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Cuando no había streaming

'Sensación de vivir': los pijos también lloran

Hay series que definen épocas, y eso fue lo que hizo Sensación de vivir, condensar los anhelos y frustraciones de una generación que, para bien y para mal, se convirtió en la última de su especie. Beverly Hills nunca volvió a ser la misma

Darren Star tenía veintisiete años cuando recibió un encargo de la cadena FOX: crear un culebrón protagonizado por adolescentes. Para ello, se inspiró en sus experiencias como universitario y en su serie de televisión favorita: Treintaytantos, que hablaba de los conflictos y las alegrías de un grupo de amigos treintañeros, centrándose en cuestiones cotidianas, aparentemente sin importancia. Star se propuso hacer lo mismo inventándose una pandilla de niños bien californianos que viven en el exclusivo barrio de Beverly Hills (de ahí el título original de la serie, Beverly Hills 90210). También tomó como referencia las películas juveniles de John Hughes como El club de los cinco o Pretty in Pink. Con esos ingredientes creó un cóctel audiovisual que, en su primera temporada, dejó a la audiencia bastante indiferente. Solamente fue a partir de la segunda cuando la ‘beverly manía’ se desató, convirtiendo a sus protagonistas en ídolos adolescentes que provocaban la histeria a su paso —una visita promocional a Madrid del elenco provocó el caos en Barajas—, y se materializó en hechos tales como una colección de muñecos modelados a su imagen y semejanza.

Sensación de vivir hizo diana. Nada como hablar de sentimientos cuando se trata de esa tumultuosa fase vital que es la adolescencia. El adiós a la infancia y el hola a la vida adulta implican el descubrimiento del sexo y la búsqueda de los sueños, aunque donde se dice sueños también puede leerse ambiciones, solo que estas tenían más que ver con los coches de lujo que con las ganaderías. Darren Star tejió la mezcla perfecta de lujo y pasiones. Eso sí, todo escenificado desde un prisma más bien conservador. De esto se encargó el astuto Aaron Spelling, productor de Los ángeles de Charlie, Dinastía y Vacaciones en el mar. Le vino muy bien que su hija Tori se presentara a las pruebas y que, para sorpresa de nadie, acabara consiguiendo un papel. Ella asegura que se cambió el apellido para evitar cualquier trato de favor, pero también reconoció que tenía muy fácil husmear en los proyectos de su padre para luego presentarse a los castings. Vamos, como para no salir elegida.

  • Brandon (Jason Priestley) y Kelly (Jennie Garth). 

La premisa era la siguiente: una familia de ideas tradicionales se muda de Wisconsin a Los Ángeles por motivos de trabajo. Los Walsh tienen dos hijos, Brandon (Jason Priestley) y Brenda (Shannen Doherty), que en el campus conocerán a un grupo de chicos y chicas bastante pijillos. Se instalan en Beverly Hills, pero no exactamente en la zona pija del distrito 90210, que es donde se mueven sus nuevas amistades: Kelly Taylor (Jennie Garth), Steve Sanders (Ian Ziering), Andrea Zuckerman (Gabriella Carteris), Donna Martin (Tori Spelling) y Dylan McKay (Luke Perry). Con todos ellos llegó el escándalo. Al final de la primera temporada, Brenda tenía su primera relación sexual con Dylan y eso no gustó a la audiencia de la FOX. No molestó tanto el hecho del encamamiento en sí, como que Brenda expresara su felicidad por haberlo hecho por primera vez. La Universidad de Beverly Hills ya había negado el permiso a la productora para que usaran su nombre en la serie. Terminarían arrepintiéndose, porque Sensación de vivir se convirtió en un fenómeno.

Una serie progre, pero no tanto

El hecho de que la FOX emitiera capítulos nuevos durante el verano, una época en la cual las cadenas nunca ponían toda la carne en la barbacoa y echaban mano de las reemisiones, fue el detonante de su triunfo. El de 1991 fue el verano de Sensación de vivir . La audiencia pasó de 9,5 a 17,4 millones. Jenny Garth recuerda que supo que habían llegado a lo más alto el día que recibieron un aviso de bomba durante el rodaje. Priestley y Perry se convirtieron en símbolos sexuales. Garth y Doherty fueron elevadas a la categoría de estrellas. Mientras, Spelling regulaba la moralidad de las tramas a través de las partes de Donna, el personaje que interpretaba su hija. Star quería dar visibilidad a cuestiones concernientes a los jóvenes, como el racismo, el sida, las drogas, la homofobia o la violencia sexual. Para contrarrestar ese efecto progresista, el productor se aseguraba de que Donna fuese una firme defensora del celibato y que estuviera en contra del consumo de alcohol.

  • Brenda (Shannen Doherty) y Dylan (Luke Perry). 

Series como O.C. y Gossip le deben todo a Sensación de vivir, que durante diez temporadas sobrevivió a los choques de egos entre sus protagonistas. En sus memorias, Priestley contaba que hubo mucho ajetreo sexual entre los actores. El nuevo siglo acabó con Sensación de vivir, que tuvo una tibia resurrección en 2019 (BH 90210), el año en que Perry falleció repentinamente por un derrame cerebral. El personaje de Dylan estaba pensado como un invitado ocasional. Fue Spelling quien vio su potencial y le dio más protagonismo. Doherty falleció en julio de 2024 a causa del cáncer que la tuvo en tratamiento durante más de diez años. La ficción, a veces, no logra contener la crudeza de la realidad.

El padre y la hija

En sus memorias, Priestley contó que cuando rodaron la escena de la graduación de Donna, todo el mundo chilla «Donna Martin graduates!», pero lo que realmente gritaron fue «Donna Martin masturbates! (Donna Martin se masturba)». También recordaba que Aaron Spelling no permitía que nadie llevase gafas de sol en el rodaje y tenía prohibidos los cambios de peinado.

La serie en datos

Duración: Diez temporadas emitidas entre octubre de 1990 y mayo de 2000. En España, Tele 5 estrenó la serie en mayo de 1992 en su programación de noche. 

Premios: Obtuvo cuatro nominaciones a los Globos de Oro y una a los Emmy.

La sintonía: Saving Forever For You, de Shanice, fue uno de los sencillos de éxito del disco publicado con temas de la serie.

¿Cómo verla?: En DVD y Blu-Ray.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 125 (abril 2025) de la revista Plaza

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