Teatro y danza

DE ALBERTO MARTÍN DE MIGUEL

‘Shindara’: una historia de samuráis que comen jamón ibérico

El autor Alberto Martín de Miguel presenta la publicación 'Shindara' el próximo 4 de febrero en la SGAE, un viaje entre Japón y Teruel a través de las palabras

  • Alberto Martín de Miguel
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VALÈNCIA. Se abre el telón y aparece Alberto Martín de Miguel. Actúa, se deja llevar, emociona al público y cuando se apagan las luces del teatro se va a su casa, como todo el mundo. Una vez se cierra el telón, se posa sobre el escritorio -aunque a veces se engaña con trabajar desde el sofá- y comienza a crear, otra vez. Tras varios años consigue generar un texto teatral: Shindara, que ahora toma forma de publicación y que se presentará el próximo 4 de febrero en la SGAE a las 18h. En esta obra el autor reflexiona sobre el folclore español, la familia y la imaginación en un texto en el que sus complejos personajes toman el testigo de su creación. 

Su publicación le sirve para celebrar el treinta aniversario de la sala Carme Teatre -en colaboración con la Fundación SGAE y AVEET- que recoge el “testigo editorial” de esta pieza que ahora está incluida dentro de la colección de textos Quaderns de Bitàcola. Con un trabajo tutorizado por Xavo Jiménez consigue combinar humor y drama en una historia que se adentra en la intimidad de una familia y la descubre entre sus anécdotas. Navegando entre lo cotidiano y lo rural, Alberto juega con los extremos para generar un espacio único: “Me interesa combinarlo todo y habitar los lugares más complejos que están entre los extremos. Me gusta hablar de cómo se transforma todo y a la vez sorprenderme a mí mismo con lo que escribo”.

Con una historia con título japonés, pero situada en un pueblo de Teruel, el autor navega entre Oriente y Occidente con historias disparatadas que ponen a los samuráis a cortar de una pata de jamón serrano: “Escribo sobre un mundo japonés que se encuentra en lo rural, me gusta hablar de los espacios y las personas que lo habitan. Cada personaje tiene su película, su mundo y todos coexisten bajo el mismo techo”. A través de una familia disparatada, y con acento ibérico, Alberto consigue que el lector pueda hacer un viaje a lo largo de todo su mundo sin moverse de Teruel y logra darle pinceladas de otros sitios a través de las obsesiones y hobbies de sus protagonistas: “Me interesa que cada personaje tenga su propio lenguaje porque así demuestran lo que les interesa. Los personajes interactúan y generan su propia historia desde quienes son”.

Oscilando entre el drama y la comedia, en Shindara también se cuelan las canciones de Amaral -haciendo un guiño a Zaragoza- que sobre el texto suenan como poesía, y que le sirven para generar un ambiente en el que todo es posible: “Lo incluyo porque me gusta y me encaja dentro del relato en el que la música se vuelve también protagonista. Me interesa jugar e investigar las ideas que me obsesionan mientras me dejo llevar por mi instinto”, apunta el dramaturgo, creador y ahora autor de un texto que toma forma de libro. Ahora solo falta el hijo y plantar el árbol… al menos si se le hace caso a la filosofía de Occidente. 

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