Paco era un niño obsesionado con los dinosaurios. Si había que pintar en clase, pintaba un dinosaurio. Si tenía que escribir la carta a los Reyes Magos, pedía un dinosaurio. Si había que ver una peli, tenía que ser de dinosaurios. Ya de adolescente, entró una día al cine a ver Jurassic Park y se quedó boquiabierto en la escena en la que los protagonistas llegan a la isla y ven por primera vez a un dinosaurio con vida, uno de esos dinosaurios de cuello largo que la cámara recorre de abajo arriba mientras todos, espectadores y actores, quedan deslumbrados por la magnitud de esa especie. Ya han pasado veinte años desde el estreno de la mítica película de Steven Spielberg y Paco Gascó sigue con los dinosaurios. Aunque ahora fosilizados.
Francesc Gascó, que es el nombre formal con el firma sus libros, es paleontólogo y durante sus años de formación se ha esforzado en adquirir conocimiento y, al mismo tiempo, tener la habilidad de saber divulgarlo. Ya sea en un libro, un podcast o en un museo. Esa es su vida actual, repartida entre la docencia y la divulgación. Aunque de vez en cuando le surge la oportunidad de viajar y sentirse como uno de los aventureros de las historias que consumía de niño.
Su momento culminante como trabajador de campo llegó el año pasado, cuando fue invitado a participar en una expedición liderada por la Universidad de Chicago para explorar y excavar en unos yacimientos en Níger. Paco no ha perdido ni una pizca de su fascinación por los dinosaurios. Aunque cuenta que su verdadero sueño es poder hacer este tipo de trabajos en su tierra, en los yacimientos, que también los hay, de la Comunitat Valenciana y poder poner en valor un patrimonio que podría ayudar a esas poblaciones cada vez más despobladas.
Paco es de Llocnou de la Corona. Sus padres tenían allí una granja de cerdos, aunque tuvieron que trabajar duro para sacar adelante la familia. “Como no les daba bastante, mi padre tenía que ir también al campo a coger lo que hubiera de temporada: cebollas, acelgas, alcachofas… Y mientras mi madre se quedaba al cargo de la granja. Pero la agricultura y la ganadería fueron a menos en esta zona, en l’Horta Sud, y entonces empezaron a dedicarse a lo que es la rejilla del acabado del mueble. Hay que sobrevivir y los recuerdos que tengo ya son de ellos en casa trabajando en esto”.
Sus padres, eso sí, nunca le disuadieron para que se dedicara a otra cosa que las piedras y los fósiles. Siempre le apoyaron. El problema es que no existía una carrera concreta para por dedicarse a lo que él siempre había querido, a los dinosaurios. Pero hoy, a sus 39 años, Paco puede decir tranquilamente que es paleontólogo y experto en dinosaurios. “Soy paleontólogo. Ahora mismo mi ocupación está dividida. Soy docente de una universidad online, pero a tiempo parcial y lo hago desde casa. Soy profesor de un master oficial de divulgación científica en el que reclutaron a divulgadores que podían aportar su visión y su metodología. A mí me propusieron entrar para encargarme de una asignatura de Paleontología, y esa es lo que hago en la Universidad Isabel I”.
El resto del tiempo lo dedica a la divulgación científica. Paco está especialmente orgulloso del trabajo que hizo para darle forma a la exposición del Museo Municipal de Benagéber, un museito que era el típico con dos casas restauradas con su parte de etnología, con la vivienda tradicional y los utensilios de agricultura y estas cosas. Pero había una parte vacía que se quería convertir en una sala de paleontología y se me encargó a mí. Así que yo hice todo el discurso museístico, estudiar las piezas y decidir qué se iba a exponer. Es un trabajo que he disfrutado mucho. Pero hago encargos tan variados como elaborar vídeos para la Fundación Palarq, de arqueología y paleontología humana. O guías didácticas para museos. Todo lo que tiene que ver con contar nuestra especialidad es de lo que yo me encargo. Y de vez en cuando se me encarga un libro y lo publico”.
Paco ha metido hábilmente la cuña para hablar de su libro: Paleontología Pop. Lecciones desde el pasado (Editorial Ariel). Ahí, en el prólogo, habla de la importancia de un regalo que le hicieron sus padres de niño: una serie de cuatro documentales en vídeo VHS que se llamaba Los Dinosaurios. “Para mí forma parte de lo mismo. Hago el mismo trabajo cuando estoy montando una exposición que cuando estoy escribiendo un libro”.
El autor está empeñado en demostrar que los dinosaurios pueden ser interesantes también para los adultos, que no es una afición que deba quedarse anclada en la infancia. “Nuestra disciplina tiene esa especie de sambenito de que los dinosaurios son sólo para los niños; es más, en las librerías, donde más libros encuentras sobre dinosaurios es en la sección infantil. Yo quería romper con este estereotipo de que los dinosaurios son sólo para niños y, por otro lado, ir más allá y enseñar todos los conocimientos de base que debe tener el que se dedica a la paleontología. Tenemos que saber interpretar un yacimiento como si fuera un ecosistema vivo. Tienes que ser prácticamente un forense”.
Paco Gascó se doctoró en 2015 y su tesis trató sobre el estudio de los dinosaurios de cuello largo, los saurópodos. “Y especialmente uno de Teruel, pero también otro de València”. Sí, en València también hubo dinosaurios. “Una cosa que me gusta mucho decir es que tenemos un patrimonio paleontológico potencial tremendo, como los dinosaurios que han aparecido en la zona de los Serranos. El día que alguien tenga capacidad para invertir en esto y poner los medios necesario para conocer todo lo que hay en la Comunitat Valenciana, se dará un paso muy importante. Hay extensiones donde hay decenas de yacimientos que están esperando su turno. Son una formación geológica que es una continuación de Teruel, donde están los yacimientos de Riodeva y donde se encontró el gigante europeo. Pues a continuación está en València. La mayoría de los yacimientos de la provincia de València, en el interior, son de finales del jurásico y suelen ser unas faunas bastante clásicas. No tenemos tiranosaurios, pero sí tenemos dinosaurios de cuello largo. Tenemos también el típico dinosaurio acorazado con placas en la espalda, que para mí es emblemático y precioso. Son animales muy interesantes. También tenemos cocodrilos que vivían con ellos. Unos pocos restos de terópodos, dinosaurios carnívoros, pero que son el grupo menos representados. Pero es normal. Nunca hay más leones que cebras”.
Su visión como científico no le ha arrebatado la mirada del niño. Paco es un defensor de la ficción que se hace sobre dinosaurios. El cine despierta un interés en los niños, pero también en los adultos, defiende Paco. “Toda película en la que salga un paleontólogo o un dinosaurio a priori es bueno. Va a llegar a alguien. Y con que una pequeña facción no se quede en la anécdota y busque algo más de información ya hemos despertado la curiosidad en alguien. A ‘Parque Jurásico’ hay que darle la importancia que ha tenido. Se cuenta que después de su estreno hubo un pico en las matrículas de Ciencias Geológicas en Estados Unidos, igual que hubo un pico en Arqueología después de Indiana Jones. Con sus licencias y sus aciertos nos presentó a los dinosaurios como animales, y aunque había antagonistas muy malos malísimos, otros estaban representados de manera muy amable y muy realista”.
La economía familiar no dio para viajes muy lejanos. Paco no descubrió los esqueletos de los grandes dinosaurios que hay en los museos de historia natural hasta que fue adulto y pudo ir por trabajo. “He tenido un par de estancias en museos europeos, en Berlín y en Londres. Y todas las excavaciones en las que he participado han sido en España, salvo un viaje el año pasado, que fue un hito para mí porque me uní a una expedición paleontológica y nos fuimos a África y pasamos tres meses en Níger. Ha sido la primera vez que he escavado fuera de España. Pero durante toda mi carrera como mi investigador he trabajado en España”.
A Paco le haría mucho ilusión ir a excavar a Asia, al desierto del Gobi, y revivir ahí las historias de los aventureros con las que se deleitó de niño. También le gustaría ir al oeste de Estados Unidos. O a Argentina. Los territorios remarcados en su mapa de dinosaurios. Y sí, también pasar algún día por Nueva York y poder contemplar en vivo el esqueleto que se hizo famoso por la película ‘Una noche en el museo’. “Aunque en los últimos años han dejado de montarse los esqueletos de esta manera. Son un riesgo para el propio fósil y dependiendo del lugar están mas protegidos o menos. Antiguamente para montar este tipo de esqueletos se les llegaba a taladrar. Se han hecho barbaridades”.
Su actividad ha ido quitándole tiempo para sus otras aficiones. Como el podcast ‘DinoBusters’ que hacía de manera muy rudimentaria con sus colegas y amigos Carlos de Miguel y Daniel Vidal . “Éramos tres paleontólogos hablando de cosas que nos hacían gracia. Ahora igual lo haríamos más elaborado, pero en su momento fuimos aprendiendo poco a poco”. También ha tenido que dejar aparcado el deporte. “Me gusta mucho mover hierro. Para mí el deporte me ha salvado la vida. Ha sido una vía de escape del estrés y estas cosas. Llevo muy mal no poder estar entrenando pero soy autónomo, docente y llevo adelante varios proyectos. Todo eso sin poder levantar hierros, se hace duro. Pero he entrenado muchísimo”.
Paco se despide con su mano de culturista. Un apretón que sorprende de alguien que podría parecer una rata de biblioteca, un licenciado en Biología y doctor en Paleontología por la Universidad Autónoma de Madrid. Pero detrás de su corpulencia y su conocimiento sigue viva la mirada del niño que creció fascinado por los dinosaurios.