Tiene riesgo deber entregar un artículo con semanas de antelación a su publicación si lo que pretendes es escribir sobre negociados políticos. Más aún cuando sobre Presidencia se otean, a lo lejos y desde hace tiempo, nubarrones que amenazan con descargas fulminantes. Puede, pues, que a la hora de publicarse esto, Mazón no haya tenido más remedio que abandonar el edificio y el futuro de nuestro protagonista de hoy haya sido reescrito. Hablamos de Francisco José Gan Pampols, vicepresidente segundo y conseller para la Recuperación Económica y Social de la Comunitat Valenciana.
'El elegido por Mazón para liderar la reconstrucción’, rezaban algunas crónicas tras su llamativo nombramiento. Gan Pampols tiene un plan, pensaban otros. Y lo tiene. Lo ha estado trabajando, durante este tiempo. Incluso puede que recién se haya publicado esta revista y el señor Gan ya haya presentado su hoja de ruta para recuperar o reconstruir, algo de eso. Volverá a aparecer el vicepresidente en los medios de comunicación, pero su mensaje durará un día. Lo que, si sigue Mazón o quien le sustituya, tarde en pedir el dinero al Gobierno para sacar lo que sea adelante. Aunque de ese Gobierno no sabemos qué esperar, tras su indignidad en los días posteriores a la Dana, y su falta de determinación política y económica en la recuperación.
A medida que pasaban las semanas, el peso mediático y político de Gan se fue diluyendo. De entrada, se le atribuyó, erróneamente, que lideró la reconstrucción en una provincia afgana cuando su tarea fue la de garantizar la seguridad de quienes se encargaron realmente. Es decir, de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (Aecid) y la empresa pública Tragsa. Se confirmaba que Mazón lo fichó por su vertiente mediática, aprovechando el impacto de meter un militar conocido en medio de la mayor crisis que se ha vivido en nuestro territorio y cuando las cagadas del popular eran más que notorias.
La jugada del militar encendió a Vox. Desplegaron misiles verbales hacia el jubilado militar sin miramientos. Puede que porque no les hiciera gracia que un militar estuviera ahí, sin ser de los suyos, o por la osadía (o inocencia política) que mostraba Pampols con respecto a sus adversarios políticos, como con José María Ángel, quien, por cierto, al tiempo, le enseñó que, entre adversarios, no hay idilios públicos posibles. Y entre los tuyos, tampoco.
Además, ciertas declaraciones, alejadas del argumentario para defender al indefendible Mazón, lo sentenciaron como jefe de la gestión de la Dana. El presupuesto asignado para su Conselleria no era más que la constatación de que no pintaba nada. Vamos. Un hecho fáctico. «Un hecho fáctico» (Carlos Mazón, 26/02/2025). Buff.
Mientras, Gan Pampols hacía camino. Un itinerario plagado de lugares comunes. Frases obvias, casi manoseadas, que lo alejan de parecer un líder que tuvo mando y del que se esperaba algo diferente. Aunque esto, quizá, sea defecto ajeno. Puede que, en nuestro imaginario, idealicemos ciertas profesiones y rangos, por lo que, al decepcionar, sean nuestras expectativas las que trocean, y no sea imputable a Gan la desazón. A lo peor, irrumpe esa sensación como la que muchos tuvieron pensando que Podemos y Ciudadanos iban a voltear la política. Cáspita. A lo mejor Gan Pampols hubiera encajado mejor en los morados del mesías Iglesias o en el partido naranja del Berlusconi de marca blanca.
No me cabe duda de que Gan Pampols no acabará haciendo buen balance de su efímero paso por la política. No me cabe duda de que él esperaba otro escenario. Casi apostaría un par de euros a que su inocencia lo llevó a pensar que, ante la mayor desgracia ocurrida en nuestro país en este siglo, quienes dirigen el cotarro iban a dejar sus mezquindades políticas y personales a un lado y que todos remarían en la misma dirección.
Más allá de consideraciones subjetivas, lo cierto es que Pampols ha decepcionado por otras razones. El sueldo que percibirá, tras maniobras orquestadas por un Consell que hizo la de Pedro Sánchez, meter en un decreto algo que no correspondía con el espíritu del mismo, para luego rectificar y acabar implementando una nómina llamativa en tiempos de Dana. El Gobierno valenciano mintió, pero él forma parte de ese Consell. No fue ejemplar. Como tampoco lo fue cargar al erario público una comida en un conocido espacio gastronómico y festivo de València, y que se regó con cervezas, vino y chupitos. Ya es feo beber en horario laboral, pero peor es que no lo apoquines de tu bolsillo. No conozco al señor Gan. Es más, me parece un buen tipo. Pero creo que erró el tiro. Que se metió en esto sin saber lo que era. «No voy a aceptar órdenes políticas ni partidistas», «No vengo a hacer política», decía el vicepresidente poniéndose un escudo ficticio. Alguien debió advertirle que su cargo es político. Y que la reconstrucción o recuperación se basa en políticas que deciden los cargos políticos.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 127 (junio 2025) de la revista Plaza