ALICANTE. En el informe 'Perspectivas Económicas Regionales: Europa octubre de 2020' del Fondo Monetario Internacional (FMI) se ponen de relieve las dificultades, para el entorno económico y social, que ha supuesto la pandemia en Europa. Sin embargo, las consecuencias podrían haber sido más acusadas si no se hubiesen adoptado medidas drásticas por parte de los diferentes gobiernos y de la Unión Europea para frenar los efectos de la casi total paralización de las economías.
Desde el FMI calculan que los programas fiscales de protección a los hogares y empresas preservaron al menos 54 millones de puestos de trabajo en Europa, a pesar de una caída del PIB real en segundo trimestre cercano al 40%. Por otra parte, las políticas de expansión monetarias se implementaron para garantizar el flujo de crédito y la estabilidad en los mercados financieros.
La actuación solidaria de la Unión Europea con sus programas de ayuda a los gobiernos de los estados miembros ha sido significativa para complementar las políticas fiscales nacionales. Dicha actuación se materializó con el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (Pandemic Emergency Purchase Programme o PEPP) por parte del Banco Central Europeo (BCE), con un importe de 1,35 billones de euros y tiene el objetivo de reducir el coste de financiación y aumentar la concesión de crédito en la Eurozona.
Estas medidas tendrán que continuar hasta que la recuperación sea real, a pesar de aumentar el alto endeudamiento ya existente de los estados desde la crisis de 2008. Y no tenemos dudas de que va el BCE seguirá así hasta que la recuperación esté afianzada. Christine Lagarde, presidenta del BCE ya lo anunció: "Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias. Nuestro compromiso con el euro es ilimitado. Tenemos la determinación de obtener el pleno potencial de nuestros instrumentos, en el ámbito de nuestro mandato".
Todos los estados miembros de la UE están aumentando la deuda significativamente, pero de manera desigual. Los estados que antes de la pandemia ya tenían problemas de deuda, como el caso de Italia o Grecia, ahora se encuentran en una situación más delicada que va a lastrar aún más la recuperación de dichos países.
En el reciente evento de ASEAFI bajo el nombre 'Qué esperar de la renta fija y los mercados de deuda. Aproximaciones por geografía y tipo de activo', el economista Santiago Carbó Valverde coincidió con Lagarde en el hecho de que se están acumulando riesgos macroeconómicos, financieros y de sostenibilidad fiscal con una deuda al alza. Y concluyó advirtiendo que no hacer reformas podría ser muy costoso para la economía. Además, hizo hincapié en que los tipos de interés no pueden ser eternos por sus efectos en los balances de la banca. También influyen negativamente en la estructura de los mercados financieros y de liquidez, aumenta las vulnerabilidades del sector empresarial con mayores niveles de default, incide en las bolsas y en la inversión y finalmente en el mercado inmobiliario.
Las perspectivas son malas y se prevé una recuperación prolongada y desigual para los diferentes estados miembros de la Unión Europea (UE), según el alcance de la pandemia en la economía. Las previsiones económicas de La Comisión Europea apuntan a que la economía de la zona del euro seguirá contrayéndose hasta llegar a un 7,8 % en 2020, antes de crecer el 4,1 % en 2021 y el 3 % en 2022.
Con la apertura de las economías tras el confinamiento, los programas de ayuda de los gobiernos y de la UE tenderán a ser de menor envergadura a medida que la recuperación se materialice, hasta finalmente desaparecer. Aunque pueden surgir dudas razonables teniendo en cuenta que, desde la crisis de 2008, las actuaciones del BCE han sido continuas y varias veces ampliadas.
Ahora con la covid-19, estas actuaciones han sobrepasado lo previsible e imaginable situando a Europa en una posición deudora preocupante. Por ello hay que tener en cuenta los mecanismos de devolución de esta deuda pública, se deben centrar en el crecimiento económico ya que, por ahora, el BCE descarta los 'hair cuts' o cancelación de la deuda, tal y como se hizo con Grecia en 2011.
Otro tema preocupante en Europa es el Brexit y las consecuencias de no alcanzar un acuerdo antes de finales de año. El impacto de un 'no acuerdo' se vería amplificado por la incertidumbre y las malas perspectivas de crecimiento en Europa. Y si añadimos las trabas políticas por parte del Gobierno británico a los intercambios comerciales entramos en terreno desconocido.
Mientras tanto, los mercados de renta variable ya se han recuperado a niveles precoronavirus en Estados Unidos. Y aunque en Europa aún estamos por debajo, no tardaremos en ver los efectos positivos de las ayudas del BCE. Todavía quedan muchos desafíos por delante para Europa, pero con los recursos aportados por la institución monetaria europea y los gobiernos, podemos lograr construir economías más robustas y adaptadas a los nuevos requisitos ESG (gobierno ambiental, social y corporativo) pudiéndonos diferenciar positivamente del resto del mundo.
René Bauch es asesor financiero de la EAF alicantina gCapital Wealth Management, EAF que asesora el fondo Gestión Boutique Gcapital Total Market. Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda en [email protected]
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