Hoy es 14 de octubre
VALÈNCIA. Las procesiones de Semana Santa embriagan de solemnidad las calles de los municipios de la provincia de València. Torrent, Gandia, Sagunt, Alboraya, Benetússer, Alberic… podríamos enumerar muchos más topónimos de localidades que celebran estos días los festejos semanasanteros.
Los anteriores resultan únicamente algunos ejemplos de lugares en los que se podrá vivir el ambiente de introspección, fervor, emoción o, simplemente, celebración, que generan estas fiestas, principalmente para quien las vive y disfruta.
Y posiblemente, bajo el capirote, como personaje, o simplemente en calidad de observador, bastantes de esas personas que protagonizan o asisten a los actos estén pensando cómo encajar sus listas electorales, a quién fichar o si aceptan la oferta que les han hecho para engrosar –o incluso liderar- alguna de esas candidaturas.
Estamos a escasos días de la apertura y cierre, en las respectivas juntas electorales, de la presentación e inscripción de candidaturas, que han de estar registradas para el 23 de abril.
El PSPV decidió agilizar el proceso y aprobar los listados en la provincia el 11 de marzo. No obstante, a pesar del apremio, se le quedaron fuera casi un centenar de municipios de los 266 que conforman la provincia de Valencia. Le sucedió el mismo problema con el que se topa a escala casi similar su principal contrincante, el PP, y en una mayor envergadura –en diferentes grados- el resto de formaciones. Se enfrenta a la dificultad de cerrar listas en localidades menos populosas.
“Es mucho más complicado encontrar a cinco personas para hacer una candidatura en una población de 200 habitantes que 21 para una localidad de 20.000”, recuerda un alto cargo de uno de los partidos antes citados para ejemplificar la complicación ante la que se hallan.
“Nos toca ir muchas veces puerta a puerta, buscando a conocidos, o a convecinos de los que nos han dado buenas referencias y no conocemos directamente”, añade otro. Se trata de evitar, tal como apunta una tercera, “hacer la lista con gente de fuera. En el peor de los casos, que quien la lidere sea del pueblo aunque luego completas con otros nombres del partido de València o de grandes municipios donde tenemos muchos militantes. Eso sí, a quienes ponemos en lista les pedimos que se impliquen en la campaña. Si presentas solo ‘cuneros’ (oriundos) no tienes posibilidad alguna”.
El hecho de inscribir candidatura en todas las poblaciones, incluso en las más diminutas (Sempere, Carrícola y Puebla de San Miguel son las tres con menos de cien habitantes en la provincia de València) constituye toda una demostración de fuerza. El PSPV asegura que lo conseguirá. El PP también lo intentará. Del resto, Compromís es quien tiene, por implantación, más posibilidades de acercarse a esa cifra, aunque no llegará.
No encontrar a las personas adecuadas supone la principal causa del hecho de apurar el plazo. No obstante, también existen otros factores que dan para cavilar en estos días de Semana Santa. Por ejemplo, que quienes han recibido la oferta la acepten. Muchas veces retrasan la respuesta, ya sea por motivos personales, familiares o laborales, hasta el límite. En la mayoría de municipios resultar elegido concejal no conlleva retribución, o supone o repercute en una escasa remuneración.
Ese paso adelante se basa más en vocación de servicio público o aportación social, o en devoción por su pueblo. El problema consiste en que adscribirse a un partido también puede sobrellevar disputas familiares o cuitas insospechadas. En definitiva, existe la seria posibilidad de que derive en una complicación de vida.
Otro motivo del retraso puede ser estratégico. Algunos partidos prefieren aguantar sin anunciar el nombre de un fichaje que han hecho para no dar pistas a su rival y, sobre todo, tiempo, que le permitan contrarrestarlo. Si incorpora a alguien de una familia bastante conocida en el municipio a última hora sus principales rivales pueden quedarse sin margen para fichar a alguien de ese nivel. Le asestarían el golpe de gracia.
La cuestión consiste en que a estas alturas las candidaturas de la mayoría de partidos en muchas poblaciones presentan huecos, y más que abundantes. Los líderes locales se afanan en encajar los nombres en su lista, teniendo en cuenta la paridad de género, la sensibilidad personal y el prestigio y tirón local, para que el lugar ocupado sea considerado un acicate y no un desaire.
También se devanan los sesos pensando en cómo completar esa candidatura. Para ayudar en la resolución de esa tesitura suelen contar con el apoyo de sus respectivas comarcas e, incluso y en los casos más desesperados, de las direcciones provinciales.
Tanto pensamiento puede encontrar en el recogimiento de la Semana Santa, con sus rituales que dan pie a la meditación, el escenario adecuado para completar el lienzo o el vía crucis electoral. Eso además de propiciar, con los encuentros en cofradías, los almuerzos, las cenas…, que de una conversación salga un fichaje más o menos estrella. Quizás ese mirlo blanco con el que la mayoría sueña emerja a última hora. En el Domingo de Resurrección.