La covid-19 no ha hecho más que acelerar la transformación hacia una producción agrícola y alimentaria totalmente sostenible, según el consultor
VALÈNCIA. Antes de que las Naciones Unidas (ONU) publicara sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015, el sector agroalimentario ya había anunciado en varios foros la urgente necesidad de medidas enfocadas a una mayor sostenibilidad en toda la cadena. Dicho programa tenía como principales objetivos asegurar patrones de consumo y producción sostenibles; restaurar, proteger y promover ecosistemas sostenibles; y tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático. Cinco años después, la pandemia no ha hecho más que acelerar la transformación hacia una producción agrícola y alimentaria totalmente sostenible.
La sostenibilidad es un camino a largo plazo y de mejora contínua, ya que está integrado en todo el ciclo tanto en los medios de producción de cultivos, la conservación básica, el transporte y acciones más pequeñas del día día como reducir la cantidad de agua en los procesos o la gestión de residuos. Las empresas pueden tener problemas o interrupciones en sus flujos de capital por muchos factores, pero la sostenibilidad es una función del gasto en sí misma que hay que mantenerla como una inversión continua en el largo plazo y en la dirección adecuada.
Todo lo sostenible parece aún más importante a raíz de la pandemia. Ofrece soluciones precisamente a los desafíos que ha planteado la covid-19, desde la necesidad de repensar las cadenas de suministro hasta el imperativo de reducir el desperdicio. Este es un sector que generalmente opera con márgenes muy cortos, por lo que cualquier acción que pueda hacer mejorar su eficiencia es valiosa. Pero tiene que verse en el contexto de lo que es resiliente y, por lo tanto, sostenible.
Hablamos de un sector con mucha exposición a las interrupciones en su cadena: desde el clima extremo hasta una pandemia, una alerta alimentaria o las sanciones comerciales. De ahí que sea necesaria una constante inversión en la capacidad de recuperación de las empresas alimentarias y agrícolas. Confio qué continúe el enfoque en la sostenibilidad y en lo 'circular', pero tengamos muy presente que otra recesión afectará más todavía al gasto. De este modo, este concepto de sostenibilidad no debe descansar solo en el consumidor, ya que este estará mas enfocado en los próximos años en la asequibilidad, aunque al mismo tiempo su vinculación a marcas y empresas comprometidas será mucho mayor.
Pocos sectores presentan un ciclo tan circular y perfectamente cerrado para acometer cualquier tipo de medida hacia esa sostenibilidad. Los cambios en los comportamientos de los consumidores resaltan la superposición entre la respuesta a una situación como la que vivimos y la sostenibilidad. En tiempos económicos difíciles, los consumidores pueden estar menos dispuestos a pagar precios superiores por alimentos más sostenibles o comprometidos.
Igualmente la pandemia ha provocado cambios en el comportamiento de los consumidores como, por ejemplo, fomentar la cocina en casa con ingredientes de origen local. Si esta tendencia hacia el localismo perdura, la alimentación y la agricultura se alejarán de las costosas y complejas cadenas de suministro globales. Llevamos tiempo asimilando que podemos comer cualquier alimento en cualquier época del año pero este tipo de hábitos perfectamente podría cambiar.
A raíz de la pandemia se ha intensificado todavía más el enfoque en la salud y el bienestar. Ser más saludable significa centrarse mucho más en los valores nutricionales y funcionales, y ello esta especialmente relacionado con ciertos perfiles de productos, quizás más en aquellos alimentos de origen vegetal y no procesados. Por ejemplo, una disminución de las dietas a base de carne tendría importantes implicaciones positivas para la sostenibilidad, liberando tierras para nuevos usos y reduciendo las emisiones de carbono.
La innovación tecnológica seguirá floreciendo en un mundo postpandémico, con una serie de beneficios vinculados a la sostenibilidad asociados, y en un entorno cada vez más intensivo de los estándares de calidad y de abastecimiento de alimentos. La tecnología nos proporciona un medio para rastrear los productos a medida que avanzan en la cadena de suministro. Una mayor automatización ofrece oportunidades para mejorar la eficiencia y mejorar los rendimientos, pero también para hacer frente a las dificultades del distanciamiento social en la fuerza laboral.
En otras palabras, la sustentabilidad y la sostenibilidad van de la mano de la recuperación, apoyandas en la resiliencia, la eficiencia y nuevas formas de hacer negocios más adecuadas para un mundo postpandémico. La alimentación y la agricultura seguirán desempeñando un papel crucial en el logro de los objetivos climáticos y los ODS de la ONU hasta 2030 y más adelante.
Pero no se trata solo de la pandemia, también se trata de cambio climático, degradación ambiental, agua, erosión del suelo, biodiversidad y condiciones laborales. En esencia, los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, identificados hace unos años, están ahora de nuevo en la agenda con mucha más fuerza y necesidad. Esta interacción entre las políticas públicas, la tecnología, la economía subyacente y la dinámica empresarial debe ser fundamental para dinamizar y agilizar este cambio de paradigma sostenible y resiliente.
Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores