Germán y Carito rescatan este plato tradicional (y lo mejoran) para Fierro, el restaurante de una única mesa.
No fue fácil elegir el mejor plato del menú de degustación de Fierro del sábado pasado. El nigiri de anguila estuvo a punto de disputarle el primer puesto, pero finalmente ganó la sopa de cebolla. Porque fuera hacía frío y el caldo entonaba el cuerpo (y el alma), por su poderoso sabor y por mejorar un plato tradicional con un producto humilde que muchos habíamos olvidado.
"Utilizamos diferentes variedades de cebollas. Tostamos cebolla morada y roja y las cocinamos a baja temperatura para extraer los jugos, que es la base del plato. Le añadimos cebolla perla y el verde de la cebolla tierna que hacemos crujiente para que refresque el paladar ya que es un plato muy contundente. Lo completamos añadiéndole mollejas de ternera y esféricos de queso idiazabal para despertar en las papilas matices nuevos. Todo con las especias de la receta original", explica Carito Lourenço, una de las dos mitades de Fierro y Doña Petrona.
Hay que volver a la sopa de cebolla, aunque sea imposible hacerla tan buena como la de estos dos pibes.