VALÈNCIA. El estado húmedo de la tierra permite que si acaricia el barro con suavidad, arrastre la piel y no deforme la carne. Su dedo remueve la primera capa y con el arrastre mueve masas que rellenan y cierran las grietas y heridas abiertas en la superficie. Si hubiese daño, la cura, solo precisaría de una caricia. Sumida dentro de ese diálogo material, vuelve a empezar, vuelve a rasgar la piel del barro dibujando una espada. El barro produce un diálogo generoso: él ofrece la seguridad de que si la espada no esta bien resuelta, pase el dedo por encima y la borre; ella permite que deje de verse barro para volverse espada.
Grabar en barro no es lo mismo que grabar en piedra. La presión y el calor concentraron los elementos que forman la roca. Un conglomerado duro y seco en el que para dibujar hay que hacer una escisión tan agresiva que su cicatriz perdura en el tiempo. El agua del barro, en cambio, aglutina la tierra y le da un estado blando y vulnerable. Una condición que promete una infinidad de posibilidades de esgrafiado. La humedad del material concede la oportunidad de perderse en el dibujo y repetirlo cuantas veces se quiera. En el momento en que el dibujo se revela, el barro debe exponerse al fuego para secar su agua.
En la arcilla un dibujo: una espada; junto a él un texto: “el misterio puede ser transparente”. El volumen de barro da forma a un jarrón que descansa sobre la mesilla de noche, en la que se van acumulando diferentes objetos: unas flores secas que recogisteis la tarde del fin del toque de queda; un dinosaurio regalo del amigo invisible de nochevieja; y seis mecheros “olvidados” en tu bolsillo que dibujan entre ellos una estrella.
-¿Por qué te llamas Sandra Mar?
-No te lo voy a decir.
“Empecé haciendo cerámica de casualidad. Durante la carrera, nunca me interesé por ella, yo pintaba y dibujaba. Al mismo tiempo, tenía la sensación de que lo que hacía estaba muy presionado por la académica y sus expectativas. Creo que en la universidad operan unas dinámicas de búsqueda de la excelencia que me ponían en un lugar en el que acababa haciendo trabajos que no sentía como míos, que de alguna manera no eran sinceros”.
Sandra Mar llegó a la cerámica a través de una amiga. Había acabado la carrera y sentía ese vacío que produce el acople tan áspero entre la academia y el mundo profesional. Se apuntó a las clases a las que iba su colega y sin saber cómo, al estar haciendo cosas de forma tranquila y sin ninguna pretensión encontró en la cerámica un lenguaje con el que trabajar.
“Mi proceso creativo empieza en mi taller dándole forma a un trozo de material. Después me meto en mis cuadernos y reviso los textos o notas del móvil. Hago algo de balance, me pregunto qué ha pasado los últimos días. Mis cuadernos y mis textos son un diario muy caótico que vuelco en el soporte de la cerámica”.
Para Sandra, el menaje, tiene una serie de potencialidades que le permiten oscilar entre el objeto de contemplación, el contenedor y el soporte de sus dibujos o textos. Le interesan las relaciones emocionales que construimos con los objetos. Por eso prefiere que no sean un elemento autónomo, sino que generen relaciones afectivas y de uso con las personas que lo atesoren. “Con mis piezas no pienso la función que han de tener. Pienso que tengan utilidad”. A la artista le gusta pensar que regalando o vendiendo sus piezas, en realidad, lo que ofrece es la posibilidad de establecer un vínculo con la obra.
"Con mis piezas no pienso la función que han de tener. Pienso que tengan utilidad"
Tanto el barro como los textos o los dibujos parten de una conversación en la que se van insinuando formas, ideas o estados. El diálogo con el barro te va diciendo qué se puede y qué no. Los dibujos van lanzando ideas desde su condición simbólica. Los textos evocan imágenes. “Mi proceso creativo se basa en la sugerencia. Como me pasa con mi relación con el tarot o cosas más místicas. Al final, son juegos de evocaciones en los que tú te proyectas con aquello que se sugiere”.
También pasa eso con el juego del amor ¿no? La sugerencia es parte de un proceso de creación o construcción de un diálogo con una persona. ¿A quién no le gusta ese principio de las relaciones en el que la evocación está tan presente? Resulta interesante pensar como la cerámica permite a Sandra situarse en esos tiempos de sugerencia. Hay otros procesos que no tienen esa potencialidad, alguien que ha automatizado sus procedimientos, repite movimientos que ya conoce para construir objetos que cambian muy poco. En el trabajo de Sandra el vínculo entre material y trabajo está atravesado por la sugestión. Cada pieza responde a un momento emocional, a una confluencia de estados que se convocan en un lugar y juegan a seducirse.“Lo bonito es que en este entorno de la seducción también está la erótica del material. El material también te seduce y tu lo seduces a él”.
"El material también te seduce y tu lo seduces a él"
El proceso creativo se convierte en una conversación afectiva en la que material y artista se encuentran y se proyectan uno con la otra. “A veces el material se agrieta. Cuando tú estás construyendo necesitas que el material este en unas condiciones porque si no ya no funciona y se puede joder la pieza. Me ha pasado muchas veces, hacer algo muy alto y que se me caiga. Porque lo he hecho fino, y es muy delicado. Realmente hay una deformación que yo no busco es la que el material me da y me dice que me estoy pasando y pone unos límites. Esos procesos me han hecho darme cuenta de que también me interesa aprovechar esas deformaciones e incluso hacer más”.
Un material que permite perderte en él, que se vuelve una espada y que te lee un texto. Tu mano recorre el barro y te permite entender cómo se siente y donde quiere llegar. La arcilla se volvió un jarrón que contiene unas flores secas. Es bonito entender como el objeto es algo que traspasa su autonomía y es detonante y resultado del contacto con las sustancias que lo rodean.
-¿Y tu cómo sientes tu contacto con el material?
- Noto el material muy presente, como ir mirando que le ocurre si lo llevo al extremo. El material me da unas cosas y al mismo tiempo me impide que siga de otras maneras, es como un diálogo en el que yo guío al material pero él también me guía a mí.