VALÈNCIA. Un, dos, tres… respiración. Un, dos, tres… empujón. Las contracciones primero tensan los músculos, luego los relajan. En cualquier caso permiten que una persona sea capaz de sentir que algo nuevo está por llegar, en el caso del parto: una nueva vida. Para los creadores y los actores también puede haber una contracción nueva en cada proyecto, "dando a luz" a una obra de teatro, un libro o una película. Este sábado 20 de abril se sube al escenario del Teatre El Musical la obra Contracciones, un diálogo entre Candela Peña y Pilar Castro sobre la invasión de la intimidad de las grandes compañías en la vida de sus empleados. Una mujer con un cargo de poder dentro de la empresa entrevista a Emma, de la sección de ventas, y se entromete demasiado en su vida amorosa. Al principio parece una charla informal pero poco a poco se convierte en una conversación desagradable centrada en la vida personal de la empleada y su relación con otro trabajador: Darren.
Con mucha tensión sobre el escenario, y con un diálogo frenético que podría recordar a “una partida de tenis” Peña y Castro se muestran sobre el escenario para dialogar, discutir y adentrarse en su intimidad entre los muros de una gran empresa. Una conversación que se les va de las manos en la que reflexionar sobre las relaciones interlaborales, la intimidad, el trabajo y las “alarmas” que pueden saltar entre dos personas. Un espectáculo que sigue el ritmo de una conversación constante tan acelerada como tensa. Antes de subirse al escenario la actriz Pilar Castro conversa con Culturplaza sobre lo que supone este parto escénico con el que reflexiona sobre los límites y la intimidad.
-¿Cómo es trabajar en Contracciones?
-Es como dar un salto al vacío diario aunque trabajar con Candela lo hace menos temeroso. Sé que aunque parezca que te vas a caer tenemos la capacidad de mantenernos en la función, un espectáculo que nunca es igual que el anterior y del que siempre salimos muy contentas.
-En la obra se habla de la invasión de la intimidad, me pregunto cómo lo vives como personaje público.
-No de la misma manera que en la obra. Cuando las actrices damos entrevistas decidimos que mostrarmos de nosotras pero en el caso de Contracciones se habla de traspasar la intimidad en el trabajo hasta un punto deshumanizante. El sistema tiene muchas estrategias para que uno piense que hay que darlo todo ahí, considerar el trabajo como lo más importante y exponerse por completo.
-¿Y no vives la exposición como una lucha?
-Depende, más por las redes sociales que por las entrevistas, por ejemplo. De todos modos ahora hay una sobrexposición en redes que sí que es muy delicada y a veces la vivo como una lucha diaria por mantener un poco de mi intimidad porque ya me expongo mucho cuando trabajo.
-¿Como actriz has sentido alguna vez las “intromisiones” que se viven en la obra?
-En todo caso cuando una empieza, en los comienzos cuando te cuestionas los límites de lo que puedes hacer y lo que no para conservar tu trabajo. Siento que en mis comienzos he hecho cosas que ahora no haría y que en todos los puestos se aprovechan un poco de la indefensión del principiante, aunque ahora noto que hay más derechos que antes y que en algunas cosas hemos avanzando, en otras no.
-En muchas no se avanza, como los comportamientos abusivos de algunos directores hacia las actrices.
-Siento que el abuso de poder ha existido siempre aunque antes estaba más normalizado, ahora afortunadamente se empieza a dar la voz y decir “esto no es normal”. Esto se está comunicando y cuenta con un espacio público.
-Y también sobre el escenario.
-Claro, al final si una mujer cuenta su propia historia con su voz creativa va a poder representarla en obras de teatro y películas, reflejando estas situaciones desagradables.
-¿Te encuentras más cómoda frente a cámara o sobre el escenario?
-No tiene nada que ver pero creo que un espectáculo en vivo es más vibrante y más “auténtico”, es una muestra de generosidad con el público con el que se vive una comunión increíble. Cuando eso lo haces en cine dejas ese trabajo ají y esa “comunión” se tiene cuando el público decide verlo, en el cine o en su casa, aunque creo que se está convirtiendo más en un acto colectivo.