La competencia entre las grandes potencias y los problemas del cambio climático pueden presentar importantes oportunidadesa medio plazo
VALÈNCIA. Es evidente que 2022 presentará uno de los escenarios geopolíticos más complejos, impredecibles y potencialmente peligrosos en décadas. Varios factores impulsan este riesgo elevado, comenzando con cambios estructurales en el entorno geopolítico que incluyen un orden mundial más competitivo, una creciente desigualdad económica y disfunción política a nivel mundial. También somos testigos de las crecientes implicaciones del cambio climático para la seguridad nacional.
La covid-19 seguirá teniendo un impacto prolongado. Como vimos en 2021, la pandemia tiende a acelerar los cambios geopolíticos y ayudar a dar forma a los nuevos y sorprendentes eventos como interrupciones contínuas de la cadena de suministro, cambios cíclicos y estructurales en los mercados laborales y perspectivas de inflación variables. Todo ello influirá sin lugar a dudas en las políticas internas y externas.
La relación entre Estados Unidos y China seguirá siendo la dinámica geopolítica más importante este año. De primeras, es probable que ambos gobiernos prioricen los asuntos internos como la gestión del coronavirus, los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, el 20º Congreso Nacional del Partido Comunista de China y las elecciones de mitad de período en Estados Unidos.
Podemos anticipar que Estados Unidos buscará profundizar los enfoques de seguridad multilateral en la zona Indo-Pacífico, como la alianza de seguridad QUAD -foro que reúne a Australia, Estados Unidos, India y Japón- con Japón, Australia e India, así como su especial relación con el Reino Unido tras el Brexit. En este sentido, la Unión Europea (UE) debería buscar más apoyo y atención de Estados Unidos. Muy especialmente para las industrias estratégicas, incluidos semiconductores, como tecnologías espaciales, comunicaciones de próxima generación, robótica, biotecnología, minerales complejos, inteligencia artificial o computación cuántica…
Mientras tanto, seguro que Beijing continuará impulsando sus propias capacidades militares, económicas y diplomáticas en expansión en 2022, ya que China busca una mayor influencia regional y global. África y Latinoamérica seguirán siendo parte importante de su estrategia. Dado que se prevé que la rivalidad geopolítica crecerá en importancia en 2022, ambos países seguirán dispuestos a desacoplar sectores estratégicos de manera ordenada. Todo ello al mismo tiempo que buscarán oportunidades para una cooperación bilateral limitada en áreas de interés mutuo, incluido el comercio, el clima y la pandemia mundial.
Pero esta aparente tranquila rivalidad tiene algunos riesgos en el aire. Taiwán encabeza esta lista, dada su importancia política estratégica y nacional para Beijing; y el énfasis en los derechos humanos y la democracia en la política exterior de la Administración Biden; por lo tanto, es probable que las tensiones sigan siendo elevadas en el estrecho de Taiwán y sus alrededores. Impulsado por disputas territoriales y una mayor actividad militar, es probable que el riesgo geopolítico también siga siendo pronunciado en los mares del sur y este de China; mientras que el acelerado programa de armas nucleares de Corea del Norte podría generar oportunidades adicionales para crisis y conflictos durante este año.
En otros lugares, veo a Irán como otro riesgo geopolítico crucial a no perder de vista; particularmente si los esfuerzos diplomáticos en curso para resucitar el Plan de Acción Integral Conjunto fracasan y Teherán reanuda su programa nuclear.
Mientras tanto, los riesgos cibernéticos pueden intensificarse en 2022 tanto para el gobierno como para las empresas, ya que esta herramienta de 'guerra en la sombra' altamente efectiva -y altamente disruptiva- se convierte en la nueva normalidad en un orden global más competitivo.
En cuanto a Europa, el papel de Rusia en la competencia de las grandes potencias seguirá siendo la principal preocupación de Estados Unidos y sus aliados; particularmente a medida que Moscú avanza en sus capacidades de armas hipersónicas y nucleares. También esperamos más operaciones cibernéticas vinculadas a Rusia dirigidas a empresas estadounidenses y occidentales como parte de la nueva normalidad del riesgo geopolítico. En todo este escenario, la UE tendrá qué solucionar graves problemas internos antes de intentar buscar un protagonismo perdido en el complejo tablero geopolítico actual. Su errática y torpe política exterior nos está relegando a un papel de mero observador en las decisiones globales.
Finalmente, sin duda el cambio climático se convertirá en una mayor prioridad en 2022. Los desastres naturales en todo el mundo -y especialmente en Estados Unidos- han incrementado las preocupaciones del Pentágono sobre las implicaciones del cambio climático para la seguridad nacional, que considera una "catástrofe compleja" que puede actuar como un multiplicador de amenazas en muchas dimensiones. Estos riesgos climáticos venideros se centrarán en las regiones ecuatoriales y en los trópicos, hogar de algunos de los puntos críticos geopolíticos más desafiantes del mundo. Las principales amenazas incluyen el aumento de la migración climática, los conflictos por los recursos, la escasez de alimentos y energía, el aumento del extremismo y la ampliación de las oportunidades para los vectores de enfermedades.
La competencia entre las grandes potencias y los problemas del cambio climático intensificados pueden presentar importantes oportunidades de inversión a medio plazo, a medida que los gobiernos, las empresas y las personas de la sociedad buscan adaptarse a estos cambios geopolíticos estructurales. Por el lado del clima, considero que la adaptación es la forma más directa de invertir a través de la lente geopolítica. ¿Por qué? Ayudar a las sociedades a enfrentar mejor el aumento de las temperaturas, la escasez de alimentos y agua, las inundaciones, las tormentas y otros problemas relacionados con el clima puede ser la mejor póliza de seguro contra estos próximos desafíos de seguridad nacional.
Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores