En la localidad alicantina de Pedreguer, enclavada entre las sierras y los valles de la Marina Alta, una familia dedicaba sus días a transformar el cuero en artículos de moda. Era 1973 y España aún no había abrazado la globalización. En ese momento, Juan Gil y Rosa Carrió, artesanos de vocación, montaron un pequeño negocio de marroquinería que fabricaba cinturones, bolsos, maletines y otros complementos para marcas nacionales. Décadas después, su hijo Antonio Gil Carrió tomaría ese mismo oficio, lo atravesaría con su pasión por la música y lo proyectaría al mundo entero con una idea tan simple como genial: convertir esas manos artesanas en fabricantes de correas de guitarra. Así nació la firma RightOn! Straps, una marca que hoy factura más de 800.000 euros vendiendo en más de cuarenta países y vistiendo los hombros de artistas como Brian May, Amaral, Marcus Miller, Ariel Rot o Steve Stevens, e incluso se coló en Hollywood de la mano de Bradley Cooper y Lady Gaga con la película Ha nacido una estrella.
Raíces que se transforman
«La empresa empezó cuando mis padres, después de trabajar años en la marroquinería, decidieron montar su propio taller en Pedreguer. Eso era lo más habitual, porque era un pueblo de fábricas, de manufactura», rememora Antonio Gil, CEO de la compañía. Desde entonces, el negocio creció, incorporó productos, se profesionalizó y trabajó para firmas como Zara, Desigual o Carolina Herrera. Pero, con la llegada de la deslocalización y las importaciones masivas, todo empezó a cambiar: «En 2012, todo se puso muy complicado porque la mayoría de nuestros clientes estaban comenzando a importar desde Asia y eso nos dejó en una situación delicada; teníamos que reinventarnos», recuerda. Y ahí surgió la idea o, mejor dicho, se activó una intuición que Antonio llevaba tiempo barajando, concretamente desde 2009.
Él era locutor de radio, una profesión a la que se dedicó durante más de quince años en emisoras locales. Aquel Antonio joven pinchaba vinilos, entrevistaba a bandas emergentes y asistía a conciertos. «Siempre fui un coleccionista compulsivo de música y en casa tenía más discos que muebles», afirma. Apasionado del vinilo, coleccionista de guitarras y explorador sonoro incansable, había estado siempre rodeado de música, pero fue en 2009 cuando la oportunidad llamó a su puerta. «Un fabricante de guitarras de Barcelona me encargó crear una correa diferente; quería que fuese única, y aquello me despertó. Vi que podía unir mis dos mundos: la marroquinería y la música», cuenta Antonio. Ese es el revulsivo que necesitaba para dar forma a todo un proyecto novedoso con el que había especulado, pero que no se había atrevido a poner en práctica.

- Rafa Molina
Ética y rock and roll
No solo quería crear un diseño especial, sino que también quiso poner el foco en el pragmatismo y la practicidad del producto para elaborar algo que realmente fuese distinto, así que ese primer modelo que diseñó fue una muestra de cómo un accesorio de un instrumento musical puede ser, también, una declaración de principios. «Tenía una textura especial, un diseño cuidado, pero, sobre todo, incorporaba un pequeño bolsillo para guardar las púas de la guitarra, algo que entonces no se veía», describe.
«Además, desarrollamos un sistema de ajuste innovador que denominamos RAS —que adquiere su nombre de las siglas de RightOn! Adjustment System— y que sigue siendo una de nuestras señas de identidad», destaca el empresario. Este nuevo procedimiento reemplaza el clásico sistema de agujeros por un mecanismo más limpio, preciso y estéticamente discreto.
«La idea era clara: la correa no debe ser un obstáculo al tocar, sino una herramienta; tiene que sostener bien el instrumento, permitirte libertad de movimientos y, si además te hace sentir bien por su estilo, mejor que mejor», afirma el creador. Y es que ese equilibrio entre funcionalidad, diseño y ergonomía ha sido el eje central de la marca desde sus inicios. «Siempre digo que el músico tiene que sentirse guapo con su correa, cómodo en el hombro y seguro en el escenario», sentencia.
Con ese precedente y la idea rondando desde hacía tiempo, Antonio decidió dar el salto y ponerlo definitivamente en práctica en 2015. De esta forma, pasó del cuero al riff, porque aquella maqueta se convirtió después en un artículo altamente demandado que empezó a centrar la atención de la producción. «Las correas de guitarra eran lo suficientemente cercanas a lo que sabíamos hacer, pero suficientemente diferentes como para construir algo nuevo», asegura.
Con alma de moda
Aunque el producto es técnico, la sensibilidad estética viene de lejos. «Nuestra experiencia en la moda nos permite trabajar con texturas, estampados, colores y acabados que otras marcas no exploran —apunta—. De hecho, mucha gente nos dice que se nota que venimos de ese sector», afirma. Un proceso creativo que arranca con la observación. «Nos fijamos en qué correas usan los artistas, en cómo combinan con sus guitarras, en los géneros musicales, etcétera, porque hay músicos de metal que quieren tachuelas, remaches, piel negra, mientras que otros buscan la sencillez; hay funk, jazz, rock, country, etcétera y cada estilo tiene su lenguaje visual», explica. Además, algunos diseños se imprimen en tela a partir de gráficos desarrollados por artistas como Xenia Grey, instrumentista de origen ruso afincada en Alicante. «Xenia nos ha ayudado a crear algunos estampados con muchísima personalidad; colaborar con músicos que también son creativos visuales es una forma de entender el producto desde dentro», asegura.

- Rafa Molina
Una apuesta ética
La producción, aunque profesionalizada, mantiene un espíritu artesano, y es que en torno al 60% del trabajo es manual. «Usamos máquinas básicas para cortar y coser, pero todo pasa por manos humanas; no existe una máquina que te saque una correa lista desde cero, y tampoco la queremos», confiesa el empresario alicantino, que además vio una oportunidad de negocio alineada con los valores del proyecto. En 2015, RightOn! se convirtió en pionera al lanzar una colección 100% libre de materiales de origen animal, algo que no había sucedido hasta ese momento en la industria musical. «Fuimos los primeros en el sector en hacerlo y lo hicimos bajo un lema que era muy claro: Free of all animal parts», recuerda Antonio. «La respuesta fue impresionante; muchos músicos veganos nos escribieron para agradecérnoslo». De esta forma, lo que empezó siendo una colección pasó a convertirse en el código ético de la compañía atravesando de forma transversal todos sus artículos.
La apuesta no era solo ética o estética, sino también estratégica. «Descubrimos un nicho global; en redes sociales empezaron a recomendarnos como ‘‘la marca de correas veganas’’ y eso, a nivel de posicionamiento, fue clave». De hecho, sirvió para internacionalizar más el negocio. Y es que, gracias a esa decisión, se abrió una de las puertas más especiales de la trayectoria de la marca: Brian May, guitarrista de Queen. «A través de un conocido supimos que buscaba correas veganas, y le enviamos algunas que acabaron en el catálogo oficial de sus guitarras; entrando en la página web de Brian May Guitars, se ven nuestras correas ahí, firmadas por él, y eso significó un antes y un después», describe. Una conexión que consolidó el prestigio de la compañía y que sirvió para abrir nuevas puertas.
De Pedreguer a Hollywood
Con todo, la consolidación llegó también por otro canal: el cine. En la película A star is born (Ha nacido una estrella), dirigida y protagonizada por Bradley Cooper y Lady Gaga, aparecen hasta cinco modelos de la firma alicantina en varias escenas diferentes. «Aquello fue increíble; ver tu producto en una superproducción de Hollywood da una dimensión de marca que no se puede comprar». Sin embargo, no se habían propuesto superar un reto de ese calibre. Antonio descubrió tal hazaña viendo el tráiler del filme en la televisión.
La cinta, centrada en el ascenso y caída de una estrella del country-rock, encajaba perfectamente con el universo visual de la marca, así que, como describe Antonio, «fue algo orgánico; el equipo de atrezzo buscaba correas con carácter, y ahí estábamos nosotros». El propio Bradly Cooper decidió qué correas quería portar y fueron las de RightOn!, porque se trata de un producto que los propios artistas valoran.

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Una comunidad de artistas
La firma no solo fabrica productos. Crea comunidad. Y la lista de artistas que usan sus correas es larga y diversa: Richard Fortus (Guns N’Roses), Marcus Miller, Steve Stevens, Andy Timmons, Michael Landau, Amaral, Fito Cabrales, Ariel Rot, José de Castro (Jopi), Javier Vargas, Los Zigarros, Nina (Morgan), Juanito Makandé, entre muchos otros. «Algunos nos descubren en ferias, otros por recomendaciones, así que nos escriben, nos cuentan sus necesidades y tratamos de adaptar lo que hacemos; no hacemos productos de boutique, pero sí queremos que cada músico sienta que su correa habla de él o de ella», explica el empresario. En otros casos, la colaboración va más allá, porque esas sugerencias acaban dando forma a artículos basados en sus propios deseos y necesidades. «Hay modelos inspirados directamente en artistas o en peticiones concretas porque nos gusta cocrear, escuchar y probar cosas nuevas», afirma.
Un mapa que se expande
Recorriendo poco a poco ese camino, RightOn! ha conseguido estar presente en más de cuarenta países con una expansión que ha sido progresiva y estratégica. «Cuando empezamos, sabíamos que el mercado nacional se nos quedaría pequeño, así que empezamos a participar en ferias internacionales de la industria de los productos musicales como Musikmesse, en Frankfurt, y luego en la NAMM, de Los Ángeles, que es la más importante del sector», explica. Y han pasado por otros muchos circuitos de la industria hasta conseguir distribución en Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Estados Unidos, además de España. Cada país tiene sus peculiaridades. «Japón, por ejemplo, es muy curioso, porque nos piden modelos muy exclusivos, muy coloridos e incluso con motivos llamativos como pisadas de gatos; cosas que aquí parecerían anecdóticas, allí son un éxito y causan furor», destaca.
Estados Unidos es el gran reto para la empresa alicantina. «Es un mercado difícil, pero estamos ahí desde 2015 y, ahora, con los aranceles, se puede complicar todo, pero no renunciamos, porque sabemos que nuestro producto tiene mucho potencial», apunta. Y, aunque pueda parecer un obstáculo, más que una ventaja, afirma que la clave de haber podido alcanzar la internacionalización ha sido mantener el corazón productivo en su localidad natal, Pedreguer. «Desde aquí gestionamos todo. La cercanía con proveedores del sector del calzado en Alicante nos da mucha agilidad y un buen control de calidad», justifica.

- Rafa Molina
Pandemia inesperada, pero rentable
La llegada de la covid-19 cogió a todos por sorpresa, pero en el caso de RightOn! supuso, contra todo pronóstico, un aumento de ventas. «Cuando se decretó el confinamiento, la gente se lanzó a comprar guitarras; tocar música era una forma de sobrellevar el encierro, así que las ventas de instrumentos se dispararon y, en consecuencia, también las nuestras», apunta. Quien compraba una guitarra se compraba también el complemento, aunque en menor proporción, pero ese boom sí afectó también a las correas. «Una vez te compras la guitarra, te compras una púa, una funda y también una correa; estábamos preparados con stock, porque producimos con mucha previsión, así que pudimos responder bien, aunque después llegó el bajón, claro, y lo sobrevivimos sin grandes sobresaltos», recuerda.
Hacia el futuro con los pies en la tierra (y el alma en el escenario)
Reinventándose en una crisis tras otra, hacen honor a su nombre, que el empresario adoptó viendo un anuncio publicitario con música de James Brown. «Escuché el término right on!, que se utiliza en contextos en los que usamos expresiones como ‘‘¡vamos, genial, claro que sí, adelante!’’». Unos términos que casan a la perfección con su espíritu, entre entusiasta y combativo, que marca el pulso de la compañía. «Lo descubrí escuchando a James Brown, busqué el significado y enseguida pensé que eso era exactamente lo que queríamos transmitir», asegura Antonio, para quien la pasión lo es todo. «Nuestro lema es Do it with passion or not at all (Hazlo con pasión o no lo hagas); la pasión es lo que mueve al músico, al artesano, al emprendedor, a todo el mundo, porque sin ella, todo es aburrido», sentencia. Así que el futuro, dice, pasa por seguir haciendo de esa forma lo que mejor saben: innovar, escuchar a los músicos, fabricar con cariño y no perder nunca la conexión con lo auténtico. «Hemos creado algo bonito, y lo más bonito de todo es que sigue creciendo».

* Este artículo se publicó originalmente en el número 127 (junio 2025) de la revista Plaza