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'Time', asfixiante y deprimente miniserie carcelaria de la BBC

El guionista Jimmy McGovern, natural de Liverpool, tenía nueve hermanos, vivía en una calle asolada por la pobreza y él mismo, antes de escribir, se dedicó a robar domicilios. Lleva años frecuentando cárceles, pero para darle talleres de escritura a los presos. Ahora, ha escrito para BBC One un drama carcelario sobre zonas en las que "todo el mundo acababa en prisión", protagonizado por Stephen Graham ('The Virtues') y Sean Bean (Boromir en 'El Señor de los anillos')

31/07/2021 - 

VALÈNCIA. Hay una colección de clichés que mucha gente considera que hacen que una película sea "de calidad". Son de muchos tipos, pero habitualmente se trata de introducir en el guión una paradoja, perogrulladas simbólicas como que la violencia engendra violencia, y sobre todo un recurso que se explota hasta la saciedad y pone los meñiques enhiestos es la redención. Quizá sea nuestra educación y cultura judeocristiana, pero esos personajes que han descendido a los infiernos y de repente, cuando ya está todo perdido, se elevan porque rompen la pauta y hacen el bien, ese esquema en cualquiera de sus formas, nos pone. Nos estruja la glándula pineal y nos colocamos a tope con serotonina.

La nueva miniserie de BBC One, Time (Condena), sigue estos patrones en su línea hardcore. Puesta en escena sobria, con el exquisito realismo británico tradicional, y los elementos anteriormente citados. Estoy convencido de que todos esos espectadores que no se cansan de hablar de Casablanca y las joyas del cine negro habituales se emocionarán profundamente con esta miniserie, que al fin y al cabo no deja de ser una película de tres horas para televisión.

Sin embargo, es muy raro que una persona que naciera el siglo pasado no haya visto los elementos que componen Time una y mil veces. Como historia carcelaria, transcurre por los muy transitados caminos de mostrar la experiencia del recluso que nunca ha estado en prisión ni pertenece al mundo del crimen. Es un maestro que ha atropellado a un ciclista conduciendo borracho. Dentro del talego, sus códigos de honor y sus matones que se aprovechan de los débiles, no sabe valerse por sí mismo.

Entre los reclusos, están los tipos duros agresivos, los drogadictos, los islámicos, etc... y entre todos ellos un señor muy educado y muy tranquilo que en realidad es el mafioso top que mueve los hilos. Tópico tras tópico. No obstante, llama la atención la ausencia de violencia policial gratuita y cómo se muestra que el funcionamiento de las instituciones penitenciarias es garantista. Hay que tener en cuenta que no nos encontramos en Estados Unidos, de donde proviene el noventa y cinco por ciento de historias carcelarias que vemos, sino en un país que perteneció hasta hace poco a la Unión Europea.

Entre estos profesionales y humanos funcionarios de prisiones, hay un poli bueno, intachable, cuyas características tan positivas lo serán tanto porque servirán a uno de los citados recursos tan "de calidad", la paradoja, que cierra la historia. El actor que le interpreta, además, es Stephen Graham, aclamado por su papel de Joseph en una de las series de mayor manipulación emocional de los últimos tiempos, The Virtues. Es más, según la prensa inglesa, el guión fue escrito por Jimmy McGovern pensando en los actores.

El director es Lewis Arnold, del que recientemente comentamos su correcta Des y la precursora Banana. Time le costó especialmente sacarla adelante porque se rodó en Liverpool en el punto más alto de la pandemia, de hecho, al coprotagonista, Sean Bean -el famoso Boromir en la trilogía de El Señor de los Anillos- le perdieron durante diez días en los que no pudo rodar. Además, hubo dos escenas previstas en el guión que no se pudieron grabar por los protocolos que imponía el virus.

El guionista, McGovern, es natural de Liverpool y, según ha explicado en entrevistas, para él era un orgullo que solo un miembro de su familia estuviera en prisión. "Con estas cosas farda la clase obrera. Esto se lo dices a una persona de clase media que no lo entienda y te dirá que ir a la cárcel es una vergüenza, pero ni te podrías imaginar la calle en la que nací. Eran barrios marginales llenos de ratas, de verdad. Mi pobre madre tuvo que criar a nueve hijos y eso no era nada, había familias católicas irlandesas que tenían trece... Era una zona asolada por la pobreza, la gente acababa en la cárcel".

Él mismo se dedicó a robar en domicilios para salir adelante, aún así la inspiración para este relato le vino de su experiencia impartiendo talleres de escritura en la cárcel, una actividad en el que se inició hace años y de la que nunca se ha desvinculado pese a los BAFTA. Ahora, con la pandemia, los suicidios y autolesiones se han incrementado un 23% en las cárceles británicas debido al aislamiento de los presos, que no han podido salir de sus celdas. Algo que en el primer capítulo de la serie viene reflejado con la situación de un preso con problemas mentales que solo puede vencer los ataques de pánico haciéndose cortes en la piel. A propósito de esta situación, McGovern considera que la única solución para las cárceles es vaciarlas, empezando por despenalizar los delitos relacionados con drogas.

El argumento central de la serie se basa en un hecho irrebatible. En las cárceles hay droga y solo puede entrar con la colaboración de los funcionarios. Para el escritor, son "personas haciendo trabajos de mierda en circunstancias de mierda y por poco dinero". La tentación tiene que estar ahí, sentencia. La cuestión es que él mismo ha tratado con Time de eliminar clichés, como las típicas escenas de motines que comienzan en el comedor. En las cárceles de su país, los presos comen cada uno en su celda. Al final, aunque la historia es correcta y la narración emocionante, no hay nada sorprendente, pero siempre hay que subrayar el mérito de las producciones británicas que apuestan por el realismo y la documentación precisa. Esfuerzos que en otras latitudes se suplen con los atajos del efectismo.

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