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III EDICIÓN DE ART I MENT

Soundpainting, o cómo hacer brotar la creatividad y la autoestima en los adolescentes mediante la improvisación musical

  • Fotos: KIKE TABERNER
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VALÈNCIA. “No existe el error”. Puede que la premisa resulte algo chirriante en una sociedad tan competitiva y predispuesta a penalizar los fallos ajenos como la nuestra, pero esa rotunda sentencia constituye uno de los pilares sobre los que se asienta el taller de soundpainting y psicología musical para adolescentes que los profesores Roberto García y Judit Gual lideran en La Nau. “Ante la duda hay que seguir creando, hay que crear continuamente”, apunta el docente. Queda verbalizada así otra de las piedras angulares del programa, que se presenta como un paréntesis de libertad y exploración en el que los participantes, de 12 a 13 años y sin conocimientos previos en materia rítmica, aprenden a desarrollar sus habilidades artísticas y mejoran su autoestima.

“¿¿Soundqué??”, se preguntará extrañado el lector que no sea muy ducho en pedagogías musicales. Que no cunda el pánico, aquí está Cultur Plaza para resolver la incógnita y facilitar que todo el mundo pueda conciliar el sueño esta noche: se trata de un lenguaje formado por gestos que va realizando el director del espectáculo y que los músicos traducen en distintas respuestas. Algunas señas deben ser contestadas con reacciones convenidas de antemano y otras buscan la espontaneidad del intérprete. De esta forma, se logran realizar composiciones en directo con una fuerte carga de improvisación. Aunque en esta ocasión el sistema se circunscribe a cuestiones sonoras, en realidad tiene un carácter multidisciplinar, pues en él también pueden participar actores, bailarines o artistas visuales. Ideado por el neoyorquino Walter Thompson en 1974, este método cuenta ya con más de 1.500 signos.

Un puño cerrado, dos dedos en señal de victoria o un círculo trazado en el aire constituyen varias de las instrucciones que reciben los participantes. Acelerar el ritmo, quedarse en silencio, sisear o tocar en bucle una misma secuencia serán algunas de las réplicas a las que deberán sumarse. Otras posibilidades son entonar un murmullo, lanzarse a contar una anécdota que les venga a la mente en ese instante o incluso ‘dibujar sonidos’ con el movimiento de brazos, piernas y rostro. Todo depende del gesto que el soundpainter ponga en marcha. “Hay una sintaxis de qué, quién, cómo y cuándo con la que tú te comunicas con los intérpretes y les invitas a que toquen. Ellos te ofrecen lo que entienden que pueden llegar a ofrecer. Van plasmando su realidad interior, su emoción”, apunta García. En este universo sonoro no hay partituras que seguir fielmente ni lecciones de solfeo, no hacen falta: el juego se guía por unos parámetros completamente distintos.

Ahora, la técnica se alza como estrella indiscutible de la III edición de Art i Ment, que levantó el telón el pasado el mes de octubre. Esta iniciativa de La Nau Social hunde sus raíces en los fundamentos de la neuroestética, disciplina que defiende cómo “la participación en la experiencia artística produce importantes beneficios cognitivos y emocionales, tanto para los creadores como para los observadores”, explica Ana Bonmatí, directora de Gestió Cultural del Vicerrectorat de Cultura i esport de la Universitat de València. Conscientes de esas potencialidades, desde la UV decidieron poner en marcha un proyecto que funcionara “a modo de laboratorio” para desarrollar estas actividades, estudiar sus efectos “y concienciar a la sociedad al respecto”. Cada entrega del proyecto se centra en una audiencia diferente y emplea técnicas distintas que toman al sonido como eje vehicular. Así, la primera se dirigió al público infantil y la segunda a mujeres que habían sufrido alguna situación de vulnerabilidad. En esos casos, además, a la musicoterapia se le sumó el trabajo con las artes plásticas.

Esta última edición se acerca a quienes están abandonando la niñez y lo apuesta todo al soundpainting “porque es un sistema lúdico y divertido muy apropiado para esa edad”. “La capacidad de la música para salvar del caos y aportar felicidad está calando en la ciudadanía, pero todavía es necesario difundir todas sus potencialidades”, señala Bonmatí, coordinadora del ciclo. A través de este método de enseñanza, además de la creatividad y la autoestima ya mencionados, Gual y García buscan trabajar también cuestiones transversales a cualquier individuo, como la trasmisión de emociones, la integración social, el respeto, la reflexión, la asertividad o la toma de decisiones. Vamos, los puntos cardinales necesarios para encender la llama de una existencia que pueda vivirse en plenitud.

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