VALÈNCIA. Hay un año que marcó especialmente la vida de la actriz y dramaturga Alma García (Manises, 1996). Un año que pasó lejos de casa, en una clínica de Barcelona en la que estuvo ingresada por anorexia. Durante más de nueve mil horas Alma estuvo en esa clínica conviviendo con su realidad, la de otros pacientes con TCA (siglas que se refieren a los trastornos de la conducta alimentaria o trastornos alimenticios) y con un largo proceso de “sanación” que le ha llevado hasta donde está hoy. Hace apenas unos días se subió al escenario del Teatro Gayarre de Pamplona para recibir un galardón que iba dirigido a la Alma del presente y la Alma que vivió durante un año en esa clínica de Barcelona, con las que ha podido crear Contra Ana, una autoficción que habla de su vida con anorexia y de este momento de su vida que ahora se cuenta sobre la escena.
Esta pieza le ha valido el premio a Premio Max a Mejor Espectáculo Revelación, un galardón que recogió entre lágrimas y en el que quiso agradecer en su discurso el altavoz que supone este premio para una obra que habla de realidades incómodas que nadie quiere ver: “Tenemos que dejar el ego al lado como artistas para poner el foco en historias urgentes e importantes. Tenemos el deber de abrir las aristas para ver aquellos lugares mugrientos de esta sociedad, de una sociedad enferma que nos hace enfermar”, destacaba en su discurso al recoger el premio, un premio que dedicó a su “yo” de 14 años por trabajar con este dolor y con un teatro que es “denuncia y grito”, que ayuda a crear “un mundo que nos duela un poquito menos”. Con su “manzana dorada” ya colocada en su despacho Alma García atiende a las preguntas de Culturplaza sobre este espectáculo que refleja la dura realidad que viven aquellos que sufren un TCA.
-En tu discurso dedicas el premio a la importancia de hablar de lo que no se quiere hablar, de los tabús y de mirar a la parte incómoda de la historia, ¿hacia dónde miras con Contra Ana?
-Hablo de una historia que durante más de diez años he intentado ocultar, una pieza que habla de tabús y de prejuicios. He podido comprobar en mis carnes lo liberador que es hablar de mi infierno y de mis heridas, porque todos tenemos heridas y cuando intentas ocultarlas nos hacemos más daño.
-¿Cuál es el poder del teatro como altavoz?
-Sirve para hacer un llamamiento a hablar de lo que no se está hablando, a posar la mirada sobre ciertas realidades incómodas y aprender a enfrentarnos al dolor. Creo que una cosa que tenemos pendiente es hacer teatro sobre todos los temas, considero que hace falta más teatro social y que es necesario que salga de los lugares independientes.
-¿A qué te refieres con esos “lugares”?
-Siento que las obras que recogen ciertos mensajes de denuncia se quedan en salas más pequeñas y que nunca llegan a los grandes teatros ni al gran público. Hay que apostar porque el teatro social no sea minoritario y hay que cambiar el foco para que sus historias viajen a nuevos espacios.
-Aunque ahora parece que el público se ha “entrenado” a vivir ciertas verdades incómodas en las salas, la gente ya no solo va al teatro a reírse y pasarlo bien.
-El espectador está un poco más entrenado y está abierto a la reflexión, creo que está bien que la cultura genera incomodidad porque no siempre se puede percibir algo bueno ni malo. Hay que dejar de infantilizar al público pensando que no quiere incomodarse o no quiere sentir ciertas cosas. El público acaba respondiendo de manera muy positiva a este tipo de historias, y hay que apelar a nuevos públicos como los escolares que son muy receptivos.
-¿Cómo ha sido interpretar esta obra para grupos escolares?
-La han disfrutado mucho y han generado coloquios mucho más profundos que los que hemos tenido con adultos. Creo que Contra Ana tiene que estar dirigida a los jóvenes porque es hacia donde tenemos que dirigir el mensaje.
-Este mensaje que es una autoficción, y que habla de cuando estuviste ingresada en una clínica de Barcelona y lo que supuso para ti, ¿qué se siente al contar esta parte de tu vida sobre un escenario?
-Para mí ha sido un viaje tremendo y que ha costado mucho. A la vez me ha reconciliado muchísimo con mi pasado y me ha ayudado a sanar. Soy una persona muy diferente a la que puso las primeras piedras de este texto, ahí me doy cuenta de lo poderoso que es el teatro.
-¿Qué sientes al ver que la obra puede tener más alcance?, ¿no te da un poco de miedo esa exposición?
-Cuando escribí esta obra lo hice precisamente para comunicar esta historia a la sociedad, para subir sobre el escenario la realidad de los sufrimientos psíquicos que van ligados al tema de la alimentación. Me siento muy orgullosa de que mi historia llegue a todo tipo de públicos, desde el primer paso me quité el miedo a la sobreexposición porque sé que es algo de lo que hay que hablar.
-Y es algo de lo que hablas desde una puesta en escena muy austera, con diferentes personajes que te rodean y que a su vez llevan también una lucha interna.
-La obra va de todas las historias que caben dentro de un TCA, es curioso porque yo misma interpreto a la Alma del pasado desde el presente pero verlo desde donde estoy es bonito. Nuestras historias se transforman con el tiempo y Contra Ana solo es posible gracias a quienes me rodean y a su generosidad. Todos me han escuchado y han tenido el cariño de entender el relato desde un lugar muy bonito.
-Ahora hemos pasado de los blogs en los que se da consejos para adelgazar como los de Ana -para referirse a la anorexia- y Mia -para la bulimia- a que los TCA ocupen todas las redes sociales desde Twitter hasta Instagram y TikTok, ¿qué poder puede tener las redes sobre este tema?
-Antes no existía esta explosión de imágenes y de información, no me quiero imaginar el infierno que tienen que vivir los niños y niñas de hoy en día. Me parece una barbaridad que miremos a otro lado cuando se siguen permitiendo este tipo de imágenes, lo que tenemos que hacer es denunciarlo y como sociedad tenemos también que intentar cuidar a los más jóvenes. Por lo que he visto en los debates y coloquios escolares siguen sintiéndose muy solos e incomprendidos y es importante interpelarles directamente.