30/06/2018 -
Un buen tipo que se ve superado por las circunstancias. Así define Pablo Chiapella a Juan, el personaje con el que protagoniza, junto a Laura Romero, Viva la vida, la nueva película de José Luis Berlanga. El filme, que se está rodando estos días en la capital del Túria, cuenta entre sus escenarios con el mercado del Cabanyal, la playa de la Patacona o el barrio de Russafa y en él participan actores valencianos como Willy Montesinos, Diego Braguinsky, Cristina Perales, Ferran Gadea o Lola Moltó.
En cierta manera, la cinta, que supone su debut en el cine, se concibe como una exaltación a la épica de la cotidianidad, pues según explica Chiapella (Albacete, 1976), “aborda esas pequeñas cosas del día a día que se ven afectadas por una circunstancia desdichada. Es una defensa de la alegría de vivir, de intentar conservarla aunque los acontecimientos nos desborden”. La crisis económica que en los últimos años quebró las esperanzas de miles de hogares españoles se erige aquí en catalizador de la trama. “A Juan le gusta su trabajo y adora a su familia. Siempre ha hecho bien las cosas, pero por culpa de la crisis se ve abocado a un desahucio y se ve obligado a recurrir a sus parientes para seguir adelante. Pierde su nivel de vida y debe luchar, desde la humildad y la sinceridad por recuperarlo”, explica el actor. De hecho, este personaje constituye el reverso luminoso de Amador, el habitante de Montepinar con el que Chiapella ha logrado saltar a la fama en la serie La que se avecina (LQSA).
Con cerca de cuatro millones de espectadores por capítulo, la comedia de Telecinco le ha supuesto al actor albaceteño una inmensa popularidad, pero también le ha hecho enfrentarse a los sinsabores que conlleva perder el anonimato. Fans que le gritan por la calle, solicitan autógrafos en los momentos más insospechados, le abordan cuando está cenando o dando un paseo…“Yo lo llevo bien porque ya son muchos años y entiendo que es parte del oficio.Intentar luchar contra eso sería amargarme la vida. Lo que he hecho es intentar jugar a favor, tratar de ser lo más agradable posible y adaptarme a las circunstancias. Lo que peor es que me pidan fotos mientras como”, admite el intérprete.
Los claroscuros del éxito masivo
La que se avecina cuenta con una ingente legión de seguidores, sí, pero también con firmes detractores que califican sus guiones de zafios y su humor de vulgar. “Entiendo las críticas que despierta y es cierto que algunos pueden pensar que a la serie a veces hay que bajarle el volumen. Creo que la tele tiene que cubrir todos los sectores y no se puede intentar agradar a todo el mundo. Sabemos que un grupo de gente es apasionada de esta serie, pero comprendo también que otros no la vean porque no les guste”. ¿Existen pinceladas de elitismo en los ataques a esta comedia? “Algo de eso hay. Probablemente, muchos de los que desprecian LQSA después se quedan dormidos teniendo puesto de fondo algún capítulo. Es como la intención de voto, muy engañosa”, comenta mordaz el actor.
Tras más de una década años interpretando en la pequeña pantalla a ese empleado bancario irresponsable, sinvergüenza y venido a menos, Chiapella es consciente de que su nombre ha quedado inevitablemente ligado al de Amador, también conocido como ‘el Cuqui’ o ‘Capitán Salami’. Sin embargo, asegura no tener miedo a encasille pues, “aunque a ratos resulta poco gratificante, también es muy cómodo”. “Prefiero estar encasillado a quedarme en casa sin trabajar. Yo sabía que antes o después llegaría la oportunidad de dar el giro y trabajar desde otro lugar".
De hecho, antes de esta primera incursión en la industria cinematográfica, ya habíamos podido ver a Chiapella como conductor de El paisano, adaptación que ha realizado TVE del programa catalán El foraster. En cada entrega, el actor visita un pueblo de menos de mil habitantes y se adentra en las vivencias y costumbres de sus gentes. “Elegí este proyecto, además de por lo atractivo de conocer España y a gente particular y única, por la posibilidad de mostrarme como yo soy y conseguir que la gente entienda que cuando hago de Amador estoy actuando, que no soy yo”.
En cualquier caso, ¿puede El paisano contribuir a que la brecha entre la España urbanita y la rural deje de agrandarse? “Considero que este programa es esencial para demostrar que el pueblo es el origen de todo y que además, en muchas ocasiones, se vive mejor que en la ciudad. Las urbes imponen una forma de vida que te arrastra, en los pueblos a los que voy yo, a menudo no hace falta ni llevar reloj, eso marca la diferencia absolutamente”, defiende Chiapella.
La apuesta por el costumbrismo
Ya sea en un proyecto o en otro, el común denominador que mantiene este artista es la apuesta por el costumbrismo, ya que, en su opinión “tiene una conexión directa con el día a día de las personas. Creo que nos gusta mucho vernos reflejados a nosotros mismos e identificarnos con los personajes que estamos viendo en la pantalla. Además, los españoles tienen un carácter que se puede explotar fácilmente”.
Bregado en las cadenas televisivas tradicionales, Chiapella no considera a las plataformas digitales de pago como Netflix o HBO un enemigo a abatir. "Me parece una guerra absurda , creo que hay espectadores para todo y entiendo que la vida tal y como está montada te lleva a ser selectivo con lo que ves y cómo lo ves. Son dos mundos distintos y, de momento, pueden coexistir, aunque no sé cuánto durará así. Hay quien plantea que en dos años la tele va a desaparecer, pero yo lo dudo mucho, pienso que siempre va a estar ahí y va a seguir teniendo espectadores”, sostiene.
En el inicio, estaban los chanantes. Y es que, junto a nombres como Joaquín Reyes o Raúl Cimas o Ernesto Sevilla, Chiapella forma parte de ese colectivo de humoristas castellanomanchegos que revolucionaron el humor patrio a principios de los dos mil. “Mientras estemos vivos nosotros, estará vivo el humor chanante”, afirma resuelto el artista.
Sin embargo, reconoce que el fenómeno fue posible, en parte, gracias al contexto económico y mediático de la época: “Nosotros llegamos a Madrid en un momento en el que había dinero y capacidad de riesgo en la televisión. Teníamos Paramount Comedy, un canal que apostaba por jóvenes talentos, que les daba opciones. Ahí aparecieron cinco desconocidos de Albacete que no habían hecho prácticamente nada y les dieron dinero para llevar a cabo La Hora Chanante”.
Para Chiapella resultaría "muy difícil que ahora ocurra algo así. Quizás en Movistar + ahora estén empezando a hacer algo similar, pero ya desde un punto más profesional, con más producción y con figuras individuales”. “Además, coincidimos con el boom de Internet. Ahora quizás esté pasando algo parecido con Youtube, pero no se ha repetido ese fenómeno de un grupo de intérpretes que generan comedia en bloque y crean una marca. Ocurrirá, pero de momento no ha sido así”, sentencia