VALÈNCIA. El brutalismo, el brutalismo va a llegar. Qué paradoja la del estilo arquitectónico desbocado a mediados del XX a partir del ‘betón brut’, el hormigón crudo, pero también con la norma a cuestas de mostrar los materiales constructivos de los edificios sin más aderezo que su propia pureza; el radicalismo de la verdad. Y mientras la divulgación arquitectónica provoca un verdadero culto al brutalismo a través de exposiciones, manuales y odas, la practicidad urbana anda inclinada a borrar los rastros de lo ‘brut’, negativizando sus usos, reducidos a residuos de las ciudades.
Henrietta Billings, Derek Lamberton y Simon Phipps publicaron Brutalist London Map, referencia de las grandes obras londinenses, también una advertencia del peligro de extinción que les acecha. Estos días Frankfurt acoge en el museo DAM la exposición #SOSBrutalism, una composición colectiva para reivindicar el valor de aquellos monstruos de hormigón, un dique frente a la previsión de derrocamiento para edificios a los que se les extrae su valor y solo se les atiende a partir de razones estéticas.
Qué hay del brutalismo en València. Un panel de expertos (y sin embargo amantes brutalistas) asumen el reto de trazar nuestro propio mapa y de afrontar el peligro que atraviesan los muros bien sólidos de un estilo en crudo.
¿Cuál es el encanto del brutalismo, eh, cuál?
Ramón Esteve: “Es el rigor y la ética constructiva y cómo a través de la estructura se resuelve la arquitectura sin necesidad de artificios. Además los arquitectos brutalistas perseguían la voluntad de hacer ciudad y responder a necesidades sociales y funcionales.
Manuel Cerdá: “Es la belleza que se puede conseguir de una manera sencilla, con pocos medios y a través de la honestidad del uso de los materiales de construcción trabados según sus reglas propias. Se trata de una reivindicación de una manera de hacer, a veces, artesanal, en la que el cuidado y mimo en la ejecución deben ser máximos”.
Virginia Lorente: “El brutalismo buscó romper con lo preestablecido, con los formalismos, lo superfluo, lo ornamental y poner en valor el material en su estado puro, transmitiendo su honestidad. Pero su interés no solo radicó en el tratamiento de los materiales, sino el propio concepto de la arquitectura, donde la forma quedaba supeditada a la función. Surgió en los años 50 , lo que supuso una evolución del movimiento moderno, donde se ya se planteaba esa rotura con el clasicismo. Ha generado una arquitectura rotunda que juega con los volúmenes, la luz, los materiales, donde se proyecta siguiendo un módulo, una matriz, en busca de un orden lógico y preciso. Tal y como describe el mismo Fernando Moreno Barberá “utilizando los elementos indispensables para construir sin añadir nada superfluo, contrastes de luz y sombras, relación de volúmenes, ritmo y proporción entre huecos y macizos, despojarse de toda preocupación formalista, no acordarse de ninguna forma aprendida con anterioridad, procurar volver a un estado de inocencia arquitectónica”.
Málek Murad (Murad García Arquitectos): “Usando el hormigón armado visto, no solo en la estructura, sino también en las fachadas, se evitaban revestimientos superfluos. Fueron los primeros en considerarlo como un material noble, una piedra artificial a la que podías darle cualquier forma, superficies planas en cerramientos y techos, e incluso formas complejas, como cubiertas parabólicas e hiperbólicas.”
José Ramón Tramoyeres (GG Architects): “Cómo juega con las masas de los elementos constructivos, cómo visualiza la gravedad y cómo comunica la inmediatez constructiva, también me atrae como trata el hormigón”.
Javier Hidalgo (Hidalgomora Arquitectura): “Es una arquitectura directa, sincera, de gran potencia expresiva y que puede alcanzar gran monumentalidad gracias a las enormes posibilidades plásticas que ofrece un material como el hormigón visto. Aunque el brutalismo fue una corriente arquitectónica desarrollada principalmente entre las décadas de los 50 y 70, aún ejerce una destacada influencia en la arquitectura contemporánea, más a nivel formal que a nivel ideológico, aspecto éste último muy importante en su origen como movimiento artístico y social.”
Mercedes Navarro: “La estructura sale del interior de los edificios y se muestra, un material fluido que permite una gran expresividad plástica que se limita en otros materiales de construcción. Una combinación entre la crudeza del material y la sensualidad de su textura acabada. Porque para mí el brutalismo destaca por su sensualidad. La fluidez del hormigón en el momento del vertido hace que al solidificarse calque la textura del molde, normalmente realizados en madera. Como resultado, encontramos que en un material asociado a la dureza y la tosquedad surjan texturas naturales. Esta contraposición entre materiales de orígenes tan dispares y que acaben compartiendo textura imponiéndose la del material natural frente a la del artificial posee una gran poética. Una sinceridad en el proceso constructivo que iba asociado normalmente a arquitecturas con un carácter social.”
Pasqual Herrero (El Fabricante de espheras): “Fue un periodo fugaz y con carácter experimental, del que quedan todavía algunos testigos aislados que se ponen en valor entre los edificios que se construyeron con otras reglas y otros principios. Hoy vemos estos edificios como monumentales restos de esa etapa, es lo que los hace tan misteriosos y singulares”.
¿Por qué entonces las ciudades detestan tanto muchos de sus edificios brutalistas e incluso acaban con ellos?
Ramón Esteve: Históricamente cada época ha infravalorado la corriente estilística anterior. En el Renacimiento la arquitectura románica y la gótica estaba denostada y al tomar distancia se le da el valor que le corresponde. Es una lástima que por desconocimiento y falta de cultura no se protejan obras contemporáneas de gran valor arquitectónico. Se han permitido la demolición de obras de hormigón que suponen verdaderos iconos del siglo XX como la Pagoda de Miguel Fisac en España o Robin HoodGardens de los Smithson en Inglaterra para permitir construcciones de dudosa calidad arquitectónica.
Estamos en una época de arquitectura llena de artificios, insustancial y frívola. Es necesario tener una visión crítica que analice y comprenda el valor la arquitectura brutalista, pues también hay belleza y poética en el pragmatismo estructuralista.
Manuel Cerdá: “Es el mismo problema cultural de siempre. Se nos ha educado en el barroco. En los colegios no se llega a estudiar el arte contemporáneo. Por ello las corrientes estilísticas más cercanas en el tiempo se desconocen. Los medios tampoco ayudan. Nos inundan imágenes de lujo, luces, colores, griterío, movimiento, varias capas de decoración superpuesta a una realidad ficticia. Por eso cuando aparece una obra honesta consigo misma, con sus procesos constructivos, con una estética derivada de la propia construcción, el resultado choca frontalmente con nuestras referencias. Y muchas veces esas arquitecturas han sido destinadas a las clases más desfavorecidas, con los problemas de mantenimiento y marginalidad que ello acarrea, asociando este tipo de arquitectura “desnuda” a la pobreza. Hoy en día está extendido que una arquitectura es buena si es espectacular, representativa, tiene materiales relucientes… Y no es así, evidentemente. La mejor arquitectura no depende de la calidad del material, sino de la inteligencia de su elección y su modo de utilización para crear espacios bellos para el ser humano.”
Virginia Lorente: “Esta arquitectura no tiene vocación de presumir, ni de engalanar la ciudad sino de resolver su función desde el punto de vista más honesto. Cualquier corriente que busque romper con lo preestablecido, con formalismos, es difícil de asimilar y genera controversias, ya sea a nivel estético, cultural, ideológico… En este caso la utilización de los materiales en estado puro obviamente puede no ser entendido, venimos de un estilo modernista, una arquitectura concebida para agradar, para deleitarse en cada detalle, frente a una arquitectura donde la pureza y sencillez del lenguaje es lo que provoca emoción. Probablemente se trata de una arquitectura que gusta al que aprecia la arquitectura en sí misma, como un cocinero aprecia una buena materia prima, sin florituras, sin añadidos que enmascaren sus sabor o su textura.”
Pasqual Herrero (El Fabricante de espheras): “El brutalismo define una etiqueta homogeneizadora asociada a una determinada imagen visual, pero en realidad existen muchos edificios en distintos países y cuya percepción puede ser diferente entre cada contexto. Por poner algunos ejemplos que establecen relaciones diversas con el brutalismo, desde el edificio de viviendas Unité d’Habitacion de Marsella, 1947 o el Convento de la Tourette, 1957 en Francia de Le Corbusier, edificios pioneros en este estilo estético-constructivo y declarado Patrimonio de la Humanidad; los proyectos experimentales sobre la versatilidad del hormigón estructural de los arquitectos españoles Miguel Fisac (Centro de Estudios Hidrográficos de 1963) o Fernando Higueras, (Sede del Instituto de Patrimonio Nacional de 1965) edificios catalogados de la arquitectura moderna española; los monumentales edificios-estructura de los arquitectos brasileños Affonso Eduardo Reidy (Museo Arte Moderno, Rio Janeiro, 1954), Vilanova Artigas (Facultad de Arquitectura de Sao Paulo, 1961 ) o Lina Bo Bardi (SESC Pompeia en Sao Paulo 1977); los proyectos de megaestructuras de hormigón de los arquitectos metabolistas japoneses Tange, Kurokawa o Isozaki en los años 1950 y 1960; las monumentales auditorios e iglesias expresionistas de hormigón de Gottfried Böhm en Alemania; a los utópicos centros de las New Towns británicas de los años 1960 como Runcorn New Town, 1964 de James Stirling o los edificios de viviendas sociales de los Smithson como Robin Hood Gardens, 1972. Muchos de los edificios y sus usuarios, han sufrido el paso del tiempo y la rigidez de sus sistemas constructivos, la dificultad de adaptación a nuevos usos o la dura austeridad de sus materiales, los han condenado en ocasiones a su demolición. El caso más reciente y polémico es el conjunto de RobinHood Gardens de los arquitectos britanicos Alison&Peter Smithson en Londres, que ha sido demolido por su deteriorada imagen social, pero a su vez será un caso de estudio y exposición para la próxima Bienal de Arquitectura de Venecia en 2018. La actitud brutalista sigue estando de actualidad y muchos arquitectos contemporáneos como el alemán Arno Brandlhuber, trabaja con el hormigón con la intención de desmitificar los valores negativos y tratarlo como un material digno, incluso lujoso. Son ejemplos que forman parte de la historia de la arquitectura, y al igual que en el patrimonio histórico, la degradación o la pérdida de uso debe resolverse con respuestas arquitectónicas creativas que devuelvan la vida a estos edificios conservando su identidad. El reto es tener profesionales sensibles a este patrimonio moderno, y formados para buscar las respuestas que los hagan perdurar en el tiempo incorporando nuevos usos. Algunas asociaciones internacionales como DOCOMOMO, con un carácter más institucional o SOS Brutalism ya trabajan por su difusión y conservación”.
Málek Murad (Murad García Arquitectos): “El hormigón a solas puede fracturarse, por lo que su interior se arma con barras de acero, resultando una roca artificial que no precisa de mantenimiento, gracias a su alta dureza e impermeabilidad… eso sí, siempre que se ejecute correctamente. El acero tiene que quedar bien cubierto por el hormigón, con al menos 2 cm de espesor, de lo contrario, la humedad lo corroe y acaba reventando, deteriorando los acabados. Hace muchos años esto no se llevaba a rajatabla, por lo que muchos de estos edificios han sufrido estos daños que afean su imagen.”
Javier Hidalgo (Hidalgomora Arquitectura): “No es una arquitectura “fácil” ni complaciente, su rotundidad y su austeridad, que a veces puede resultar fría e incluso opresiva, no es apta para todos los públicos, por lo que en ocasiones es hasta cierto punto comprensible ese desprecio e incluso odio de gran parte de la sociedad hacia este tipo de arquitectura que muchos consideran fea y desagradable, y no les falta razón si pensamos por ejemplo en casos como el desafortunado, por muchas razones, edificio de aparcamiento existente en la calle Embajador Vich, un edificio del que, por decirlo suavemente, València bien podría prescindir. Sin embargo detrás de esa aparente fealdad en muchos casos hay una arquitectura de una gran plasticidad y expresividad cuyos mejores ejemplos es necesario proteger y conservar por sus indudables valores patrimoniales, ya que son testimonio de una de las corrientes arquitectónicas más destacadas de la segunda mitad del pasado siglo. Es fundamental evitar pérdidas tan lamentables como la del edificio “La Pagoda” de Fisac, en Madrid, demolido en 1999 y que representaba no sólo un magnífico ejemplo de arquitectura expresionista y brutalista sino una de las obras más importantes de la arquitectura moderna española.”
Mercedes Navarro: “Como sucede en gran parte de la arquitectura contemporánea, aquello que nos es ajeno en lugar de acercarnos a él con curiosidad, lo rechazamos. No existe una cultura por la arquitectura a "nivel usuario" por lo que su divulgación desde la formación básica supondría un cambio sustancial en la calidad arquitectónica de las ciudades. Los movimientos arquitectónicos surgen en un contexto determinado, la solución no es seguir construyendo de igual forma cuando el contexto ha pasado si no estudiarlo para aprendiendo de ellos dar con nuevas formas arquitectónicas contextualizadas con el momento actual.”
José Ramón Tramoyeres: “Por dos motivos, principalmente por el fracaso de las utopías sociales y modelos urbanos con los que se asociaron y segundo por el gusto estético de las últimas décadas, aunque este segundo punto puede variar y que haya algún tipo de revival, que en mi opinión ya está sucediendo.”
Sento Serrano: “Hay ejemplos bonitos y feos como en todos los estilos. Tuvo un inicio social, con viviendas sociales, aunque en algunos casos se convirtieron en viviendas de más lujo como Torres Blancas en Madrid. Quizás las que menos se valoran son las que se hicieron para rentas más modestas y quizás al buscar abaratar en el uso y acabado de los materiales estéticamente han resultado más pobres de vista y de uso”.
Mapa del brutalismo (y sus influencias) en València
1. Cooperativa de Viviendas Santa María Micaela
Manuel Cerdá: “Es una de las obras de altísima calidad que en cierto modo hacen suyo el gusto por el uso directo y natural del material, como componente constructivo, espacial y estético. Es una auténtica joya de nuestra ciudad”.
Virginia Lorente: “No solo por su arquitectura rotunda, con un esquema repetitivo y una utilización pura y honesta de los materiales, tanto el hormigón como el ladrillo, sino también por el propio esquema del proyecto, donde se plantean zonas comunes, elementos de relación, que nos recuerda a la unidad de habitación de Le Corbusier. Compositivamente está diseñado con mucha precisión y limpieza, la utilización de la retícula, el orden. Desconocía que fuera su única obra, este proyecto podría ser el equivalente a “La conjura de los necios” de John Kennedy Toole en la literatura.”.
José Ramón Tramoyeres (GG Architects): “Las viviendas en dúplex son muy interesantes y el patio de planta baja con el agua, la pasarela con pérgola, todos los espacios comunes, los materiales y soluciones constructivas elegidas, lo hacen en mi opinión uno de los edificios más brillantes y bellos de la ciudad de Valencia”
Sento Serrano: “Es un ejemplo hermoso. Están muy bien resueltos los espacios interiores y exteriores, me parece estético ese uso en bruto del hormigón y el ladrillo y ese ritmo o escala humana”.
Pasqual Herrero (El Fabricante de espheras): “Incorpora la materialidad despojada del hormigón en estructura, la desnudez y expresividad de los testeros, la repetición compositiva-constructiva de las fachadas, pero fue especialmente innovador en el carácter social de los espacios que proponía para las 138 viviendas de renta social de la Cooperativa de Agentes Comerciales.”
2. Universidad Laboral de Cheste
Ramón Esteve: “El brutalismo, como la mayoría de las tendencias arquitectónicas, pasó de largo en Valencia y hay pocos ejemplos de esta corriente. Pero los más claros son los de Fernando Moreno Barberá, dejó su impronta con la Universidad Laboral de Cheste y las facultades de derecho y agrónomos”.
José Ramón Tramoyeres (GG Architects): “Debido al tamaño y programa presenta una gran variedad de tipologías, articulando todas las edificaciones mucho espacio público muy atractivo”.
Virginia Lorente: “La estructura de hormigón adquiere un protagonismo total, sin ornamento, con una textura cuidada generada por el propio encofrado. Hormigón, ladrillo y madera son los únicos materiales que intervienen en todo el complejo, todos ellos vistos. Al igual que en la antigua Facultad de Derecho o la Escuela de Ingenieros agrónomos con el uso del característico brise-soleils de hormigón y que generan esos planos de luces y sombras. La obra de Fernando Moreno Barberá nos brinda una gran cantidad de ejemplos”.
Pasqual Herrero (El Fabricante de espheras): “Las obras de Moreno Barberá son propias de la adaptación del Movimiento Moderno en España, que se acerca al brutalismo por el uso del hormigón visto de encofrados marcados, la sistematización y repetición constructiva, la estética muy austera de los volúmenes de hormigón y de los brisoleils, o la escala estructural y monumental del conjunto, que lo hace especialmente interesante por su situación aislada entre un bosque de pinos. Es preocupante la infrautilización y el deterioro del Complejo Educativo de Cheste, su futuro depende de la capacidad de reinventar la identidad del conjunto y conservar sus valores arquitectónicos.”
3. Instituto Sorolla
Javier Hidalgo (Hidalgomora Arquitectura): “Situado en la calle José María de Haro, un conjunto edilicio de mediados de los 60 del pasado siglo, obra del arquitecto cántabro José Ramón Azpiazu, auténtico maestro de la arquitectura de hormigón que utilizó como material visto en muchas de sus obras, consiguiendo una gran expresividad formal. En el Sorolla Azpiazu utiliza el hormigón armado visto como material casi exclusivo, tanto en la estructura como en los cerramientos, obteniendo como resultado una arquitectura rotunda, monumental, de una enorme fuerza expresiva, un conjunto que hoy queda algo desvirtuado al haber sido totalmente rodeado de mediocres edificios residenciales pero que originalmente se encontraba prácticamente aislado en medio de la huerta acentuando su monumentalidad”.
4. Espai Verd
Virginia Lorente: “Hay una serie de edificios en Valencia, que si bien no corresponden a la época donde se desarrolla con mayor auge el brutalismo (años 50 – 70) sin duda beben de las fuentes de dicho estilo, como es sin duda el Edificio Espai Verd, del arquitecto Antonio Cortés Ferrando, construido a principios de los años 90 donde la estructura queda totalmente vista al servicio de la función, en este caso la búsqueda de espacios verdes aterrazados, la correcta orientación solar, la integración y convivencia con la huerta, con el paisaje inmediato.”
Mercedes Navarro: “Engloba los principales aspectos de la arquitectura brutalista: la materialidad y expresividad del hormigón está presente en todo el edificio así como la utopía social que impulsó el proyecto en su origen”.
Pasqual Herrero (El Fabricante de espheras): “Se proyectó aislado en mitad de l’horta nord, de escala monumental y construido como una megaestructura con módulos de hormigón visto, cuyas 108 viviendas se aterrazan entre jardines aéreos, como una utopía tecnológica y social, cercana a los ejemplos metabolistas o los experimentos residenciales de Ricardo Bofill de los años 1960 y 1970.”
5. Museo de la Ilustración y la Modernidad
Virginia Lorente: “Otro de los edificios influidos por el brutalismo. Articulando un entorno complejo, el edificio se pliega, se perfora, dando respuesta a su contexto y a la vez mostrado su singularidad a través precisamente de esa rotundidad, donde el hormigón se trata con una pureza absoluta.”
6. Mercat de Russafa
Álvaro Zarzuela: “Hay un ejemplo de brutalismo valenciano que tenemos muy cerca y que me encanta: el Mercado de Ruzafa. El nuevo edificio del Mercado de Ruzafa fue proyectado por el arquitecto Julio Bellot Senent en 1954 e inaugurado en 1962. En la España del incipiente desarrollismo franquista y en una Valencia aún absolutamente agraria, aquella arquitectura moderna y esos bloques de hormigón armado fueron toda una revolución. Todavía más cuando venía a sustituir al techado que desde el siglo XIX resguardaba los puestos del mercado, que ya no daba más de sí, el pobre. Los colores de la fachada, tan característicos del Marcado de Ruzafa y protagonistas de todas las fotos, en realidad no aparecieron hasta hace muy poco, en 2010. Parece que 50 años después, el edificio de Bellot seguía siendo demasiado brutalista para Valencia. Así que se hizo un poco de brutalismo-fusión en esta tierra de las flores, de la luz y del color. Y así surgió la imagen tan característica del barrio de Ruzafa: la fachada de su mercado, con sus bloques de hormigón luciendo su maravilloso degradado de colores. Estoy pensando que si esto fue en 2010… ¿Podríamos decir que el color del Mercado de Ruzafa marcó el inicio del resurgimiento del barrio? El corazón de Ruzafa es brutalista y también de colores. ¡No hay que renunciar a nada!”.
7. La Rambleta
Virginia Lorente: “Bebe del brutalismo. El edificio del Centro Cultural La Rambleta de Carmel Gradolí y Arturo Sanz, construido el año 2011, en este caso resolviendo la periferia de la ciudad y dialogando con un espacio verde, donde volvemos a encontrarnos con un volumen rotundo, materiales puros, no se esconden las instalaciones y se utiliza la luz como un material más, protegiéndose de ella a través de la celosía y jugando con las sombras que proyecta”.
8. Gasolinera El Rebollet, Oliva
Mercedes Navarro: “El hormigón gana su máxima expresividad basándose en la forma que le ayuda a, con muy poco material, conseguir un resultado espectacular y plenamente funcional para su uso aún hoy casi 60 años después de su construcción.”