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encierro cultural / OPINIÓN

Qué agobio, ¿no?

2/04/2020 - 

VALÈNCIA. Dicen que nada volverá a ser igual. Que el mundo, tal y como lo conocemos, se escribe ya en pretérito. Que el impacto de la crisis sanitaria obligará a una refundación social. Que la Unión Europea está herida de muerte. Dicen que. 

Yo, que no soy adivino, leo que. Leo todas esas cosas. Lo de la crisis. Lo de la Unión Europea. Lo de Boris Johnson. Qué fuerte lo de Boris, ¿verdad? Y mientras dicen que y leo que, aprovecho para poner una lavadora. Ha salido un poquito el sol, así que toca lavar mi uniforme de cuarentena: chandal y sudadera. 

Me acurruco cerca de la ventana y hago la fotosíntesis durante unos minutos. Quizá horas. Yo qué sé. Ya no hay reloj. Que a las tres sean las dos a mí, como comprenderán, me la repampinfla. 

Re-pam-pin-fla. Qué bien suena. 

Hoy volvemos a tener cita en la sala de prensa con Pedro Sánchez, que previsiblemente anunciará… ¿ha hecho siempre ese ruido la lavadora? Joder, qué dolor de cabeza. 

Cierro la puerta de la cocina. 

Vuelvo a ponerme junto a la ventana. Qué gustirrinín estar al sol. 

Intento no pensar en Pedro. Ojalá volver a los sábados en los que solo hablaba María Teresa. Yo, confieso, aprovecho el fin de semana para bajar el volumen de todo. Pero tanto silencio delata el mayor de los ruidos: la puta lavadora. Tendría que haber puesto el programa corto. 

Dicen que estos días de cuarentena hay que intentar cumplir con una rutina, hacer deporte, leer y ver películas para mantener la mente ocupada. Que es un buen momento para ‘encontrarte a ti mismo’. También dicen que no hay romantizar el encierro. Que te tires en el sofá y no hagas nada si no quieres. Haz deporte. Duerme. Habla con tu familia y con tus amigos. No hables si no quieres. No te agobies. Acepta tu bajón. Intenta estar animado. Agóbiate si es lo que necesitas. ¿Tienes ansiedad? No la tengas. ¿La tienes? Normalízala. Pero, sobre todo, sin agobios.

Y, claro, cómo no me voy a agobiar. 

En este rato en el que la lavadora y mi cabeza han llenado de ruido la habitación el reflejo del sol que entra por la ventana se ha movido unos cuatro centímetros. Muevo la butaca. Vuelvo a bajar el volumen. 

Cojo un libro. 

Lo compré hace meses en La Batisfera, pero todavía no había tenido tiempo de hincarle el diente. 

Abro ‘Acción Travesti Callejera Revolucionaria’ (Editorial Imperdible), una colección de entrevistas y testimonios de Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson. Me lo leo del tirón. Es cortito. Me siento productivo. Eso me gusta. Luego pienso que es sábado y que no debo producir sino disfrutar y ya no me gusta. Qué agobio. 

“Estaré jodida si me voy a la tumba sin tener el respeto que esta comunidad merece”. Así acaba uno de los textos de Rivera. Hago cálculos. Hace 51 años de los disturbios de Stonewall. 50 de la ocupación de Weinstein Hall. 43 del primer ‘Orgullo’ en España. 18 años desde que Sylvia Rivera muriera de cáncer. Me pregunto qué respondería hoy a las mismas preguntas que recoge el librito. Me pregunto si se fue jodida o no a la tumba. 

Dicen que mañana el mundo será radicalmente distinto al que conocemos, pero leo las entrevistas de Sylvia y de Marsha y yo qué sé. Las cosas cambian. Pero no tanto. Muy lento para unas cosas. Muy rápido para otras.

Yo bajo el volumen pero cuesta tanto cuando hay tantas cosas de las que hablar. Por las que luchar. Que cambiar.

Y cómo no me voy a agobiar, si todavía le queda media hora a la lavadora. 

Sssh, que habla Pedro. 

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