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al otro lado de la colina

Otra vez nuestro patio trasero

  • Abogados participan en las protestas en Argel este jueves en contra de Buteflika. Foto: MOHAMED MESSARA/EFE
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El día a día de la política nacional es tan ruidoso que nos deja sordos para prestar atención a lo que ocurre fuera de nuestras fronteras, más aún ahora en medio de todo tipo de elecciones, locales, autonómicas, generales y europeas, donde un gran equipo táctico Iván Redondo-Pedro Sanchez están marcando los tiempos políticos y han fijado el momento y lugar de la confrontación-cita electoral, eso en estrategia supone un porcentaje alto de la victoria, sin que el resto de partidos hayan sabido o querido anular, estrategia al que un dubitativo Ximo Puig se ha sumado para ver si pesca en el rio revuelto con el enfado de sus aliados del Botanic.

Pero vamos al tema que nos despistamos por el ruido, volvamos para hablar de nuestro patio trasero o backyard (que dirían los anglosajones), y después de que hace un año y medio ya hablábamos de Argelia, con algunas de las coordenadas similares. Entre otras cuestiones escribíamos como en las últimas elecciones en mayo de 2017 (de carácter legislativo) sólo habían participado el 38 % del censo, deslegitimándose un poco al régimen, y ya entonces se escribió un manifiesto titulado “Demasiado, esto es demasiado” contra el presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, y su posible nueva candidatura, sería la quinta, en este 2019; y hete aquí que llegado el año y el momento el presidente ausente se vuelve a presentar para las presidenciales del 18 de abril, generando disturbios y manifestaciones desde el 22 de febrero.

Lo de ausente lo escribo porque desde que sufrió una ataque cardiovascular el año anterior al inicio de su cuarto mandato-reelección (vamos que gana batallas casi como El Cid, después de estar fuera de combate) desde aquel momento, casi lejano año 2013, no se le ha vuelto a oír prácticamente y sólo se le puede ver en una silla de ruedas (con un aspecto bastante deteriorado), y además periódicamente (como hace unos domingos) el gobierno informa de viajes del presidente a suiza para realizar "unos chequeos médicos rutinarios". Y ante este panorama, una más que posible quinta reelección la juventud y la intelectualidad ha dicho basta con manifestaciones y altercados callejeros, en un principio no contra el sistema en sí, pero claro el propio primer ministro Ahmed Ouyahia, a pesar de tener que haber disuelto las concentraciones con antidisturbios, y haber manifestado que en general, y hablamos de unas declaraciones de hace unos días, los manifestantes han sido pacíficos y que ofrecieron rosas a la policía (en Portugal en 1974 fueron claveles a los militares, “la revolución de los claveles), puntualizó -ojo- que en Siria en 2011 al inicio del levantamiento también se "empezó con un intercambio de rosas", y aquí está donde reside el problema, la situación de Argelia, principalmente desde la perspectiva económica se ha deteriorado por la bajada de los precios de los hidrocarburos, y si cuando explotaron las primaveras árabes en 2011, se pudo resolver en aquel país por cesiones políticas (eliminar el estado de excepción) y por la buena situación económica que vino a posteriori por la subidas de los precios del petróleo, pero ahora es distinto porque el paro a los menores de 30 años les afecta en un 30 %, y pueden dejarse llevar por cantos de sirena peligrosos.

Y digo lo anterior, lo de dejarse seducir por un mensaje peligroso, porque no sería la primera vez. Ya ocurrió en los años 90s del siglo pasado en la guerra civil que sacudió el país, con decenas de miles de muertes (algunos las elevan hasta los casi 200.000 muertos), que se produjo al confluir dos elementos el interno, el descontento social de no dejar gobernar al partido islamista, el Frente Islámico de Salvación (FIS) que ganó las elecciones municipales de 1990 y un magnífico resultado en la primera vuelta de las presidenciales en diciembre de 1991, aumentado (este descontento social) por la crisis económica consecuencia de la bajada del precio del petróleo a finales de los 80s, a todo ello se le unió un elemento externo, los llamados “retornados” que eran los muyahidines, los guerrilleros islamistas que habían luchado y echado a los soviéticos de Afganistán que volvían a sus respectivos países de origen, y fue cuando aquella mezcla derivó en un coctel explosivo.

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