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opinión

Riesgo, rentabilidad y liquidez, tres pilares que debe conocer un inversor

La falta de cultura financiera es un problema que nace a título individual y que se acomoda en la familia hasta llegar a la empresa como explica el experto

29/11/2019 - 

VALÈNCIA. La crisis financiera lo cambió todo en España. También el interés del grande, el mediano y hasta el pequeño empresario por conocer nuevas posibilidades de financiación y de inversión que les permitieran salir indemnes o en mejor estado de aquella situación. Se produjo entonces, una tímida demanda de información financiera, de búsqueda de nuevas vías y de soluciones y alternativas para las compañías. Sin embargo, lo sucedido no significó el nacimiento de una cultura financiera empresarial que potenciase un ecosistema económico sano, vital. Este ecosistema sano es el que surge cuando se da cuenta de que hay una demanda de productos financieros para el ahorro y la inversión distintos, y que, además, el público los demanda. Primero porque sabe que existen, segundo porque los necesita.

¿Qué ocurre cuando no se produce esta demanda? La economía resulta poco sofisticada, sin alternativas, y se convierte en un lastre para la productividad, que es la asignatura pendiente del país. La falta de cultura financiera resulta un problema que nace a título individual -en el bolsillo del individuo- y que se acomoda en la familia hasta llegar a la empresa e incidir en el funcionamiento general de la economía. Lo denuncia el Instituto Nacional de Estadística con datos tan llamativos como que siete de cada diez españoles no ahorra para su jubilación ni realiza ningún tipo de inversión pensando en su futuro. Más: el 70% de la población confiesa no saber cómo funciona una hipoteca y el 30% ignora lo que significan ciertos conceptos que aparecen en su nómina.

Esta ausencia de nociones básicas sobre el funcionamiento de algunos aspectos de la economía hace que la gente crea en la falacia de que lo familiar va siempre mejor. Por este motivo, sugiere el experto en finanzas, los bancos siguen ofreciendo depósitos al cero por ciento, con una rentabilidad media del 0,04% y aun así captan la mayor parte del ahorro de este país. Si no se demandan soluciones más variadas con mayores rentabilidades y menores riesgos, los bancos no tendrán competencia.

No es poco lo que hay que conocer para operar en el mercado con cierto fundamento. Sin embargo, y a tenor de distintos informes y estudios, si se aprueba es muy raspado o con poca nota. No sólo en nuestro país, sino también en el entorno de los países de la OCDE. Una encuesta del Banco de España publicada este 2019 arroja unos resultados tan sorprendentes como que el 42% de los preguntados dentro de nuestras fronteras no sabe bien qué es la inflación, mientras que 54% no comprende las variaciones en los tipos de interés.

Diversificación

Tres son los pilares que debería conocer cualquier inversor: riesgo, rentabilidad y liquidez. El primero es el que da lugar a mayor desconcierto, puesto que se confunde con la posibilidad de perder nuestro dinero, y no es así. Es más, quizá esta sea la acepción más ajena al término. El riesgo aquí se traduce en oscilación de precios por distintos motivos. Se trata de mitigarlo, cuando no eliminarlo, a través de la diversificación. Un concepto, por otro lado, también ajeno al 51% de los encuestados, según el informe del Banco de España antes citado.

Liquidez es el tiempo que tarda una inversión en convertirse en tesorería. Si invierto a un año, no necesito inversión en ese horizonte temporal. Siempre se puede renunciar a la liquidez en función de un horizonte temporal, cuando esa renuncia venga compensada con una mayor rentabilidad o un menor riesgo. Por su parte, la rentabilidad es la resulta de haber comprado bien, de haber gestionado bien o, simplemente de haber dado con una buena oportunidad.


Hoy en día el inversor se encuentra ante retos nuevos, ya sea pequeño o grande. A consecuencia de la gran crisis financiera, el principal reto es la ausencia de un activo libre de riesgo donde depositar el ahorro. Esto es debido a que las autoridades monetarias han llevado los tipos a cero para estimular la economía, y no solo eso, también han distorsionado los mercados de renta fija con sus programas de recompra masivos, expulsando también al inversor conservador.

Esto se enmarca en una carrera por la hegemonía global contra China, lo cual asegura un mundo menos globalizado durante décadas y una continuidad de los estímulos extraordinarios para no quedarse atrás. Además, Europa es exportadora, por lo que se ve perjudicada ante las acciones estadounidenses. Estas dos enormes fuerzas arrinconan al inversor y lo echan del mercado, obligándolo a invertir en economía real (inmuebles, empresas) si no quiere ver cómo su dinero va perdiendo valor.

Salir de la zona de confort

Y ante esta situación encontramos el tercero de los retos: no existe un ecosistema inversor con oportunidades de inversión bien organizadas porque el inversor no tiene la cultura financiera para demandarlas. Este es el mayor de los retos, que ha saltado al primer plano cuando al inversor le han sacado de su zona de confort y le han obligado a formarse para entender siquiera las alternativas que se le proponen.

Volvemos pues al punto de principio, a esa falta de cultura financiera, que tímidamente comienza a preocupar a instituciones y expertos. Adquirirla puede ser un buen propósito para este 2020.

Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office

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