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LA NAVE DE LOS LOCOS / OPINIÓN

Que se besen

Me gustaría que nuestra derecha y el comunismo heredero de La Pasionaria se estrellasen contra el muro de la gente. Deseo que los extremos fracasen en estas elecciones, pero intuyo que no me llevaré esa alegría. Al final, el miedo de unos y la desesperación de otros llenarán las urnas

23/05/2016 - 

Como casi siempre en la vida, hemos de elegir entre lo malo o lo peor. O no elegir, sencillamente. Después de la legislatura gatillazo nos convocan de nuevo a las urnas. La oferta es idéntica a la de diciembre: la derecha cínica de Rajoy, el socialismo tristón de Sánchez, el liberalismo coqueto de Rivera y el comunismo macho de Iglesias. Eso es lo que hay: o lo tomas o lo dejas. No cabe esperar sorpresas ya que todos los candidatos repiten después de castigarnos con un sainete que provocó la estampida del público.

¿A quién votar ahora?, se preguntará alguno de ustedes. ¿Merece la pena volver a hacerlo?, reflexionará otro sin tener clara la respuesta. Allá cada cual con lo que decida. No soy quien para aconsejarles. Pienso que el voto es un derecho y no un deber, y menos en estas circunstancias, cuando los políticos han defraudado las expectativas de los ciudadanos. Todavía hay quien critica a los abstencionistas porque, según un peregrino razonamiento, si estos dejan de votar no pueden quejarse después. Sólo falta que nos multen, como hacen en algunos países iberoamericanos. ¿Alguien le puede negar el derecho al pataleo a quien paga sus impuestos y actúa conforme a las leyes?

En estas elecciones se enfrentan dos bloques: quienes tienen algo que perder y los que ya no tienen nada que perder

En lo que va de precampaña, los responsables del fiasco de la anterior legislatura, los conservadores y los comunistas, han buscado el cuerpo a cuerpo para convencernos de que ellos son la única salida, de que España siempre será azul o roja, sin matices ni zonas grises. Este intento de reeditar las elecciones de 1936, justo cuando se cumplen ochenta años del inicio de la guerra civil, es un acto irresponsable e inmoral. Habría que cogerlos de las orejas y llevarlos a clase de Historia para que aprendiesen de sus mayores. Pero no tienen remedio porque ha quedado claro que los extremistas de derechas y de izquierdas sólo piensan en los intereses de sus partidos por encima de los del país.

Puede que esa estrategia les funcione y los votantes se escoren a un lado o a otro. Aún queda mucha campaña y nada hay firme pese a las engañosas encuestas. Los unos quieren ganar por aburrimiento, y los otros cabalgan a lomos de la desesperación de los perdedores de la crisis. Por mucho que se presenten como fuerzas antagónicas, son más parecidos de lo que imaginamos. El conservador Mariano y el comunista Pablo se retroalimentan formando una pareja de conveniencia que busca hacer irrelevantes al PSOE y a Ciudadanos.

A mí me gustaría que nuestra derecha —probablemente la más reaccionaria de toda la Europa occidental— y los nietos de La Pasionaria se estrellarán contra el muro de la gente (disculpen que emplee el término gente, hoy tan desprestigiado por el abuso tan interesado que hacen de él). Deseo que los extremos fracasen porque no casan con un país demasiado complejo para ser gobernado por dogmáticos de uno u otro pelaje. Pero intuyo que no me llevaré esa alegría. Al final, el miedo de unos y la desesperación de otros llenarán las urnas.

El cerdito de Alfonso Novo

Bien mirado, en estas elecciones se enfrentan dos bloques: quienes tienen algo que perder y los que no tienen ya nada que perder. Si usted figura entre los primeros, si posee una casa, una bicicleta de segunda mano o guarda unos cientos de euros ahorrados en un cerdito, como hacía el diligente concejal Alfonso Novo, sabe que no debe votar a los comunistas, a menos que sea un insensato o ese domingo haya despertado bajo los efectos de una noche toledana. Porque del cerdito no quedará ni el rabo si gobierna la muchachada de Iglesias.

Si eres joven, careces de empleo y de esperanza para encontrarlo, vives aún con tus padres y conoces a amigos que malviven en Londres limpiando las letrinas de un pub, tu partido es el de los comunistas. Comprendo tu razonamiento: si España no ha hecho nada por mí, si este país me ha defraudado, ¿qué me importa que España se hunda?

Es evidente que España acabará hundiéndose. Estamos en ello. Sólo nos queda la duda de si el hundimiento será gradual, acompañado de las habituales y melifluas mentiras del presidente Rajoy, o será una caída en picado si los comunistas, con la interesada ayuda de todos los separatistas del Estado, alcanzan el poder. También podrían seguir el ejemplo de su colega Tsipras y traicionar a sus votantes. Es lo que hizo Rajoy con los suyos en 2011.

Conservadores y comunistas son como dos gotas de agua; están hechos los unos para los otros, a costa de engordar nuestra desgracia. Y yo me pregunto, sin ofender: ¿por qué no se unen y acaban gobernando en coalición? La política siempre ha hecho extraños compañeros de cama. ¿A qué esperan para besarse en la boca?

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