VALENCIA. La variedad de posgrados en las universidades contenta todo tipo de gustos. Desde gestión de centros comerciales, a egiptología cultural o arqueología subacuática, pasando por coaching y liderazgo. También se puede profundizar en la sanidad vegetal, incluso en la genética de las plantas, o en el neuromarketing aplicado al plano de los negocios, pero también al ámbito jurídico. Un graduado puede ampliar su formación en cuestiones matrimoniales, optar por la promoción musical o, incluso, decantarse por la dirección futbolística. Y todo ello, sin tan siquiera salir de Valencia.
Sin ánimo de desprestigiar ninguna de estas especialidades, ¿está el mercado preparado para absorber tanta demanda específica? Los estudios de posgrado constituyen un complemento formativo interesante, incluso dan la posibilidad de realizar prácticas en contextos empresariales. También suponen un negocio para las universidades, que ven ampliada la permanencia del alumno, al tiempo que incrementan sus tarifas (en muchas ocasiones, el crédito acaba por resultar más caro que lo que sería en cualquier grado). Atendiendo a estos datos, ¿podríamos hablar de una sobreoferta de másteres?
En este punto, establecemos un debate para dirimir si existe un exceso de posgrados, así como si convendría elaborar un mapa ajustado al mercado. Planteamos la misma pregunta a rectores y responsables de universidades valencianas, tanto públicas como privadas, para sorprendernos con la coincidencia de sus respuestas, pero la divergencia de sus argumentos.
Para el responsable del campus técnico de Valencia, la oferta autonómica se ajusta a la demanda existente. “Si comparamos nuestro caso con el resto del sistema español, vemos que es adecuada y, en términos medios, presenta niveles de matrícula más que notables”, afirma. Como muestra recuerda que, en el ránking nacional de matriculación, la UV ocupa el primer lugar (49,62); la UPV, el segundo (45,40); la Miguel Hernández, el cuarto (40,40); la UJI, el 14º (31,67) y la Universidad de Alicante, el 16º (31,15).
Por tanto, aunque no desprecia el planteamiento del mapa, tampoco lo considera urgente. “A la vista de los datos referidos anteriormente, se puede concluir que, aunque siempre puede aumentarse la eficiencia del sistema, no parece que la posible ordenación de la oferta de másteres en la Comunitat sea una tarea de actuación perentoria”, argumenta, y concluye: “Da la impresión que las propias universidades, motu proprio, han abordado la tarea de ajustar su oferta a la demanda de manera eficiente”.
“Habría que matizar qué se entiende por sobreoferta”, arranca el rector de la Universidad Europea en Valencia, quien añade: “Creo que dar al estudiante un abanico lo más amplio posible de posibilidades siempre es positivo”. En esta línea, distingue tres tipos de programas dentro del postgrado: el habilitante, que permite el acceso al ejercicio de una profesión (por ejemplo, el de Abogacía); el profesionalizante, que permite un mejor conocimiento de una materia; y por último, el de cultura general. En base a ello, cree que la Universidad debería apostar “por aquellos postgrados en los que puedan aportar un valor diferencial y que permitan al estudiante especializarse en un área concreta”.
Con todo, Morote también descarta la idea del mapa, “si esto significa empobrecer la oferta”. Ahora bien, se muestra partidario de reducir “lo que se llaman másteres universitarios, pero son concebidos como una continuación natural del estudio de grado”. Su argumento es que la única diferencia entre el máster universitario y el que no” radica en el profesorado, porque el primero está sujeto a restricciones”. Por todo lo anterior considera que el futuro se encamina hacia una formación “más abierta”, con una “acreditación real de adquisición de competencias” y esencialmente “orientada a la empleabilidad”.
El mayor responsable de esta materia concreta en la Universitat de València se centra en la configuración numérica. En su opinión, “plantear una visión de organización de los estudios universitarios, sean de grado o de potgrado requiere, previamente, conocer el horizonte futuro de la estructura de planes de estudio en el sistema universitario español”. Es por ello que vuelve sobre el debate en torno al esquema de ciclos, que puede concluir en mantener la estructura actual (el modelo denominado 4+1), o volverse al grado de 3 años y posgrado de dos años (conocido como 3+2), tan reclamado desde diversos frentes.
“Clarificar esta situación es fundamental para poder plantear una adecuada ordenación de la oferta pública en el contexto territorial del sistema universitario”, asegura. Por eso, desde la Universitat de València, demandan “un necesario pacto estatal por la educación que nos permita identificar un horizonte de futuro estable en la estructura de los estudios universitarios". Esto vendría a significar que reordenación sí, pero atendiendo a los criterios numéricos de configuración de grados y de posgrados como punto de partida, para más tarde pasar a decidir qué tipo de oferta se le plantea al alumnado.
La vocación de la Universidad Internacional de Valencia es diferente a la del resto, en tanto que su oferta se orienta a profesionales de todo el mundo, y no únicamente a los del ámbito autonómico o nacional. Este es el argumento que emplea su rector, Javier Viciano, para negar que exista una sobreoferta. Como profesor de Derecho de la Competencia, entiende que el término de oferta "es algo que se debe dar en un mercando determinado de producto y geográfico, pero nuestro marco de acción es distinto". Asimismo, considera "bueno" que existan distintas posibilidades para que la gente "pueda elegir aquella que más le conviene".
En referencia al debate numérico (3+2, 4+1) que ya apuntaba Crespo, Viciano habla de la "flexibilidad". "Vamos a cumplir lo que decidan el resto de Universidades, como no puede ser de otra manera, pero lo esencial no es 4+1 o 3+2, sino calidad y calidad", establece. Bajo su criterio, hay titulaciones que se pueden impartir en formato de tres años: "Si se hace en Europa, es porque es posible". Ahora bien, también admite que no se puede "estar en permanente cambio", por lo que apuesta por llegar a acuerdos.