El director del Museo de Bellas Artes de València encara un nuevo curso marcado por el Año Sorolla y la adquisición de la Colección Lladró
VALÈNCIA. Pablo González Tornel encara su tercer año al frente del Museo de Bellas Artes de València (Mubav), un curso en el que confirma un periodo de estabilidad que se había convertido en la excepción para la pinacoteca. Lo hace, además, con un futuro inmediato que resulta más que excitante para el centro, con la inminente inclusión de la Colección Lladró, adquirida por la Generalitat Valenciana por 3,7 millones, y un Año Sorolla que salpicará la práctica totalidad de su proyecto artístico de cara a 2023, un proyecto que le llevará a colaborar con instituciones como la Colección Masaveu o la propia Casa Museo Sorolla. También este curso se planteaba como clave para avanzar en la autonomía del centro, después de que Cultura incluyera en la Ley de Acompañamiento la posibilidad de crear una Entidad de Derecho Público, un movimiento que, tal y como explica el director durante su entrevista con Culturplaza, no está tan avanzado como parece. Sobre todo esto, hablamos con Pablo González Tornel.
-Releer y sorprender con Sorolla en València es un reto, ¿cómo lo va a hacer el Museo de Bellas Artes en 2023?
-El proyecto de la Comunitat para la celebración del Año Sorolla es muy sólido, aunque no se ha contado en conjunto, solo alguna pincelada. Pero no tengo ninguna duda de que la Comunitat Valenciana es la que va a tener el liderazgo en la celebración del Año Sorolla. El día 9 de enero comienza con una gran exposición en el Museo de Bellas Artes de Alicante, que ha sido fundamentalmente gestada desde del Museo de Bellas Artes de València, que presta 60 obras de su colección, tanto de Sorolla como de otros pintores que ayudan a contextualizarlo. Ahí empieza el Año Sorolla. El Museo de Bellas Artes de València acogerá tres exposiciones que van de lo más pequeño a lo más amplio y, también, estamos en coordinación con Fundación Bancaja, la Diputación o el Ayuntamiento, que va a hacer actuaciones relevantes.
"la Comunitat Valenciana va a tener el liderazgo en la celebración del Año Sorolla"
Mi intención es que la acción del museo no se quede solo en la ciudad de València. Soy poco dado al festival sin contenido, el desarrollo del Año Sorolla tiene la vocación de convertirse en un trabajo que permita de verdad conocer a Sorolla, no solamente colgar sus cuadros porque son bonitos. En este sentido, es muy importante ver cómo empieza y cómo termina en el Mubav. Empieza con Orígenes, exposición comisariada por Luis Alberto Pérez Velarde, que incluirá El grito del palleter, una obra que sale muy poco. Otra clave de la solidez del proyecto es Blanca Pons, que aunque no es la comisaria es una suerte de enciclopedia del pintor.
El cierre viene con la huella de Roma, algo que subraya la idea de reforzar el conocimiento en torno al pintor y la época y la importancia que tiene para nuestros pintores que viajen a Roma, no a París. Para entender a Pinazo, Sorolla o los Benlliure hay que comprender que su internacionalización se produce en una ciudad que no es la que todo el mundo identifica automáticamente con la modernidad. Esto explica mucho la diferencia entre cómo se está pintando en València y en otros lugares. Todo el mundo parece conformarse con la idea de que Sorolla es el pintor de la luz y punto. Hay que superar esta idea, las figuras de los artistas son más poliédricas.
-En la presentación de la programación ya dijo que no tiene sentido un museo monográfico, lo que sí se hace es recuperar la sala dedicada al autor, que cerró hace algunos años, ¿cree que el museo ha desperdiciado la oportunidad de explotar una de sus principales marcas?
-Sobre el pasado no se puede actuar, se puede pensar en lo que tienes y qué es mejorable para el futuro. La nomenclatura de marca ya me gusta poco para hablar de museos. Lo que creo es que los museos necesitan tener una identidad, la gente debe ser capaz de reconocer un museo y saber qué va a encontrar dentro. Pero no puede ser que en un museo de las dimensiones de este una figura como la de Sorolla no nos permita ver el resto. Sorolla es un pintor excepcional que debe tener un lugar muy relevante, igual que lo tiene Velázquez en el Museo del Prado. Pero no todo el Prado es Velázquez ni el Mubav es solo Sorolla. Debemos potenciar otros puntos fuertes como Juan de Juanes, los Ribalta, Antonio Muñoz Degraín…
Lo que se llamó en su momento Sala Sorolla fue un montaje que se hizo aprovechando una serie de salas subsidiarias en la planta baja del edificio diseñado por Manuel Portaceli y que hacía que uno pasara de la figura de Jerónimo Jacinto de Espinosa, pintor barroco de la primera mitad del siglo XVII, a Sorolla, pintor de finales del XIX y principios del XX. ¿Por qué? porque se quería que estuviera de fácil acceso. En mi opinión ese montaje iba en contra de cualquier criterio museológico o museográfico científico sólido. Eso no se puede hacer, nosotros no vendemos cuadros, no ponemos los comerciales más cerca de la puerta porque son los más fáciles de vender. Sorolla debe estar dónde le corresponde dentro del discurso de la institución. Ahora la oportunidad que tenemos en 2023 es, en el momento en el que los siete Sorollas de la Colección Lladró se integren en el museo, crear una sala exclusivamente a él, pero donde le toca.
-Otro tema pendiente son los Sorolla de Cuba. La directora general, Carmen Amoraga, afirma que se está trabajando para que vengan; el secretario autonómico, Ximo López, que no le consta… Si vienen, ¿será el museo su casa?
-La posibilidad de exponer estas piezas en el museo es un tema que conmigo no se ha hablado en ningún momento. No obstante, son diez cuadros. Si finalmente se decidiera desde otras instancias que esas piezas van a venir, estuviera clara al 100% su autoría, las piezas estuvieran en buen estado de conservación y no plantearan ningún problema de tipo legal -porque todos sabemos que dos tercios de los Sorolla de La Habana están judicializados y no pueden salir del país-, si se cumplen todas esas condiciones, espacio para exponer diez lienzos sacamos. Pero la realidad es que conmigo no ha hablado nada.
-Otro asunto importante es la compra de la Colección Lladró, ¿qué supone para el museo su inclusión?
-Hay dos ámbitos, el de las piezas singulares y el de la colección. Sobre las piezas singulares, hay fortalezas en esos autores icónicos que deben marcar en cierta medida la percepción de la personalidad del museo. Sumamos piezas de Juan de Juanes, de Ribalta, de Espinosa, Sorolla, Fillol, Pinazo o Benlliure. Hablemos, por ejemplo, de Fillol. En estos momentos en el museo se expone solamente como el gran protagonista de la pintura de crítica social, pero hay que dar una visión completa de Fillol, una producción costumbrista que es la que le da de comer. Ahora [con la Colección Lladró] contamos con una pieza de ese ámbito que nos va a ayudar a contar esa historia. Luego hay otras piezas que completan el conjunto. Por ejemplo, el hecho de poder incluir a la Virgen de la Meditación de Zurbarán dentro de la sala de pintura española del Siglo de Oro me permite que el diálogo esté completo.
Luego hay otro punto que, probablemente, es lo que hace más relevante esta adquisición, y es que todas las colecciones históricas se están disgregando. La gente está vendiendo cuadros en el mercado y un día nos daremos cuenta de que cuando entramos a los palacios ya no quedan colecciones. Al final solo tendrá colección los Masaveu, las Koplowitz y Abelló. Esto es malo, porque lo que hacemos es cargarnos una parte de la historia del arte en este país. En el caso de esta ciudad, la mayor parte de colecciones nobiliarias se han desperdigado completamente. Algunas piezas que nos han ingresado por donación, como el fantástico Van Dyck, procede de la descomposición de la colección Montesinos Checa, que acabó desgajándose entre mil descendientes. Esto es una pena porque se pierde la memoria de esta ciudad y este territorio. En la Comunitat Valenciana quedan muy pocas colecciones importantes y la Lladró era una de ellas. En este caso, con la pena añadida de que estaban en unos almacenes. Esta es una recuperación de patrimonio como bloque, que tiene tanto valor que como suma de piezas singulares.
"el Museo de Bellas Artes no puede tener una sede dislocada de sus propios edificios"
-Su primera parada expositiva será precisamente en bloque, con una exposición en el Palau de les Comunicacions, antiguo edificio de Correos, un espacio que no es un museo, ¿qué retos les está presentando?
-Todo el diseño científico y la distribución museográfica, así como la elaboración de paneles de mediación, elección de color... todo se ha llevado desde el museo bajo mi supervisión. Después hay una parte que es técnica que es la adecuación del propio edificio. Es un edificio adscrito a Presidencia, con lo que todos los elementos de carácter funcional o técnico se llevan desde ahí. ¿Retos? Muchos. No es tan fácil iluminar cuadros en un espacio no pensado para ello, por eso estamos asesorando. Con el trabajo que llevamos avanzado, creo que cuando se inaugure va a ser una exposición muy llamativa. Solo me da miedo la cantidad de gente porque a pesar de que la gente vea Correos como un edificio muy grande no lo es, además de que está en la plaza del Ayuntamiento.
-No sé si tienes la tentación de pedir a Presidencia el edificio para una subsede...
-Tenemos tanto trabajo que hacer aquí... creo que administrativamente y a nivel de personal y presupuesto el Museo de Bellas Artes no puede tener una sede dislocada de sus propios edificios.
-Hace unas semanas abría las puertas de la nueva Sala de Esculturas, ¿es una isla o una avanzadilla de lo que está por venir en el museo?
-Hay una cierta tendencia en la pinacotecas a que todo aquello que no es pintura sea contemplado como un objeto decorativo. Eso no es hacer museografía. Cuando presentamos la galería de esculturas hablábamos de las posibilidad que tenía la colección escultórica y las que no tenía. Nuestro juego está en la escultura de entresiglos, de finales del XIX y principios del XX. Pero no es solo el nuestro, es el juego de València. No nos equivoquemos, la colección escultórica de la Diputación es de ese periodo, la del Ayuntamiento también. El resto se quemó y esto es lo que hay. En ese sentido, lo que tiene que hacer la escultura es seguir colonizando espacios del edificio Barroco y de la cúpula.
Todos sabemos que tenemos ahí el tema irresoluble del mausoleo de Joselito, un tema muy complicado -y muy caro- pero que hay que abordar. El mausoleo solo se ha movido una vez, cuando Mariano Benlliure realiza su donación y el mausoleo se despieza, se trae a València y se cementa al suelo en el pabellón semiefímero que hay entre el museo y Viveros. Una vez montado el mausoleo no sale por si solo, hay que volver a abrir las juntas por las que se seccionó y transportarlo con un enorme cuidado. El movimiento es muy caro. Este es el gran reto de la colección escultórica del museo, sin duda. Cuando se haga tiene que ser para siempre, tiene que haber un compromiso firme de que el lugar donde se destine será para eso. Ninguna solución es perfecta y yo he pensado en todas.
-¿Qué opción se impone?
-Hay que pensar sí se queda allí o se saca [del pabellón]. Repito, ninguna solución es perfecta. El único espacio en el que puede estar sin parecer que se le ha quedado pequeño el traje es cúpula. Pero, claro, es una obra que la condiciona para siempre. Hay que ver dónde exactamente, si es que decidimos trasladarlo, y tener claro que una vez se mueva no se va a volver a tocar.
-Durante la presentación de la galería también habló del mal estado del pabellón.
-El pabellón ha tenido una larga historia de incuria porque, como todo el mundo lo ha considerado un edificio estructuralmente malo -lo cual es cierto- y que había que tender a derribarlo, nadie se ha preocupado particularmente de él. Necesita una intervención seria porque, además, yo creo que no se puede derribar, habría que rehabilitarlo en serio. Ahora bien, es un espacio que está desgajado del museo. Hay que pensar de qué sirve. Es mucho más lógico que tenga un papel de servicio, complementario, que tal cual está sea una sala del museo.
-La actual sala de esculturas era un almacén, ¿le quedan espacios por conquistar?
-El Museo de Bellas Artes de Valencia es titular exclusivo del edificio del Colegio de San Pío V y de las sucesivas ampliaciones realizadas a partir del proyecto de Manuel Portaceli, y es su obligación colonizar la totalidad de los espacios disponibles para cumplir con su cometido. La reciente inauguración de la Galería de Escultura ha puesto en evidencia la acuciante necesidad de espacio para exponer la colección artística de los siglos XIX y XX, que ocupa el edificio histórico del Colegio de San Pío V. Las maravillosas creaciones de Santiago Rusinyol, Aureliano de Beruete, Darío de Regoyos o Antonio Muñoz Degraín deben salir de los almacenes para poder ser disfrutadas por la ciudadanía.
"la Galería de Escultura ha puesto en evidencia la acuciante necesidad de espacio para exponer la colección artística de los siglos XIX y XX"
-El gobierno autonómico aprobó recientemente una enmienda a la Ley de Acompañamiento que marca como objetivo impulsar la autonomía y hacer del MUBAV, como posibilidad, una Entidad de Derecho Público, ¿qué significa esto para el museo?
-Estoy muy contento con la demostración pública de las intenciones de hacer avanzar al Museo de Bellas Artes de València hacia su autonomía de la administración general. Ahora bien, sabiendo un poco de legislación, todos somos conscientes de que lo que se ha aprobado en la Ley de Acompañamiento no es nada. No se ha creado ningún organismo. Se ha aprobado la inclusión de un ítem dentro de la preexistente Ley de Patrimonio que, simplemente, verbaliza la posibilidad de que se cree una Entidad de Derecho Público para gestionar el museo, pero no lo crea. Pero esa posibilidad ya existía, ahora está verbalizada, ¿Hemos dado algún paso más para la creación de una Ley propia para el Museo de Bellas Artes? Ninguno. Se han verbalizado unas intenciones políticas, pero no se ha dado ningún paso jurídico ni administrativo hacia la dotación de una Ley propia para el Mubav. En el momento actual, para crear un organismo que gestione el museo se tiene que hacer una tramitación parlamentaria de una ley, como es habitual, o esperar a la próxima Ley de Acompañamiento. Se opte por una cosa o la otra, es fundamental crear una mesa de diálogo en la que esté el MUBAV, el Ministerio y la Generalitat. Como declaración de intenciones es buena, pero hay que trabajar en la configuración y, después, decidir que tipo de tramitación se le da. Lo más pronto va a ser la próxima Ley de Acompañamiento. Además, hay que tener en cuenta que entramos en un año bastante complicado.
-La directora general de Cultura y Patrimonio , Carmen Amoraga, confirmó en abril que se estaba trabajando en una Ley para el Museo de Bellas Artes, que se estaba trabajando en un articulado que estaba consesuando con el Ministerio de Cultura y, además, se fijó como objetivo que la Ley estuviera aprobada antes de elecciones. Esto parece ir a la contra de lo que dice.
-A mí no me consta. Si hay una ley redactada con articulado y se está trabajando en ello conmigo no se ha hablado.
-En junio el President de la Generalitat, Ximo Puig, se reunió con el director de El Prado, Miguel Falomir, un encuentro tras el que anunció que la administración autonómica “impulsará la colaboración” con la pinacoteca nacional para recibir obras “vinculadas al territorio valenciano”. ¿En qué vías se puede o se va a impulsar esta relación?
-Tengo una muy buena relación con el Museo del Prado y su equipo. Cuando se habla de colaboración se está pensando en el proyecto de 'Prado extendido'. Nosotros tenemos ya un buen depósito del Museo del Prado pero, además, hay una cosa que la gente se olvida cuando habla de este proyecto y es que está fijado que si no van a estar expuestas las obras en colección permanente se quedan en el almacén en el Prado. Entonces, cualquier aumento de esta dispersión de obras debe estar tremendamente calibrada para tener claro que son piezas que van a estar siempre expuestas. Por otro lado, hay que ser sinceros: el Prado no va a deslocalizar a Tiziano. Es cierto que ahora tenemos algunas ideas de piezas que, con la futura reforma de la museografía, me gustaría incluir dentro de la colección del museo, piezas significativas para el desarrollo del museo porque llenan algún hueco. Además, el Prado tiene piezas que provienen de València. No solo de lo que se ha ido adquiriendo, sino piezas de las cuales hemos perdido la memoria porque fueron adquiridas por distintos reyes en sus visitas a la ciudad, por Carlos IV o Fernando VII.
La colaboración desde el punto de vista científico existe, así que entiendo que se habla de una colaboración por lo que respecta al proyecto de ‘Prado exendido’ o de las exposiciones. Yo creo que cuando se colabora en exposiciones hay que hablar de una relación entre iguales y para que en una exposición podamos colaborar entre iguales significa que los dos tenemos que ser susceptibles de realizar la misma aportación económica. La última licitación que ha salido en prensa del Prado, que ha sido de un transporte de obras, es de millón de euros. cuando el MUBAV tenga capacidad económica para jugar en la misma liga, jugaremos en la misma liga.
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