la ciudad y sus vicios

Oficial: la Valencia cultureta se ha descentralizado

La periferia ya compite con la Valencia canónicamente céntrica. La irrupción de contenidos culturales en los márgenes urbanos. Sus historias

4/02/2017 - 

VALENCIA. “Por razones históricas y de desarrollo urbanístico la concentración de edificios vinculados a la cultura o al arte, en esta ciudad o en cualquier otra, suele adscribirse al centro o a los ensanches del siglo XIX, a las supuestas zonas ‘nobles’”, inicia Nuria Enguita, directora de Bombas Gens Centre d’Art. Pero… a la vista está que Valencia está viviendo una revolución de contenedores y contenidos (...) espacios rehabilitados que marcaron la vida y el paisaje de la ciudad y pueden volver a marcar la diferencia de esos otros ‘centros’ urbanos, ahora barrios de la ciudad. Y son tan excepcionales que no importa donde estén, porque merece la pena ir a buscarlos”.

Producto del azar, de la espontaneidad social o de una planificación concienzuda, las costuras de una ciudad acostumbrada a empequeñecerse han comenzado a ensancharse en los últimos años. Sí, Valencia crece… a lo ancho. Barrios desprovistos han empezado a acarrear estrenando reclamos inesperados. Rambleta y Las Naves, Bombas Gens y La Fábrica de Hielo, El Musical y Veles e Vents. Merece la pena ir a buscarlos.

Los pelmas que hablaban, digo hablamos, sin parar del centro debieron dejar los prismáticos y empezar a recorrer otras geografías cosiéndose. “Es la respuesta a una etapa pasada que provocó muchos focos emergentes y alternativos en distintos puntos de la ciudad. Muchos han acabado cristalizando”, analizan Jaime Pérez y Josan Peris desde La Fábrica de Hielo, al borde del mar y el Cabanyal.

“Lo que parece que verdaderamente se está produciendo es un mayor interés y demanda por la cultura en los barrios, de la misma manera que sucede en las ciudades europeas de mayor nivel cultural donde este modelo de descentralización es una realidad”, apunta Lorena Palau, gestora de Espai Rambleta. Desde allí, en las compuertas de San Marcelino, recuerdan uno de sus primeros encuentros con la distancia: “Cuando tuvimos que diseñar el programa, en el que aparece un mapa y lo que se tarda en llegar a Rambleta según el transporte que utilices, el equipo midió en persona la distancia desde el centro andando, en bicicleta, bus y coche. Nos dimos cuenta de que estábamos mucho más cerca de lo que pensábamos”.

“El ‘centro’, tanto físico como mental, está muy sobrevalorado. Que exista esta ‘nueva’ descentralización ayuda a reforzar la identidad urbana, a catalizar las dinámicas existentes”, razonan desde Las Naves, cuyo cronómetro en mano se detuvo en el minuto 25: “ Celebramos la conexión de Las Naves por carril bici con el centro de la ciudad. Ahora desde las Torres de Serrano se tarda 25 minutos sin salir del carril bici”.

El emoji de las olas del mar surca buena parte del plano de esta nueva irrupción. Una vocación concienzuda en cada discurso por reivindicar la conexión con el salitre en esta Valencia de nosotros los millennialitos: “Valencia es una ciudad cómoda para desplazarse, la clave está en generar contenidos atractivos que permitan alargar el tiempo de ocio en una zona concreta”, razona Pablo Mazo, director Regional de Relaciones Institucionales de Heineken, uno de los impulsores de Veles e Vents que acoge también la oferta gastronómica de La Sucursal.

Los focos culturales como revitalizadores de áreas clamando protagonismo. “La Marina es parte intrínseca y emblemática de la ciudad, y nuestra apuesta -dice Mazo- pasa por contribuir a que la ciudad se abra cada vez más al mar y que suponga un redescubrimiento de una zona muy importante de la ciudad”.

Olga Álvarez, coordinadora de Teatre El Musical va más allá. Plantea contribución de un teatro para la recuperación de un barrio estigma: “con el teatro cerrado se había negado el acceso al público. Reabrirlo como un proyecto público buscaba convertirlo en elemento vertebrador del barrio, como lo es el mercado del Cabanyal, La Collectiva o la asociación ACIPMAR. La asistencia del público al TEM acaba revirtiendo en una mayor implicación con el barrio e incluso mayor consumo allí”.

Con visión área sería complicado estipular cuál es el territorio central de la cultura en Valencia, abiertamente policéntrica. “No hay un centro desde el punto de vista cultural... En todo caso el río”, señalan Peris y Pérez de La Fábrica. La distancia, atiende Nuria Enguita de Bombas Gens no es percibida como “un handicap sino como como una oportunidad de demostrar que hay vida cultural en la otra parte de esa gran barrera psicológica que es el río. Valencia tiene muchos ‘centros’, y cada vez se están poniendo más en valor. Marxalenes se suma a ese cambio. Y para ello estamos diseñando un plan expositivo con un gran potencial, y también un programa educativo y de actividades culturales que mantengan el centro de arte vivo. Forma parte de nuestra misión”.

A golpes contra la barrera psicológica de intramuros. “En 2012 Espai Rambleta fue inaugurado y cinco años después -señalan sus responsables- el centro ha recibido más de un millón de visitantes. Su localización en la ciudad nos exigía ayudar a revitalizar la zona sur de Valencia generando ingresos en el barrio, dotándolo de una oferta cultural y facilitando tanto a la Asociación de Vecinos de San Marcelino y a la Unió Musical l’Horta el trabajo tan encomiable que realizan. Contribuimos a dar a conocer el barrio fuera de su distrito”.

“Las Naves -encaran ahora sus portavoces- está en pleno Poblats Marítims, un distrito con una interés social tremendo, una identidad muy fuerte que ha ido mutando con el crecimiento de la urbe y la diversificación de su población, una identidad de vida de valor histórico y al mismo tiempo muy contemporáneo. No podemos olvidar que la institución es una representación de lo social. Hemos querido incorporar el entorno al mapa mental de la ciudad. Por no hablar de la dinamización (incluso económica) de la zona con la apertura del Espai Mutant”.

“La ciudad -retoma ahora Olga Vázquez desde El Musical- se ha dado cuenta de la importancia de ampliar su radio de movimiento. Me pareció significativa la última Gran Fira de València, ampliando sus espacios para que las actividades llegarán a emplazamientos distintos”. Desde La Fábrica de Hielo se escucha enumerar la procedencia de sus visitantes: “gente del Carmen, gente de Russafa, gente del Cabanyal, gente de Ayora… Uno de los logros es provocar movimientos entre zonas que de otra manera no se producirían”.

Definitivamente necesitamos datos cuantitativos que determinen cómo afecta la presencia de un centro cultural a la agitación de su zona de contexto.

Entre tanto su atracción como faros que iluminan entre la bruma: “Marxalenes es un barrio muy falto de atención, pero eso no significa que carezca de atractivo. Todo lo contrario. Lo que pasa es que hasta ahora no se han puesto en valor”, explica Nuria Enguita. “El abandono de joyas patrimoniales como Bombas Gens o su vecina de Benicalap La Ceramo son los casos más evidentes. Ahora, además de la rehabilitación que se está llevando a cabo para ser un Centro de Arte de referencia, los últimos hallazgos en la antigua fábrica la han convertido en un lugar de gran interés y riqueza. No solo por descubrir una bodega del siglo XV, que es importantísimo, sino porque esa bodega da sentido a toda una zona de la ciudad, junto con las alquerías de Marxalenes. Ahí hay una conexión que queremos explotar”.

 “Los temporales se sienten de una manera muy especial en Veles e Vents”, extiende Pablo Mazo. Hasta ahora rompeolas del furor urbano, los márgenes comienzan a ser puerto de destino. Poblats Marítims, San Marcelino, Marxalenes... Valencia un poco más ancha. 

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