en caja baja

Un dromedario es un galgo diseñado por un comité

Decía Napoleón Bonaparte que cuando quería que un asunto no quedase resuelto se lo encomendaba a un comité. Fue a principios de los años ochenta cuando Carlos Rolando y Frank Memelsdorff hacían visual esta metáfora que sigue siendo la referencia para criticar las voces corales que estropean la idea original de un buen diseño

23/09/2019 - 

VALÈNCIA.-Rolando & Memelsdorff (nombre de la agencia que fundaron en Barcelona los creativos argentinos Carlos Rolando y Frank Memelsdorff) dieron el tono adecuado con la variante de animales que conocemos en castellano a esta idea del galgo, el comité y el dromedario. De hecho, es atribuida a Alec Issigonis, diseñador del coche Mini original, quien no era muy amigo del trabajo en equipo y en una entrevista acuñó que un camello era un caballo diseñado por un comité. Aunque a su vez esto del camello y el caballo ya aparece en 1964 en la letra de la canción Peter and the Commissar de Allan Sherman.

Más allá de créditos o metamorfosis, el célebre cartel de Carlos Rolando y Frank Memelsdorff reconoce que «un buen equipo suma y multiplica individualidades y llega a niveles sinérgicos sorprendentes» pero advierte que los malos equipos no, y son precisamente estos malos equipos los que siempre acechan. Esconde por tanto más una crítica a la falta de compromiso que al trabajo en equipo en sí, ya que lo que explica es que cuando dentro de un comité, individualmente se intentan esquivar problemas para buscar logros personales, la responsabilidad de los fallos se diluye y los aciertos suelen quedar en anécdota. 

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Es precisamente lo que históricamente han señalado grandes innovadores como Henry Ford o Steve Jobs, que a menudo por escuchar demasiado a los usuarios se han producido retrocesos, y los mayores logros en diseño han venido precisamente por adelantarse al público, desde el primer automóvil a cualquier gran producto de Apple, caracterizados por la toma drástica de decisiones, por jugársela, y no por diluir responsabilidades.

  * Este artículo se publicó originalmente en el número 59 la revista Plaza

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