VALÈNCIA. El perfil de consumidor actual explora la curiosidad, coquetea con experiencias inusuales y rebate los discursos tradicionalistas. Se trata de un comportamiento que está transformando de manera masiva el enfoque en la producción de muchas marcas, caso de la valenciana Swapper, que acaba de nacer para dar alternativa a los sabores clásicos de los solubles.
Hoy, al abrigo de esta startup valenciana apoyada por Lanzadera –aceleradora de empresas impulsada por Juan Roig–, la leche se acompaña de solubles novedosos que le discuten la hegemonía al cacao de toda la vida. Swapper es la apuesta renovadora del emprendedor Jorge Sebastián, que cuenta con el apoyo de la experiencia de su abuelo, quien ha conseguido desarrollar una de las empresas referentes en la industria cárnica, precocinados y de aromas a nivel internacional.
“La empresa de mi abuelo y sus hermanos comenzó a mediados del siglo XX como importadores de especias y rápidamente se involucró en el desarrollo de productos nuevos siguiendo la demanda de sus clientes, formando un equipo técnico y humano donde desarrollar productos a medida”, detalla el CEO de Swapper. “Dentro de la división de aromas se ha obtenido una gran respuesta por parte del sector de los fabricantes de snacks, donde se han desarrollado múltiples sabores de papas, frutos secos; de modo que les propuse arrancar con las fórmulas de solubles y tras estudiar su viabilidad se han convertido en nuestros proveedores”.
Pese a que el mundo de los sabores es cosa de familia, el emprendedor busca, evidentemente, que su proyecto rebase los límites de su círculo. De momento llega al mercado con dos sabores bien definidos, Canela y Limón y el novedoso Chocolate Blanco, pero Sebastián promete más: “La idea es que estos dos sabores lleguen al público y después ampliar la oferta, con el apoyo de Lanzadera, preguntándole a la gente qué sabores quieren”.
Las bebidas chocolateadas fueron básicas en la dieta de las generaciones precedentes a la actual: endulzaron sus tardes y contribuyeron, junto con otros elementos culturales, a generar un recuerdo nostálgico al que viajar desde la madurez. Las bebidas chocolateadas simbolizan nuestra infancia, pero los solubles modernos tienen otra finalidad. Otro público.
“Swapper está enfocada a un público más adolescente. Un poco más adulto. Se trata de cubrir las necesidades de los chavales que han dejado atrás los típicos solubles de la infancia”, aporta Jorge Sebastián, que ofrece además un detalle esclarecedor: uno de los principales puntos de venta del producto son las cafeterías de cereales, claro símbolo de la modernidad. Consiste –por tanto– en la clase de sabor que aparecerá en la memoria de la generación Z cuando ésta deje atrás una adolescencia a la que acudir.