VALENCIA.
Una de las mejores cosas que saben hacer las valencianas es caminar. Y creanme que no es cosa común saber hacerlo. En Europa, las francesas caminan con tal suavidad que tienen que comprarse zapatos carísimos para que alguien se fije en sus pies; para las alemanas, el caminar consiste en trasladar el cuerpo como el práctico rodar de un autobús de linea; en Andalucía caminar es un arte que se aprende desde la infancia porque va anunciando desde lejos la personalidad de quien lo imprime; las catalanas avanzan sin que su cabeza esté pendiente del detalle de su paso porque tienen muchas cosas en las que pensar; la madrileña zigzaguea, va al paso, al trote, esquiva, pero eso sí: sabe plantarse como ninguna. Pero las valencianas caminan con una gracia natural en las que se mezcla el placer del paseo con la necesidad de llevarlo a cabo. Rara vez desvían sus pasos de su objetivo y, quizá por el entrenamiento en las ofrendas florales, marcan el paso con una delicadeza que tiene algo de sobrenatural. Ahora bien, las valencianas cuando pisan, pisan fuerte.
recibí UN PISOTÓN de una amiga por la crónica de un restaurante, que le pareció demasiado favorecedorA, Pero yo no soy crítico gastronómico
Cuento esto por el pisotón que recibí de una amiga por la crónica de un restaurante, que le pareció demasiado favorecedora y ausente de crítica. Pero yo no soy crítico gastronómico. Cocino, he hecho programas sobre el tema y escribo sobre ello, pero no sabría sentenciar sobre hostelería. La amabilidad de un camarero, la sinceridad del dueño del establecimiento o las comodidades del lugar me predisponen a la bondad mucho más que el punto de cocción del arroz.
Yo creo que la crítica ha fracasado como agente de colocación de genios; ni tiene una función de propaganda, porque el público en la actualidad no encuentra tiempo de leer de los periódicos más allá de los titulares, ni de escuchar la radio. Si todos los críticos del mundo se pusieran de acuerdo para decir que las mostosas hamburguesas de la famosa cadena extranjera “Equis” son las peores del mundo, no impedirían que la gente fuera en bandada a por ellas. Pero una sola crítica que pusiera en duda, como contribución al arte, el esfuerzo enorme que un honesto restaurador que ha recorrido el planeta buscando el plato preciso para deleitar a sus paisanos, hundiría para siempre sus sueños. Así que lo único que se consigue criticando a los establecimientos que necesitan reconocimiento para poder mejorar es contribuir a que la gente siga comiendo hamburguesas hechas con Dios sabe qué tipos de carne. Y yo sólo deseo que las cosas mejoren, y en estas cosas incluyo desde los organismos del Estado hasta la fruta de Mercadona.
Con este mismo espíritu de mejora se reunieron la semana pasada los miembros de la Academia de la Gastronomía Valenciana para hacer entrega de sus premios anuales (ver FOTOGALERÍA). El lugar de reunión fue el fabuloso Campus de Gastronomía Gasma de Castellón que, como indica el nombre de “campus”, está casi en el campo y sus ambiciosas instalaciones tienen algo de divino con un toque de clásico de latín.
Los encargados del espectacular almuerzo que se ofreció bajo el techo de un recién restaurado almacén de naranja fueron Rodrigo de la Calle, el arancetano domesticador de vegetales, y el referente Michelín de Castellón, Miguel Barrera que se marcaron un sorprendente menú a cuatro manos. Sirvieron, inmaculadamente, como querubines sacados de un cuadro de Joan de Joanes, los estudiantes del Grado Oficial de Gastronomía del CEU. Hubo toda una muestra de manjares autóctonos de Castellón como trufas de Benassal, ofrecidas por “Demetrio”; espardenyes, ortigas y caixetes de mar; quesos de “Tot de Poble” de Óscar Sales; aceite “Bardomus”, de Alcalá de Xivert, y “Mas dels Fumeros”, socio de GASMA a la hora de promocionar productos ecológicos ; También pasaron en bandejas langostinos de Vinaròs, alcachofas de Benicarló, dulces típicos, cerveza “Beauty” hecha con aloe, cava “Torre Oria", ginebra “119” y, finalmente, mucha agua de Benassal.
Adelantado agradeció los años de dedicación en los que Cuchita ha destacado por reivindicar nuestra cultura gastronómica
La ineclipsable Cuchita Lluch se mantuvo esta vez en segundo plano para que el nuevo presidente de la Academia, Sergio Adelantado, tomara el relevo y la palabra a partir de esta edición. Adelantado agradeció los años de dedicación en los que Cuchita ha destacado por reivindicar nuestra cultura gastronómica, además de lanzar un mensaje a favor de la vertebración de toda la Comunidad a través de las inmensas posibilidades de nuestros vinos, nuestras diferentes gastronomías, nuestros productos y todos los méritos que mejoran nuestra cultura y economía.
Los premios de la Academia recayeron este año en: Alberto Ferruz, del restaurante Bon Amb de Jávea con el que consiguió su estrella Michelín, como mejor cocinero; Casto Copete, que lleva 37 años en el restaurante Nou Manolín de Alicante, como mejor jefe de sala; Paco Calatayud de vinos Celler del Roure, subió con su hijo Pablo al estrado a recibir el premio a la bodega con mejor proyecto vinícola. Yo me quedé escuchando su defensa de la grandeza del campo en la mesa con Amalia, la mujer del premiado, a la que reverencié por todas las madres y esposas que no reciben galardones, merecidos, por su inestimable colaboración. Y es que no creo que recuperar el vino de los antepasados elaborados en tinajas de barro enterradas desde hace más de 300 años no es algo que se pueda hacer sólo con una escuadra y un cartabón, sino poniéndole también cariño a la vida.
Así que estuvimos hablando académicos, invitados, periodistas, sobre la misteriosa desaparación del xu-xú en las pastelerías, de recetas de cuchara, de las etiquetas que hace Dani Nebot; Discutimos de gastropolítica y con gastrodiplomacia con: Javier Moliner, presidente de la Diputación de Castellón; Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo; Patricia Puerta, teniente de Alcaldesa de Castellón; Ricard Camarena, asesor de la academia; el ex-consejero de Economía Máximo Buch; Olga Adelantado, galerista; Fernando Huidobro, Presidente Academia Andalucía de Gastronomía y Turismo; Rosana Perán, de zapatos Picolino; el empresario David Lladró; Pepe Amat, de zapatos Magrit, Mercedes González, Psicologa; Curro Soler, de Garrigues abogados; Lourdes Luz, de Moltó; el promotor Quico Murcia Puchades; Carlos Bertomeu, nuevo presidente de Air Nostrum veinte años después de que la fundara; Ángela Valero de Palma, de Angiecom; Esther Cerveró, de Viu València; Joseca Arnau, que hace la mejor tertulia de la radio vespertina de Valencia; el periodista de Levante Santos Ruíz; y el redactor jefe de Cultura y la fotógrafa de Cultur Plaza, Eugenio Viñas y Eva Máñez, respectivamente.
La noche de los Goya me envió un wasap Belén Máñez, integrante del equipo del documental “Sueños de Sal”, para decirme que le había tocado el asiento junto a la veterana actriz Mª Luisa San José, amiga mía y de Luisa Gavasa, una de las candidatas al premio a mejor actriz de reparto. “A lo mejor es una premonición y os dan el Goya a ella y al documental”; se me ocurrió responderle en otro mensaje. Al cabo de dos horas Luisa y el documental recibían la esperada estatuilla.
No crean que recibir el Goya es todo glamour y oropeles. El cine es un trabajo ingrato. Aunque el premio produce una gran alegría por el esfuerzo realizado, para los actores no es el inicio de una vida regalada, sino la esperanza de, quizá, más oportunidades de trabajo. O no. Para el equipo de Sueños de Sal, producida por el empresario Jesús Navarro, de Carmencita, y dirigida por Alfredo Navarro -no son parientes aunque ambos son de Novelda- el premio ha sido un auténtico shock. Sólo llegar hasta la candidatura ha supuesto la entrega total de un equipo compuesto mayoritariamente por personas ajenas al mundo del audiovisual, y algunos profesionales, por lo que la alegría ha sido mayúscula. Para Novelda, uno de tantos pueblos en crisis en España, la historia de los protagonistas Alejandro, Irene, el Comino y Mariano, ha supuesto ver sus anhelos y emociones reflejados en la gran pantalla. No se han escatimado esfuerzos en realizarla y distribuirla en cines para que todo el mundo pudiera sentirse orgulloso de ella. Han creado un vínculo de solidaridad en cadena desde Elche, Aspe, Monforte, Pinoso, Monóvar hasta Madrid, en estos momentos duros en los que nuestra humanidad pierde su puesto ante la necesidad.
Los avatares de la productora Condimenta Films, no han hecho más que empezar: la noche de la celebración no sólo se encontraron a uno de los directores del otro documental nominado “I am your father” -que no había acudido a la gala porque intuía que no iba a ganar- sino que la estatuilla tuvo que ser rescatada de debajo de la chaqueta de un espabilado que se la llevaba gracias a la intervención de la DJ ibicenca Anna Tur, curiosidad que ha transcendido en la prensa de Baleares. Así el equipo ha empezado a comprender los deseos ocultos que suscita la fama. Eso sí, el largometraje, realizado sólo con fondos privados, destinará toda la recaudación a proyectos de Cruz Roja, lo que propiciará su próxima proyección en los cines Callao de la capital y una amplísima distribución.
Aunque todo en mi vida se reduce a comer y pasar por alfombras rojas también me pasé por el Paraninfo de la Nau atraído por el sugerente título de la charla propuesta la Fundación Cañada Blanch “¿A dónde va Europa?”. El presidente de la Fundación, Juan López-Trigo presentó a pesar de su ronquera a José Mª de Areilza Carvajal, secretario general de ASPEN, y José Ignacio Torreblanca, director de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
lucía una ideología muy pragmática y abierta, poco optimista por el desconocimiento que tenemos acerca de lo que pasa en Europa en cada uno de nuestros sectores
El primero, nieto de aquel Consejero Nacional del Movimiento y III Conde de Rodas que inventara aquello de que “el Rey es el motor de la Transición”, llevaba una chaqueta de color avellana, pantalón de vestir gris, camisa azul cielo, corbata azul oscuro, zapatos negros y lucía una ideología muy pragmática y abierta, poco optimista por el desconocimiento que tenemos acerca de lo que pasa en Europa en cada uno de nuestros sectores; desconocimiento que se convierte en pánico únicamente cuando la cuestión nos afecta.
Torreblanca, de apariencia más moderna, con gafas de pasta, chaqueta azul, camisa lila, pantalón vaquero, corbata listada y chivarrillas, parecía creer de lleno en la transparencia de los organismos de la UE y argumentó que la misión de éstos no era meramente utilitaria, es decir, que se preocupan más de nuestros problemas sociales que de sacarnos la manteca. Ambos estuvieron muy moderados por el catedrático Juan Viña, que escogió una elegante corbata de pajarita.
Asistieron, cómo no, los patronos de esta fundación entregada al fomento de la cultura: Manuel Ríos, Carlos Pascual, Julio de Miguel, Alejandro Ríos, Mónica de Quesada, Vicente Rodríguez, Antonio Lleó y su director, Luis Aznar, que se sentó justo detrás de mí. También estuvieron presentes el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón; el magistrado José María Tomás Tío; el presidente del Ivie, Francisco Pérez; la vicedecana de la Facultad de Economía, Manuela Pardo; el vicerrector de Cultura, Antonio Ariño; el director de Le Monde diplomatique en español, Ferrán Montesa; Sergio Adelantado; David Blanquer catedrático de la Universidad Jaime I de Castellón. También acudieron Alejandro Mañez, Tania de la Torre, Carmen Alborch, Iñigo Parra, Angel Villanueva y los periodistas Joseca Arnau, Rocío Carrión Laura Gallego, Mariel Vicen, Jose Diaz, Juan Silvestre, Angela y María Manglano y Rafa Aznar.
Para terminar, asistí a dos experiencias ultrasensoriales: el primero, el concierto en el Loco Club del guapo músico cordobés Lin Cortés, sobrino del cantaor El Pele, vinculado según las revistas conocedoras del tema con Vicky Martín Berrocal, con una banda que hizo vibrar la sala de sentimientos en movimiento: fusión de una tal calidad que le han valido la comparación ni más ni menos que con Prince. La próxima vez que actúe en Valencia se hará complicado encontrar entradas. El segundo fue en el espectáculo gastronómico de Samsha, local que sólo admite reservas con menús, llevado por el joven Víctor Rodrigo Alors, concursante de Top Chef 2014, elegido mejor cocinero del año y un creativo en todos los sentidos: música, iluminación, imaginación, conceptualismo, y una mesa común alucinante para 18 personas. Como dije al principio: yo no ejerzo de crítico: si quieren saber si les gustan los peces tropicales de ajo blanco y ajo negro, el mar del caribe de carbónico y albahaca, la michelada nitro o el taco de alga mori con helado de ostras tendrán que comprobarlo ustedes mismos.