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antigua pero moderna

Técnicas centenarias y nuevas manos: así trabajan las artesanas del siglo XXI

13/01/2025 - 

VALÈNCIA. Las cosas nuevas no deberían cambiar nunca, aunque si caen en las manos adecuadas, tal vez puedan actualizarse y llegar a ser aún mejores. Con técnicas de otro siglo y gracias a sus manos, las “artesanas” valencianas Estrella Jover, Sara Sorribes, Mar de Marciana y Mireia Carreres consiguen traer al presente técnicas y procesos del pasado para ofrecer un producto único gracias a su estudio y conocimiento sobre estas. 

Desde el trabajo de fotografía con el colodión húmedo hasta la actualización de los socarrats pasando por el vidrio soplado, estas artistas consiguen generar piezas únicas que las convierten en las nuevas manos de la artesanía del siglo XXI.

Sara Sorribes jugando con el vidrio (Foto: KIKE TABERNER)

Flashes sobre mojado 

La fotógrafa Estrella Jover ha conseguido volver a enamorarse de su oficio gracias al colodión húmedo, un proceso en el que se trabaja sobre un soporte -que puede ser de aluminio o de cristal- sobre el que aplica el colodión para convertirlo en un “material fotosensible” sobre el que hacer la foto gracias a una cámara de placas que más tarde se revela con otros químicos.

Con esta técnica del año 1850 ha comenzado a trabajar en su proyecto Ferrotipos Jover en el que pone esta técnica casi mágica al servicio del retrato. La primera vez que vio todo el proceso fue hace casi diez años de la mano del colodionista Martí Andiñach: “Me apasionó lo que hacía, pero yo en ese momento estaba iniciando mi carrera como fotógrafa documental y de prensa en formato digital. Tras la pandemia fui abandonando paulatinamente la fotografía en digital y quise volver a la fotografía desde un lugar diferente, con una nueva ilusión y con pausa”. 

Fotos: ESTRELLA JOVER

Desconectando del ritmo frenético de los medios, Jover reconecta con este trabajo que consigue “alejarla del ruido”, trabajar el retrato y que le ha introducido en una comunidad de “colodionistas” en la que aún le queda mucho por aprender: “Hay mucho tiempo de formación antes de tirar la primera foto, mucho estudio y parte de entender cómo funcionan los químicos con los que trabajo".

"Es un proceso de mucho fallo y experimentación en el que aprendo foto tras foto”, destaca la fotógrafa, quien define este proceso y enamoramiento con la técnica como un lugar en el que mostrar su lado más creativo y que le conecta con un trabajo muy artesanal que pudo presentar el fin de semana pasado en Tenderete. “Las personas que pasamos mucho tiempo en nuestro taller, encerradas en nuestros libros y en nuestras búsquedas, tenemos que salir también a exhibirnos para que la gente comprenda los procesos en directo. Tenemos que compartir nuestro trabajo y desde ahí mostrar una tradición que se conserva, se actualiza y también se enseña”. 

Fotos: ESTRELLA JOVER

Un soplo de arte

El arte de Sara Sorribesse sopla, se moldea y se trabaja siempre con mucho calor. Desde que tiene 21 años su gran obsesión ha sido el trabajo con el vidrio y, aunque comenzó como un “deber familiar” ha hecho que el taller se convierta en su casa que lleva en pie desde 1920 y en la que “se ha respirado vidrio toda la vida”. 

Según esta artesana su taller de vidrio se ha ido adaptando perfectamente a las nuevas épocas, abrazando la modernidad y adaptçandose a los encargos de sus clientes, entre los que se encuentran Uber o Solán de Cabras, además de artistas valencianos que recurren a ella para dar vida a sus ideas: “Me adapto a los pensamientos de los artistas, ellos son el cerebro y yo las manos pero tengo que plasmar lo que ellos sienten. Es agotador porque hay que dedicarle una energía brutal pero te enseña que hay que estar en constante aprendizaje para hacer todo lo que la vida te pone por delante”. 

Respetando la tradición de su taller sigue trabajando con algunos materiales y técnicas que le enseñó su abuelo: “Las técnicas vuelven y pasan de generación en generación, es una herencia emocional importantísima. Lo que hago es una mezcla de tradición y cultura que casa también con la actualidad y el diseño del momento”, explica la artesana quien considera que estamos en un momento muy dulce para sus piezas: “Depende a quién le preguntes pero la artesanía está viviendo un buen momento porque la gente busca tener algo exclusivo y único. Ser artesana es un camino muy largo en el que no paramos de cambiar y progresar y esta respuesta por parte del público nos alegra mucho”. 

Foto: KIKE TABERNER

De Japón a València

Entre Japón y València y con más de doscientos años de diferencia la artista valenciana Mar de Marciana trabaja en el Centro de Educación Medio Ambiental Granja Julia, en Paterna. Allí junto a su profesora Inmaculada Juan y su marido Ximo trabaja el proceso del color del cobre fugitivo y la técnica Raku, del siglo XVI. 

“Improvisando sobre la primera idea que le llega a la cabeza” y disfrutando del proceso de manera instintiva disfruta de la “tranquilidad” que le ofrecen estas técnicas que se trabajan con mucho tiempo y paciencia reconecta con el recuerdo familiar de su abuela, que siempre estaba pintando, confeccionando trajes regionales y haciendo cerámica en la casa del pueblo: “Lo que más recuerdo es ver cómo pintaba cada alfabeguer y la ilusión con los que los regalaba a sus familiares. Siempre sentí que la cantidad de horas que invertía en ellos sólo podía ser una muestra de amor. Supongo que esa parte de ella se me quedó muy dentro porque he acabado haciendo cerámica a modo de autoterapia”.

Respecto al momento actual desde el que recupera la técnica Mar considera que ahora hay más medios y materiales para lograr lo que quieren crear aunque le gusta rendirse también a la aleatoriedad de los cambios en las mezclas -como en la creación del esmalte- que da pie a “cambios inesperados y bellos” a partes iguales: “Me encanta el raku, me gusta que cambien las piezas con el paso de los años y me gusta que me pregunten por qué tienen esas marcas tan feas en el esmalte del interior”. 

Considera que ahora mismo la cerámica vive dos vertientes muy marcadas: por un lado la producción “mona” en masa que se ve constantemente en redes sociales, que hace que las piezas de autor se devalúen a nivel comercial” y que nace por capricho: “No hay una mirada más allá sobre el proceso creativo, la ejecución y la motivación que hay detrás de cada una de las piezas, aunque como todo cada cual se expresa y se gana el pan con las herramientas que tiene y eso está genial”. 

Por otro lado valora que el trabajo cerámico se está revalorizando en la actualidad, ya que nota que está más presente en galerías y museos y que hay de artistas que llegan realmente a transmitir todo lo puro de esta disciplina: “Son capaces de dedicarse a producir sin comercializar como máquinas, lo que me da un poquito de esperanza de que esta moda pasará y la cerámica volverá a ser valorada por su totalidad”.

Fotos: LUISA FERNANDA PASSOS

El socarrat “moderno”

La artista y restauradora valenciana Mireia Carreres se enamoró de la cerámica por su material “su versatilidad y la diversidad de técnicas que ofrece”, confiesa que como restauradora siempre ha estado fascinada por “las antigüedades y los procesos artesanales que preservan la historia, la identidad y la cultura de una sociedad”, de lo que nace su fijación por los socarrats. 

Con sus piezas pone en valor un elemento clave de la historia de València, mientras permite que sobreviva a través de su actualización: “Muchas de estas técnicas, que funcionaron en su contexto social y temporal, están hoy en riesgo de desaparecer porque no se adaptan a la modernidad. Lo que me gusta es tomar los aspectos que me interesan de esta técnica para acercarla al público actual, modernizándola, a través de un imaginario irónico y surrealista que busca generar impacto e invitar a la reflexión”, destaca la artista. 

Valora que la artesanía le da un espacio para los procesos lentos que no suelen tener cabida en los “ritmos acelerados” de la actualidad, al mismo tiempo que la sociedad evoluciona junto al arte: “Con la industrialización y la evolución hacia un modelo más productivo y masivo de las sociedades, muchos procesos artísticos han sufrido transformaciones significativas. En ciertos contextos, el arte se ha visto influenciado por la lógica productiva, donde la productividad y la cantidad a menudo superan la calidad y la reflexión personal, convirtiendo el arte en un producto que está más dentro de un sistema económico enfocado en la eficiencia”, apunta la artista.

Para Carreres ahora mismo los medios para generar arte han cambiado enormemente al paso del tiempo, por lo que considera que es muy útil aprovechar las nuevas herramientas y tecnologías para generar sus piezas, aunque esto no signifique que se deban descartar los enfoques del pasado, si no que se puedan “incorporar técnicas y procesos tradicionales porque puede ser enriquecedor y aportar valor”. En sus piezas, en las que reinterpreta imágenes del pasado -especialmente dibujos encontrados en libros de alquimia, tratados de magia, manuscritos e iconografía mitológica- y las trae al presente sigue el proceso tradicional utilizando los colores típicos: rojo y negro sobre fondo blanco mientras se atreve a experimentar con diferentes tonalidades para generar cada vez una pieza diferente. 

Respecto al momento actual que viven las artesanas considera que es importante saber detenerse y valorar los procesos y el tiempo que conllevan: “La era de lo instantáneo y de las redes sociales, donde todo sucede a gran velocidad, ha hecho que perdamos la conciencia sobre los procesos y tiempos que implica crear algo. Conocemos cómo inicia una pieza y vemos su resultado final, pero no somos realmente conscientes del trabajo que conlleva llegar a ese resultado: el tiempo invertido, los pasos a seguir, la transformación de los materiales -destaca la artista-  Todo parece fácil y rápido porque no vemos lo que ocurre en medio del proceso, y cuando lo vemos, suelen ser fragmentos superficiales que no reflejan la realidad. Por eso considero fundamental destacar y dar visibilidad a los procesos de creación, ya que es la clave para generar un verdadero valor y respeto”.

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