámaras de vigilancia que no necesitan operador o la moral, la política y la violencia en los videojuegos.
Como comisarios estaban en esta muestra: su viuda, la guapísima Antje Ehmann, acompañada por Carles Guerra, dotado también de un indudable magnetismo personal además de ser director de la Fundació Tàpies. Les acompañaba el Embajador de Alemania y Andorra en España, cuyo nombre nadie conocía, Peter Temple (lo tuve que buscar en Google), en su primera visita a Valencia y al que José Miguel Cortés, director del IVAM, llevó a cenar al popular restaurante La Salvaora; ole torreador flamenco Es ist mir wurst.
Representates de las instituciones fueron el Conseller d’Educació, Vicent Marzá; el secretari autonòmic de Cultura de la Generalitat, Albert Girona y Josep Vidal, subsecretari de Cultura. El código vestimentario era de rigurosa chaqueta y el código idiomático el valenciano industrial de la zona Hannover-Brunswick .
Soplaba un aire gélido sobre el edificio del museo pues se había conocido hacía unas horas que Consuelo Císcar estaba siendo investigada por irregularidades en la gestión de IVAM. Según algunos testigos, esa misma noche se aparecieron, como las caras de Bélmez, varias listas de las últimas candidaturas al Senado. Las Cabañuelas indican que va a arreciar.
Alguien estaba a punto de proponer, en vista de la previsible austeridad post-gamba de Denia, que para estas ocasiones se tuviera una botellita de mistela escondida en la mesa del hall para ofrecer un refrigerio a visitantes ilustres. Al fin y al cabo el IVAM ha aumentado sus visitantes y nos podemos dar alguna alegría.
Por cierto, que hablando de visitantes, a esta magnífica exposición que recomiendo visitar con mucha tranquilidad acudieron Olga Adelantado, con los artistas que inauguraron recientemente en su galería, Juan López y Carlos Maciá; la elegante artista Sandra Figuerola; Alfonso Manglano con Eva Marcellán; José de Miguel con su esposa, la interiorista Tatiana Monsonís; el artista Javier Calvo; la fotógrafa Concha Prada; Maite Ibáñez, musa y Secretaria cultural del PSOE; Javier de Suñer, de Nunsys y la queridísima y carismática Pili Corty con boina violeta. Una guapísima vecina del IVAM llamada Patricia que me dijo algo sobre la exposición que se me quedó grabado: “Como es visual, es más agradable de ver.” La señora tiene razón: con lo bonito que es contemplar las porcelanas de Lladró que, en cuanto las ves, las comprendes enseguida.