Hoy es 11 de octubre
Lamento tener que volver a tener que abordar el asunto de Medicina en la Universidad de Alicante. Pero lo sucedido esta semana, desde el domingo por la tarde hasta el jueves, en el acto de Apertura del Curso 2024-25, es de tal importancia que merece otro análisis. La historia es de sobra conocida: el litigio entre la UMH contra la Generalitat por autorizar el grado de Medicina en 2022. En agosto, el Gobierno valenciano de Carlos Mazón decidió retirarse del litigio y, en su escrito de conclusiones, darle la razón; es decir, pedir la anulación del grado. Entre medias, una propuesta para crear un campus interuniversitario de salud, en el que en principio la UA debería renunciar al grado e integrarse dentro de esta nueva estructura, que con el tiempo hemos sabido que sería con la fórmula de grado interuniversitario. ¿La razón? La concesión del grado tenía irregularidades administrativas -como arguye el demandante- y, según la Generalitat, todo hace indicar que es (o será) nulo de pleno de derecho.
Y todo ello, con 172 alumnos ya matriculados y que el lunes empezaron el nuevo curso: la mitad en primero y la otra mitad en segundo. Como desvelaron el lunes, todos ellos han pasado un mes de agosto "difícil", aunque confiados en la posición de la UA y a la espera que el TSJ dicte sentencia. Han sido 36 días de incertidumbre (y los que quedan), en el que la Universidad de Alicante se ha convertido en un balón de fútbol, en el que todo el mundo, políticos, empresarios, sindicatos, etc. le han dado patadas sin importar lo que había detrás, qué era un campus interuniversitario, primero; o qué es un título interuniversitario, después. Todos opinando sobre si la UA debe hacer esto, o lo otro; alcaldes que cambian de parecer. Medicina en Alicante, sí; Medicina compartida, también.
El domingo por la noche, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, dijo que tranquilidad, que Medicina continuaría en la UA, pero ahora en un campus sumatorio… El martes, por fin, habló la afectada, la propia Universidad de Alicante, a través del Consejo de Gobierno. Amparo Navarro fue muy clara. No sólo defendió los puntos sobre los que versa la discrepancia —docencia, prácticas y financiación— sino que defendió algo que es obvio: la legitimidad que tiene una institución académica a implantar unos estudios y que lo hizo, en el caso de Medicina, con todos los informes favorables. Al menos, antes de que el expediente llegara a la Generalitat: plan de estudios, memoria, dictamen de la Aneca, etc.
La petición formal fue en mayo de 2021. Entre medias, cabe recordarlo, la Generalitat de Ximo Puig no era partidaria de autorizarlo; también planteó la colaboración con la UMH, pero la pandemia y la falta de médicos hicieron que el Gobierno del Botànic iniciara el trámite que concluyó en mayo de 2022.
Hecha esta correlación de hechos, ya me voy a quedar con lo que pasó el jueves, en el acto de apertura del curso de la UA, en el Paraninfo. Habla el conseller de Educación. José Antonio Rovia, profesor de la propia institución, expone las razones de la retirada del Consell del litigio: fundamentalmente, informes desfavorables en cuanto a la concesión de las prácticas y falta de memoria económica.
Tras la intervención de la ministra, Diana Morant, y su defensa del grado, la rectora, Amparo Navarro, rebate al conseller, algo que ya había explicado el martes. Las prácticas pueden ser compartidas, como hace la propia UA con el CEU con enfermería y con las universidades privadas. En este punto cabe recordar que el propio PP llevó al Tribunal Constitucional los convenios de las universidades CEU y Católica de Valencia con los hospitales públicos, que fueron vetados por el Gobierno del Botànic, y que el propio TSJ corrigió, lo que permitió que los alumnos de la privada puedan hacer prácticas en los centros públicos. Y respecto a la financiación, también explicó la propia Navarro cómo ha acudido a los recursos del Gobierno para las instalaciones de Medicina y cómo el plan plurianual de la Generalitat debe aportar los fondos necesarios a partir de cursos venideros si fuera necesario.
La última palabra la tiene el TSJ. Lo que ha dado claro es que existen razones administrativas, "esos errores" de los que habla Rovira, que podrían llevar a la estimación del recurso de la UMH, aunque la UA los ha rebatido, y con firmeza, según ha pregonado la rectora.
Pero lo que no es de recibo, ni para la UA, me atrevería a decir que ni para la propia UMH -y si lo sufriera en sus carnes-, es lo que ha pasado durante estos últimos 37 días. Primero, que una administración no defienda sus propias decisiones (por equivocadas que sean); que diga una cosa en público (los estudios seguirán), y la contraria en su recurso de allanamiento (anúlese el decreto); que trate a una institución con subsidariedad ("no, lo que debe hacer la UA es sumarse al campus universitario"; "si renuncia a Medicina, trabajaremos para que se retire el recurso de la UMH); que plantea soluciones de nuevas estructuras que nadie a ciencia cierta sabe cómo funcionan (ya no sé que es peor si la solución, o la pléyade de aplausos a su favor sin saber de qué va); o que proponen alternativas -como el grado interuniversitario- que están destinados estudios con poca demanda y que requieren de trámites quizás más complicados -cambiar el plan de estudios-, una vez en marcha la rueda académica.
Si de verdad de lo que se trata es sacarle los colores al anterior Gobierno del Botànic, porque no hizo las cosas bien -que está por ver-, pues lo haces, pero no le pegues la patada a Ximo Puig en el culo de las casi 30.000 personas que van cada día al campus de San Vicente del Raspeig. No se lo merecen. Nadie se merece ese trato. Por razón que tuviera la UMH, es muy duro decirle a toda una universidad: arrollídate y asociáte con el otro. O, lo siento: debes cerrar. Mejor dicho, cierra y aliáte con el otro.
Si de verdad se quiere Medicina (y se quieren médicos), y la UA tiene razones, legitimidad y autonomía para implantarla (Medicina, y otros estudios que tengan una base de demanda). La mejor garantía sería: puedes impartir Medicina, sin condiciones, sin soluciones experimentales. Y el debate estaría zanjado. Pero intentar hacer un matrimonio de conveniencia pocas veces fue bueno. Debe existir voluntad… y la voluntad, cuando menos, hay repetarla. ¿O es que acaso nadie mejor que la UA y sus dirigentes sabe cómo y con quién debe asociarse? ¿es que no lo hacen todos los días con otras universidades? ¿o es que no lo hacen ya con la UMH? ¿es que no saben cómo está el patio de la financiación? Aquí, reitero, lo que ha pasado durante esta semana es que la UA ha sido un balón al que casi todos le han dado patadas sin respetarla. Es más, se le escribe el guión de cómo debe ser su legítima expansión y crecimiento.
No por hacer cosas mal en el trámite hay que derribar un edificio, si es que es así. Y la administración tiene muchos ejemplos de cosas mal hechas que con el tiempo se subsanaron, si fue ese el caso. Pero, por lo menos, respetemos los tiempos, a ver si se ha dado el caso. Después ya pensaremos en las teorías conspirativas, la gestión del Botànic, las luchas de los 90, etc. Pero el problema es que cartas se han marcado antes de tiempo, sin tener en cuenta que la UA puede y podía hacerlo. Como dijo la rectora, y lo hizo sin hacer daño a nadie, como un acto de plena legitimidad.
Así que, pase lo que pase, lo de Medicina va para largo. Hablará el TSJ, dirá si el administrador ha vulnerado algún derecho y después vendrán los recursos. Tranquilidad, paciencia y buenos alimentos. El Estado de Derecho será su mayor garantía. Y que haya habido errores no impide (o no debería) que la UA imparta Medicina en las condiciones que ella quiera. Incluso, en el supuesto de que quisiera asociarse. Lo que no es congruente, como dijo Amparo Navaro, es lo de asociáte, pero cierra la oficina. Eso no. Estoy seguro que eso no lo querría la UMH para ella.