Hoy es 4 de octubre
El sida fue denominada la peste del siglo XX. Se cebó en homosexuales y drogadictos. Artistas como Rock Hudson, Freddie Mercury y Rudolf Nuréyev murieron por contraer el VIH. Hoy es una enfermedad crónica.
Rock Hudson murió de sida el 2 de octubre de 1985. Tenía 59 años. Fue el primer famoso que falleció por contraer el VIH. Se lo habían diagnosticado un año antes. Lo mantuvo en silencio hasta que le fue imposible ocultarlo. Lo habían abandonado casi todos, menos su amiga Doris Day, la novia de América, con quien protagonizó comedias blancas como Pijama para dos y No me mandes flores, en los años sesenta. En una de sus últimas apariciones públicas, Rock Hudson —extrema delgadez, rostro cadavérico y bigote hirsuto— se abraza a Doris Day como muestra de cariño y testimonio de despedida.
Cuando TVE informó de la muerte de Rock Hudson, muchos descubrimos que el icono de la masculinidad, el objeto de deseo de varias generaciones de mujeres, era homosexual. Lo había ocultado casándose con su secretaria en 1955. No sé si entonces ya se utilizaba la expresión “salir del armario”. La muerte del actor hizo visible la enfermedad —denominada, entonces, “la peste del siglo XX”— y obligó a los gobiernos del mundo rico a adoptar medidas para combatir su expansión. Burt Lancaster, en una gala para recaudar fondos contra el sida, pronunció las últimas palabras de Hudson: “No me alegro de tener sida, pero si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi propia desgracia tiene un valor positivo”.
En España, el primer caso del síndrome de inmunodeficiencia adquirida se diagnosticó en 1981, cuando un paciente de 35 años ingresó en el hospital Vall d’Hebron con sarcoma de Kaposi. Se calculan 60.000 muertos por el VIH en nuestro país de 1981 a 2018. Hay 150.000 personas que conviven con el virus en 2023. El 96% tiene acceso a un tratamiento antirretroviral.
En el mundo rico es extraño que alguien muera por contraer el VIH. El sida es hoy una enfermedad crónica. Sin embargo, en los ochenta y noventa era mortal. La primera medicación contra el sida —el AZT, azidotimidina— se remonta a 1987.
Una vez diagnosticada la enfermedad, un enfermo de sida se enfrentaba al rechazo social en los ochenta. La misma Linda Evans, cuando supo que Rock Hudson tenía sida, puso el grito en el cielo. Temía haberse contagiado por haberle dado un beso en el rodaje de Dinastía. Sus compañeros dejaron de abrazarla.
Ese ambiente irracional, alentado por la ignorancia, se dio en las familias, las empresas, entre vecinos. El enfermo de sida —sidoso, en lenguaje despectivo— debía ocultar la enfermedad porque sabía que, si le descubrían, se enfrentaría a la marginación de familiares, amigos o compañeros de trabajo. Te podían despedir.
La desinformación sobre la enfermedad dio alas a todo tipo de leyendas, de noticias falsas. Se pensaba que cualquier contacto físico —un beso, un abrazo, un simple apretón de manos— podía transmitirla. La enfermedad, definida como “un castigo de Dios” por los integristas de la época, estigmatizó, aún más, a los homosexuales y los drogadictos, los colectivos más afectados, a distancia de los hemofílicos.
En EEUU, donde gobernaba Ronald Reagan, el sida reforzó a los partidarios del puritanismo sexual. San Francisco y Nueva York, que acumulaban el mayor número de casos, fueron vistas como ciudades del pecado, las nuevas Sodoma y Gomorra.
Ese puritanismo no caló en la España de los ochenta. Poco a poco, los políticos se fueron tomando en serio el problema. En 1990, el Gobierno de Felipe González lanzó la campaña Póntelo, pónselo, lo que levantó la ira de los sectores más conservadores de la población. Veían en ella una invitación a la promiscuidad sexual entre los jóvenes. Todo por defender el uso del condón para evitar el contagio de una enfermedad que era mortal entonces.
En España hubo conocidos activistas contra el sida. El más popular fue el artista Pepe Espaliú. En 1992 protagonizó una cadena humana con el fin de sensibilizar sobre el problema. Murió un año después. El sida también se llevó por delante al gran poeta Jaime Gil de Biedma, tío —aunque sea difícil de creer— de Esperanza Aguirre.
La lista de famosos tocados por la guadaña es larga: además de Rock Hudson, Freddie Mercury, Anthony Perkins (el de Psicosis), el bailarín Rudolf Nuréyev, el tenista Arthur Ashe, el filósofo Michel Foucault, el fotógrafo Robert Mapplethorpe… Hasta Isaac Asimov falleció por esta causa, víctima de una transfusión de sangre contaminada.
Desde hace treinta y cinco años, cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial contra el Sida. Es una ocasión propicia para recordar los cuarenta millones de vidas perdidas por el VIH en todo el mundo, y expresar el apoyo a los enfermos que conviven con la enfermedad. Dos terceras partes la padecen en África.
Como de momento no hay vacuna debido la gran mutabilidad genética del virus, si uno no quiere contagiarse de sida o de otras enfermedades de transmisión sexual tiene dos soluciones: la castidad, sea voluntaria o forzada, o el condón. Lo aconseja hasta el Gobierno valenciano. Por una vez hagámosle caso.