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Tokio, la versión más extravagante de Japón

La capital japonesa es la quintaesencia de la versión más vanguardista y extravagante del país del sol naciente

31/03/2017 - 

VALÈNCIA.- Neones, sushi, arquitectura futurista, manga, izakayas, más neones, tecnología punta, lolitas, máquinas expendedoras de cualquier cosa, love hotels, karaoke, templos urbanos... Si la apacible Kioto es el referente perfecto del Japón más tradicional, los escenarios de ciencia ficción de la inmensa Tokio la convierten en la urbe más futurista del planeta. Las posibilidades que la capital nipona ofrece al visitante son infinitas. Lo habitual es no saber por dónde comenzar a explorar sus 23 distritos, cada uno con un carácter diferenciado. Los populares Shibuya y Shinjuku, el tradicional Asakusa, el tecnológico Akihabara o el sofisticado Ginza son algunas de las paradas que no deberían faltar en un primer viaje a Tokio. 

Shinjuku, convertido en el centro oficioso de la ciudad, es un buen punto de partida para explorar la capital nipona. Su estación, con más de 3,5 millones de viajeros diarios, es la más concurrida del planeta; como si todo Madrid pasase por ella en unas pocas horas. Orientarse en su red de transporte metropolitano, la más desarrollada del mundo, no resulta en absoluto complicado para los extranjeros. El sacrosanto sentido del orden de la sociedad nipona y su estricto cumplimiento de las normas facilita mucho la tarea. Si no, siempre encontrará a alguien dispuesto a ayudarle.

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El edificio del Gobierno Metropolitano es una parada popular. Sus observatorios de la planta 45 (a 202 metros de altura) ya no son los más elevados, pero el acceso es gratuito y abren hasta las 23 horas. La perspectiva de la ciudad es magnífica, ideal para comenzar a tomar conciencia de la mayor área metropolitana del mundo. En el horizonte destacan la Torre de Tokio y, sobre todo, el imponente Skytree, una torre de perfil futurista y nada menos que 634 metros de altura total con un mirador acristalado a 450 metros. De regreso a las calles, el cercano parque de Shinjuku Gyoen es uno de los más grandes de Tokio. Allí es posible contemplar el espectacular florecimiento de los cerezos sin necesidad de salir de la ciudad.

El aire moderno de Shinjuku contrasta con el cariz tradicional de Asakusa. El centro del distrito es el templo budista de Senso-ji (s.VII), situado al final de Nakamise Dori, una larga calle peatonal atestada de puestos para comprar recuerdos o probar los dorayakis, las típicas galletitas rellenas de pasta de judía roja. Sin salir del barrio, la calle Kappabashi concentra a lo largo de un kilómetro la mayor cantidad de comercios de vajillas y utensilios de cocina, incluidas las réplicas de comida hecha de plástico o cera que los restaurantes de toda la ciudad exhiben en sus escaparates.

Junto al templo de Senso-ji, el santuario sintoísta de Meiji constituye el principal lugar de retiro espiritual de Tokio. Su ubicación en el centro del parque de Yoyogi, un bosque urbano con más de cien mil árboles, lo convierten en uno de los rincones más populares de los tokiotas para escapar del ajetreo de la ciudad. Al oeste del parque, en el distrito de Harajuku, la calle Takeshita es un lugar de concentración habitual de la muchachada japonesa en busca de prendas a la última o artículos de culto en alguna de sus muchas idol shops. Si existe un lugar ideal para conocer la estética de las tribus urbanas que habitan en la ciudad, desde lolitas hasta practicantes de cosplay —imitadores de personajes de cómic— sin duda es este. 

El paso de cebra más transitado del mundo

Muy cerca de Harajuku, el viajero identificará rápidamente los destellos de Shibuya, el distrito más animado y reconocible de la ciudad por aparecer en decenas de películas y spots rodados en Tokio. Junto a la estación principal se encuentra el paso de cebra más concurrido del mundo. Cada cambio a verde desencadena una marabunta que se extiende en varias direcciones hasta cubrir por completo el asfalto en pocos segundos. Decenas de pantallas gigantes y carteles publicitarios alumbran desde las alturas la escena durante las 24 horas. La estatua del perro Hachiko es el punto de encuentro habitual para los jóvenes tokiotas que salen de marcha. La oferta de centros comerciales, bares y discotecas en Shibuya es abrumadora. Tampoco faltan los característicos hoteles cápsula, por si la noche se alarga.

La cara más friki de la capital japonesa se manifiesta en Akihabara o Akiba, el distrito otaku. El rasgo que lo distingue es la proliferación de tiendas de electrónica y figuritas de personajes de anime o manga. Aquí se puede encontrar todo tipo de cachivaches, desde repuestos en pequeñas tiendas de aspecto semiclandestino hasta tecnología punta en grandes almacenes de electrónica. Proliferan también los pachinkos, locales de juego donde el ruido de las máquinas y el ensordecedor volumen de la música alimentan la compulsión de sus clientes.

Aunque para ciencia ficción, nada como cruzar en monorrail hasta Odaiba, una enorme isla artificial en la Bahía de Tokio con una amplia oferta de ocio que va desde una noria gigante hasta una playa artificial. La orilla oeste, donde los japoneses han plantado hasta una réplica de la Estatua de la Libertad, es el mejor lugar para contemplar la puesta de sol con el skyline de Tokio al fondo. 

Tres consejos

Nikko, la escapada: A un par de horas en tren, esta ciudad es una escapada perfecta desde Tokio. El santuario sintoísta de Toshogu (s.XVII), en el Parque Nacional de Nikko, forma parte del conjunto de templos declarado Patrimonio de la Humanidad. El entorno boscoso, salpicado de lagos y cascadas, es idílico.

Yanaka, viaje al pasado: A menudo pasa desapercibido pero este barrio, al norte del parque Ueno y junto a la línea circular Yamanote, es una joya en el corazón de Tokio que ningún viajero debería perderse. Se trata de un barrio tradicional japonés de casas bajas de madera, comercios, izakayas —tabernas— y diminutos templos. Pasear por sus estrechas calles permite viajar en el tiempo hasta el Tokio de la primera mitad del s. XX, el que quedó a salvo de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. 

Tsukiji, con fecha de caducidad: Esta lonja, uno de los mayores mercados de pescado de mundo, cerrará en pocos meses para trasladarse fuera del centro de Tokio. Hasta que eso suceda, sería imperdonable no visitarlo en su ubicación actual. Observar el trabajo frenético de cientos de operarios ataviados con delantales y botas de goma es todo un espectáculo, sobre todo cuando trocean enormes piezas de atún. Cada día se procesan dos mil toneladas de pescado fresco que puede tomarse allí mismo.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 29 de la revista Plaza

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Madrid como capricho y necesidad. Me siento hijo adoptivo de la capital, donde pasé los mejores años de mi vida. Se lo agradezco visitándola cada cierto tiempo, y paseando por sus calles entre recuerdos y olvidos.

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