El índice reputacional del Gobierno está por los suelos. Los que tenemos edad tendemos a compararlo con los últimos años de Felipe González donde se produjeron todo tipo de tropelías, incluidas las mordidas de los Fondos Reservados del Estado vinculados a la guerra sucia contra ETA a través de los GAL. La entonces directora del BOE Carmen Salanueva traficaba con arte llamando a galerías e imitando la voz de la Reina Sofía para conseguir mejor precio: la cumbre del esperpento. El problema es que con las comparaciones no llegamos a ningún sitio: son dos tiempos históricos distintos con una diferencia importante: los nacionalismos catalán y vasco (CiU y PNV) no estaban tan asalvajados, sobre todo los convergentes de Jordi Pujol a quien el ABC de Luis María Anson le dedicó un homenaje como "español del año". Pujol es el padre espiritual de Carles Puigdemont y el patriarca también de una inmensa red de corrupción, sacos y sacos de dinero espurio rumbo a Andorra, que ahora se dirime en los juzgados: el clan Pujol, una pandilla de bandoleros como en el Far West (presuntamente).

La corrupción de estos años es sistémica, partiendo del trío Cerdán/Ábalos/Koldo, en compañía de Víctor de Aldama. Estamos conociendo una metástasis estos días para la que no sé si habrá ya cura: mucha quimioterapia y radio haría falta. Conforme vayan cantando los susodichos (Aldama ya lo está haciendo y los otros acaban de empezar) aquí no se va a librar ni Dios. Añadamos los casos de acoso sexual y completamos un paisaje convulso y muy deprimente.

Hace tres días Yolanda Díaz, líder de facto de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno, le pedía a Pedro Sánchez "una profunda remodelación" del Gobierno ante el panorama ya descrito en estas líneas. Yo creo que la mejor remodelación sería que Sumar abandonara el ejecutivo para no dejarse arrastrar por la corriente. Una corriente que incluye el hecho de que los 7 diputados pos-convergentes manden en España aunque España les importe un pimiento como vomitan cada vez que pueden, y con especial ahínco la portavoz en el Congreso Miriam Nogueras. Pero no: se mantienen (Sumar) bajo el pretexto de que lo que está por venir es peor: una coalición PP/Vox que según algunas encuentas reuniría hasta 200 diputados en el Congreso.

Yo era cautivo de esa argumentación hasta hace un tiempo por las reservas extremas que albergo con los ultras. Reservas o rechazo frontal como reitero en buena parte de mis artículos: la organización juvenil de Vox, Revuelta, se ha quedado, presuntamente, con 100.000 euros que recaudaron para los damnificados por la Dana. Mea culpa: leo toda su roña, como el presunto acoso sexual de un edil ultra, José Marcos Pons Devesa en Xàbia. O el lío que ha armado Samuel Ruiz en Elche, con su dimisión fake.

A lo que iba: el frentismo contra los ultras que practica Sumar (y el PSOE por supuesto) no hace más que darles votos bajo el axioma de "que hablen de mí aunque sea mal". Para doña Yolanda es mejor que el sector dominante del PSOE, encabezado por Sánchez, siga carcomiendo las estructuras del Estado a que haya unas elecciones anticipadas. ¿De cuándo un partido presenta a un imputado a una elecciones autonómicas sabiendo que el juicio empieza en cuatro meses? Hablo de Miguel Ángel Gallardo y de Extremadura. En Alicante, 2018, por mucho menos, Ximo Puig obligó a dimitir como alcalde al socialista Gabriel Echávarri investigado por fracturar unos contratillos. Puig tenía muy claras las líneas rojas del PSOE como marcan los estatutos del partido. ¿Cómo traga Sumar con eso, con lo de Extremadura, enredado como está el candidato con el "Caso Hermanísimo"? No es de extrañar que cualquier día de estos los diputados de IU en el Congreso, comandados por Enrique Santiago, se tiran al monte y abandonen la disciplina de Sumar.

Los socialistas gallegos están que arden después de la renuncia del presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, como presunto acosador sexual. Hechos que ya conocía el líder socialista gallego Gómez Besteiro desde el pasado mes de octubre. Sin embargo se calló como un muerto y no hizo nada al respecto. Lo mismo que la dirección nacional del PSOE con el caso de Francisco Salazar. Por pura coherencia Silvia Fraga, responsable de Igualdad en la ejecutiva del PsdG/PSOE gallego, ha presentado su dimisión. La delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, secretaria de Igualdad en la ejecutiva del PSOE, ha sido cómplice durante cinco meses del silencio sucio que ha mantenido su partido con lo de Salazar. Cinco meses transcurridos desde que eldiario.es destapó el caso. Los socialistas se lo tienen que hacer mirar a fondo como ya relaté en mi anterior artículo. Afloran nuevos casos como setas, incluido el alcalde de Almussafes, Toni González.