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Cuando los buenos rótulos no son solo cosa del pasado. Manual rápido, de la mano de Miguel Maestro, para que el letrero sea bueno para el comercio y sea bueno para la ciudad
VALÈNCIA. A veces la nostalgia es una sustancia viscosa que congela el tiempo. Además del esfuerzo por la recuperación del rotulado histórico en la ciutat, una de las mejores cosas que están por ocurrir es la inclusión en el imaginario urbano de rótulos que son… nuevos. El incesante ritmo de destrucción va acompañado de algunos brotes verdes: franquicias que respetan e integran letreros legendarios.
La mirada hacia los ‘comerciales’ de instalación reciente, con umbrales destacados de calidad, permite no mirar las rotulaciones solo desde cierto plano arqueológico. Además de extraer de ese yacimiento desordenado que es el paisaje visual de una ciudad, conviene enfocar esta tridimensionalidad del diseño como una actividad plenamente en vigor que contribuye a mejorar (o empeorar) un negocio, al tiempo que conforma la imagen de un lugar. ¿Pueden ir de la mano ambos intereses?
Miguel Maestro, desde la calle Na Jordana -hub artístico de generación espontánea-, es una de esas personas que contribuyen a equilibrar la triple dimensión del objetivo rotulador: 1, mostrar la memoria de lo que hubo, 2, mostrar el beneficio común de unos buenos rótulos, 3, generar letreros que ejemplifiquen la misión.
Miembro impulsor del proyecto TiposQueImportan, y diseñador, el 2 de diciembre estrena exposición en la Galería Mercería de València.
Hace unas semanas una de sus creaciones -la pieza ‘ABC de la rotulación comercial’- servía de aviso sobre el futuro esplendoroso que puede tener la rotulación contemporánea… si se ponen medios y conciencia para que sea viable. ‘ABC’ es un engranaje que permitía un movimiento mecánico, una especie de juego que “nace por la idea de generar una obra volumétrica, en gran formato y a modo de instalación. Al ser una localización interior -en el patio del Colegio Territorial de Arquitectos de València- permitía que el usuario pudiera interactuar, jugar con su composición. Es una señal de cómo la personas pueden configurar la ciudad. Parte de las tres primeras letras, A-B-C, las primeras que memorizamos, que nos hacen escribir. Primero me planteé extraer tipografías de comercios que habían desaparecido: cogí la A de una foto histórica de un antiguo negocio como la Camelia; la B de la relojería Filiberto León; la C de las Comedias. A partir de su estructura y apariencia exterior fui jugando con la tridimensionalidad a mi antojo. Trabajé por otro lado el color para que a la hora de que se descomponga la letra se genere una decodificación, un juego con el espectador”.
Casi una pieza de orfebrería que, más allá del sentido figurado, pone en acción la propia memoria urbana para generar algo nuevo. Si hay camino abierto con el pasado de la rotulación valenciana, esta parece una buena vía de acceso.
El interés concienzudo de Maestro parte por su vinculación temprana con el mundo de la letra y un aprendizaje clave gracias al graffiti. “Siempre estás jugando con distintas tipologías y estructuras de letras, viviendo la ciudad”. Fruto de ese nervio, conceptualiza los rótulos de siempre como elementos vivos y no fosilizados.
La aparición de nuevos materiales y la popularización de luminosos, como neones o leds, da pie al peligro del popurrí desfasado que haga del horizonte urbano una psicodelia insólita. Ante ello, pero sobre todo ante la oportunidad de contribuir a una ciudad compleja e interesante con cada elección personal, Maestro ofrece algunas recomendaciones cortas para ti, que vas a abrir un comercio y estás a punto de elegir rótulo:
1 - Tu rótulo (también) es tu contribución a la ciudad: “Tienen mucha influencia en el contexto de la ciudad. No solo por la marca en sí, sino cómo se anuncia, cómo invade ese espacio de la calle, cómo sale volumétricamente del local. Define épocas. Del azulejo valenciano al plástico extruido. Esos contextos determinan también una manera de expresarse de las marcas”.
2 - Aprovecha la mayor sensibilidad viral: “Las redes tienen cosas buenas, y una es que la gente va entrenando más su ojo y cuida más estos detalles. La clave de los rótulos está en que la gente entre a los negocios y para ello los letreros son la última parte… pero también la primera”.
3 - Si ya hay un rótulo que merece conservarse, hazlo parte de tu proyección: “Comienza a haber más franquicias que sí respetan los rótulos históricos, como Ale-Hop con Unión Musical y Natura con Nela. Forman parte de sus propuestas. Otras en cambio, como la tienda de viandas en la antigua Armería Navarro, han intentado simular lo que había antes, pero con gran pobreza visual”.
4 - Un rótulo puede ser un legado: “Un aspecto importante en el pasado es que muchos negocios eran familiares y cuando se elegía un rótulo tenía vocación de que fuera heredado por sus hijos, con lo cual había preocupación por tomarse tiempo en hacerlo, mirar bien el entorno…”.
5 - No busques gritar, sino integrar: “Se puede empezar por quitar todos los rótulos a vinilo horteras, muchos de franquicias y nuevas tiendas. El material en ese aspecto es fundamental. Hay materiales que transmiten más solidez y otros menos nobles. Un vinilo con una tipografía mal elegida, con un color chillón, con una caja de luz sin integración con la fachada, no es algo que sume a la ciudad. Hacerlo bien permite diferenciar”.