SOS. Salvemos el Instituto Francés de València

VALÈNCIA. Leo con enorme estupefacción el posible cierre del Instituto Francés de València. Ce n’est pas possible! El IFV ha sido a lo largo de sus casi ciento cincuenta años de historia algo más que un centro de enseñanza de la lengua de Molière cuanto uno de los centros neurálgicos de la vida cultural de la ciudad. Allí se han celebrado conferencias, exposiciones, homenajes, presentaciones de libros y conciertos, que han reunido a lo más granado de la intelectualidad francesa, como Agnès Varda, el Premio Goncourt, Mathias Énard, o más recientemente al exministro Nicolas Hulot. Por sus aulas han pasado, además, infinidad de estudiantes, entre los que modestamente me cuento, que han tenido la oportunidad de disfrutar de un excelente método pedagógico, con un equipo humano impagable, y unas magníficas instalaciones, como la Médiathèque. 

El IFV nos ha transmitido los valores de la cultura francesa, tan necesarios ahora más que nunca cuando una pandemia ha puesto en valor la importancia de la reflexión intelectual, la sociabilidad cultural, y el análisis y debate de los retos de futuro a los que nos enfrentamos, quizás el más acuciante, el del cambio climático. 

Durante todos estos años el centro nos ha deleitado con un sinfín de actividades todas ellas con un denominador común, la cooperación cultural entre España y Francia, la interculturalidad, la justicia social y ecológica, la promoción artística, y como no, la difusión científica. Allí hemos encontrado el oxígeno en forma de cosmopolitismo tan necesario en una ciudad a veces tan localista. Un europeísmo representado en el IFV que aporta la vitalidad y aire fresco que necesita esta ciudad, foco de atracción de un número cada vez más significativo de ciudadanos franceses que nos visitan y residen en València. 

El IFV ha formado parte incuestionable del tejido cultural que ha permitido vertebrar la capital valenciana. Desde mi experiencia como docente de la Universitat de València he tenido el privilegio de organizar diferentes actividades culturales en el centro con el afán de obtener la mayor visibilidad posible, en un entorno académico cada día más globalizado. Su experiencia en la gestión cultural, avalada por años de historia, y por el sello de calidad de sus actividades, clama indefectiblemente por su salvaguarda, fundamental para el futuro cultural de esta ciudad, y su posicionamiento en el mapa internacional. 

Tan solo espero y deseo que las noticias aparecidas en los medios no se confirmen, y que continuemos luchando por mantener a flote esta entidad que tiene un rol sustancial en la Comunidad Valenciana. Desde aquí hago un llamamiento a la reflexión a las instituciones francesas, para que, malgré le Covid-19 y la situación económica generada, el IFV siga desarrollando la diplomacia cultural como hasta ahora lo ha hecho, haciendo de la cultura y la lengua francesa un símbolo de una Europa cada vez más humanista y tolerante, laicista, y abierta a los nuevos retos que nos aguardan. 

Nicolás Bas Martín
Universidad de Valencia