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tribuna libre

Porno, óleo sobre lienzo

24/07/2021 - 

VALÈNCIA. La plataforma de contenido pornográfico Pornhub ha lanzado una campaña titulada “Classic Nudes” a través de una web y de un spot protagonizado por la cantante, ex política y actriz porno Cicciolina (Ilona Staller)  en el que emula a la Venus de Botticelli. De este modo, se invita a los usuarios a conocer los grandes desnudos (mayoritariamente femeninos) de la Historia del Arte en algunos de los principales museos del mundo, como una suerte de protoporno en base a la pulsión erótico-sexual sublimada en el arte mediante la alegoría, la mitología o los temas bíblicos; especialmente en aquellas obras encargadas para un espacio privado, al margen de la recepción masiva de las imágenes que permiten los museos actuales, como sucede con las venus renacentistas o con la “maja desnuda” de Goya para el todopoderoso Godoy. El Museo del Prado –una de las instituciones referenciadas sin autorización en la campaña- valora emprender acciones legales.

De todos modos, la línea y transición entre erotismo y pornografía ha sido largamente tratada. Desde clásicos como Bataille o Gubern hasta heterodoxos como Preciado. La voluptuosidad de ciertas imágenes y su potencial y usos (y abusos) eróticos son fascinantes. Teniendo en cuenta, además, el viaje de ida y vuelta de las imágenes desde la convención al erotismo y la pornografía y su vinculación con el arte y el consumo.

La estrategia de Pornhub es evidente y totalmente alejada de una honesta pretensión de difundir la Historia del Arte. La plataforma es consciente de que esas obras no participan de la explicitación de las prácticas sexuales de la pornografía con un fin unidireccional. Las imágenes artísticas de contenido propiamente sexual -con fines estimulatorios o no- se reservaban en el pasado a círculos todavía más reducidos que el de las ya de por sí estrictas limitaciones de los museos hasta tiempos relativamente recientes. Dotar a Pornhub de esa pátina de “alta cultura”, al vincular la Historia del Arte y sus grandes museos con el contenido de la plataforma, pretende dignificar y reivindicar la pornografía audiovisual como un formato artístico más en el que la imagen se construye para satisfacer determinados deseos.

A nivel publicitario, todo está perfectamente hilado. La campaña participa de la ironía y de la provocación intrínseca a cierto lenguaje publicitario. La aparición de Cicciolina tampoco es casual. Ya no solo por tratarse de un icono del porno, sino por haber sido protagonista, junto al siempre polémico artista Jeff Koons -su pareja por aquel entonces-, de la serie "Made in Heaven" (1989). La controvertida serie -compuesta por fotografías, pinturas y esculturas creadas en diferentes materiales- muestra el amor incondicional y explícito entre Koons y Cicciolina, utilizando los recursos iconográficos del porno para beneficiarse del gran impacto que este tiene sobre la sociedad y de la manera convencional de percibir la sexualidad humana desde el tabú. Así, la propia Cicciolina es, con Koons, parte de la Historia del Arte Contemporáneo. Lo que genera un fabuloso juego de espejos conceptual. 

Tiziano, Venus de Urbino, 1538, Galleria degli Uffizi

Pero no olvidemos la oportunista y poco ética estrategia de múltiple “washing” a través de la cultura artística por parte de una plataforma de difusión y venta de pornografía denunciada, entre otras cosas, por dar acceso a imágenes de violaciones. Igualmente, la propuesta redunda en la cosificación del cuerpo femenino en el arte, que se erige desde la mirada masculina de la que hablaba Berger y para satisfacción del hombre cishetero –que suele ser la propia del porno mayoritario y en el que se evidencia de manera demoledora este proceso- alienando la autonomía de las mujeres y de su sexualidad, además de trivializar realidades tan serias y trágicas como el abuso y la opresión a través del sexo. La recepción acrítica de estos constructos es muy peligrosa, ya que vemos sus consecuencias día a día en forma de violencia machista a todos los niveles. Como, por ejemplo, en el hecho de naturalizar y bromear sobre la violación a golpe de Instagram. Además del inapropiado papel que ha adquirido la pornografía y su distorsión en la educación sexual de muchos individuos. 

En este sentido, entronca a la perfección con la crítica que el feminismo y la perspectiva de género han elaborado en relación con el tratamiento de las mujeres en el arte e impulsada por Linda Nochlin hace cincuenta años. Tanto en su participación activa y su valor creativo como en su representación. Basta recordar el lema de las Guerrilla Girls: “Do women have to be naked to get into the Met. Museum?”. Por no hablar ya de otras realidades que se superponen, se deforman o se omiten: las mujeres racializadas, la dominación colonial a través del sometimiento de las mujeres “exóticas”, los físicos no normativos o las personas trans desde una morbosidad basada en la consideración eugenésica de la validez (o no) de los cuerpos. 

No importan únicamente las imágenes sino –y sobre todo- la mirada que desarrollamos hacia ellas y en relación a ellas. Nunca son inocuas. Las imágenes no solo construyen relatos. Los legitiman.

Alejandro Lagarda (Historiador del Arte)

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