Se cumplen 125 años del nacimiento del militar que intentó cambiar el curso de la Guerra Civil. Católico y conservador, se mantuvo fiel a la II República y, tras el exilio, pudo volver a España —y a Sagunto— donde vivió sus últimos años
VALÈNCIA.-La biografía de Vicente Rojo es una historia aparentemente contradictoria como pueda ser la de España, sobre todo desde aquel lejano 18 de julio de 1936, cuyas heridas parecían ya cicatrizadas en la Transición, a pesar de los intentos de algunos de estar en un constante déjà vu, de tirios contra troyanos.
¿Por qué hablamos de contradictoria? La vida de Rojo es la de un militar que tuvo su periodo africanista —estuvo destinado en un tabor de Regulares—; creyente a ultranza, se definía como «católico, apostólico y romano» y, aparentemente, conservador. También se definía como «militar, católico y patriota» (hoy algunos lo calificarían como facha) y si además la mayoría de la oficialidad había escogido el bando sublevado en la Guerra Civil, resulta curioso que con esas variables fuera leal a la II República. Y, como remate para la confusión, nuestro protagonista (algunos autores hablan de enigmático), murió sin grandes sobresaltos en la España gobernada por su acérrimo contrincante en la contienda: el general Francisco Franco.
El valenciano Vicente Rojo Lluch nació en la localidad de la Font de la Figuera el 8 de octubre de 1894. Hijo póstumo de Isaac Rojo González, militar también, segundo teniente de Infantería de la escala de Reserva tras años de servicio en el Ejército de Ultramar en Cuba, de donde regresó con una enfermedad infecciosa que le acompañaría hasta su muerte. Su madre, Dolores Lluch Doménech, al enviudar, tuvo que mantener con una limitada pensión a sus siete hijos, por lo que Vicente vivió y creció en un entorno humilde y austero. Rojo ingresó en el internado del Colegio de María Cristina para Huérfanos de Oficiales de Infantería de Toledo en 1901, junto a su hermano mayor Francisco; durante sus estudios tuvo una grave enfermedad ocular, y a los trece años sufrió la pérdida de su madre, a cuyo entierro no pudo acudir.
En 1911 ingresa en la academia de Infantería toledana, coincidiendo con Emilio Alamán, Ramón Franco Bahamonde, Blas Piñar y Juan Bautista Sánchez entre otros. Es egresado como segundo teniente en junio de 1914 y destinado al Regimiento de Infantería Vergara nº 57, ubicado en Barcelona, donde vivía su hermano Francisco. Sin embargo, enseguida buscó nuevos horizontes.
En enero de 1915 se incorporó en Ceuta al Ejército del Protectorado en diferentes unidades, entre las que se encuentra el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta nº 3, cuyo jefe era el coronel José Sanjurjo. En esta etapa Rojo inicia su vocación docente con la preparación a soldados para el ascenso a cabos en sus destinos, alternándola con combates contra cabilas enemigas. Allí conoció a su esposa, de familia militar y fuertes raíces católicas. Rojo regresará en el segundo semestre de 1919 a la península, incorporándose a su antigua unidad de Barcelona, y en marzo de 1920 se casará con Teresa Fernández (ya era capitán).
Su periplo docente oficial empieza en abril de 1922, cuando es destinado a la Academia de Infantería, en el Alcázar de Toledo, ocupando diferentes puestos, como 'proto' (profesor), miembro del Tribunal de oposiciones o secretario de Estudios. En 1927 al crearse la Academia General Militar de Zaragoza del general Francisco Franco integró una comisión responsable de adaptar los estudios de la academia toledana a la zaragozana.
En 1928 inicia, junto a su compañero de promoción el capitán Emilio Alamán, la publicación mensual de la Colección Bibliográfica Militar, una magna obra cultural para la milicia, sin apoyo institucional y con el único soporte de sus familias, desde septiembre hasta julio de 1936, publicando 95 tomos. Con la proclamación de la República continúa de profesor en la Academia de Toledo que, al cerrarse la de Zaragoza por parte de Manuel Azaña, pasó a ser Academia de Infantería, Caballería e Intendencia.
En 1932 ingresa por oposición en la Escuela Superior de Guerra para conseguir el diploma de Estado Mayor, obteniéndolo en abril de 1936; y en junio de ese año se encuentra destinado en el Estado Mayor Central en Madrid con el empleo de comandante.
El 18 de julio de 1936 permanece leal a la II República, aunque desde marzo conoce los preparativos del alzamiento ya que sus compañeros le proponen adherirse al movimiento, pero él lo rechaza afirmando que «la ley es el orden». Desde el golpe se incorpora a los combates alrededor de Madrid donde permanecerá el resto del verano, reconociéndosele su participación en esa exitosa defensa de la capital, hasta que en septiembre se le encomienda negociar con los asediados del Alcázar de Toledo (antiguo destino suyo).
El 9 de septiembre se entrevistó con el coronel Moscardó entregándole las condiciones para la rendición -las rechazaría-, redactadas por el Comité de Defensa, siendo acompañado al entrar y salir por sus compañeros de promoción, el comandante Blas Piñar y el capitán Emilio Alamán. Entonces, según Alamán, propone a su amigo: «¿Por qué no te quedas con nosotros? Es tu gran oportunidad», a lo que Rojo respondió: «Me he comprometido con esa gente. No quiero ni debo faltar a mi palabra. A mayor abundancia, tengo mi familia en Madrid, su seguridad depende de lo que yo haga. Pero vosotros resistid sin desmayo. Sois los mejores y ganaréis. Adiós. ¡Viva España!».
En noviembre, ya ascendido por méritos de guerra a teniente coronel, es nombrado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Madrid al mando del general Miaja, donde su prestigio sigue aumentando, gracias a que neutraliza las tres operaciones ofensivas de los nacionales entre finales de 1936 y principios de 1937: la batalla de la carretera de La Coruña (noviembre del 36), la del Jarama (febrero del 37) y la de Guadalajara (marzo del 37), salvando a la capital, por lo que es ascendido a coronel.
El 18 de julio de 1936 permanece leal a la II República, aunque desde marzo conoce los preparativos del alzamiento y le han propuesto unirse
El 17 de mayo sucede un hecho trascendental para la carrera militar de Rojo: se forma el gobierno de Juan Negrín con el apoyo de los comunistas, y el 21 de mayo de 1937, lo nombran jefe del Estado Mayor Central del Ministerio de Defensa Nacional. A partir de ese momento Rojo empieza a dejar su impronta en la recreación de un auténtico Ejército Popular de la República, tanto en lo orgánico como en lo operacional. En el primer aspecto su gran hito es crear en otoño de 1937 el Ejército de Maniobra compuesto por cinco Cuerpos de Ejército, para ser el instrumento de la contraestrategia ofensiva y así ralentizar los continuos avances del Ejército Nacional.
En cuanto al segundo ámbito, el operacional, la aportación de Vicente Rojo se inicia sobre todo tras el fracaso de la inicial estrategia nacional de tomar Madrid y dar comienzo en la primavera de 1937 a la ofensiva del Norte contra Bilbao, Santander y parte de Asturias. Frente a este avance, Rojo diseña una estrategia indirecta, efectuando grandes ataques de diversión o distracción estratégica sobre frentes secundarios o inactivos en esos momentos.
Cuando los nacionales ya han conquistado Bilbao y van a seguir avanzando hacia Santander, el 6 de julio de 1937, se inicia la batalla de Brunete, que inicialmente se logra un éxito tanto táctico como estratégico pues frena el avance sobre Santander, pero la batalla termina retornando a posiciones iniciales, y con la toma de la ciudad el 26 de agosto. Dos días antes se inicia la ofensiva republicana sobre Zaragoza, con un propósito también político pues Negrín pretendía así debilitar a las columnas anarquistas y del POUM existentes en aquel frente (la llamada batalla de Belchite), que finaliza en septiembre sin conseguir conquistar la capital maña ni frenar la conquista del resto del Principado de Asturias.
Por los reveses de Belchite y la ocupación total del Norte, Rojo solicita ser relevado pero el gobierno no lo acepta. Además, el 21 de octubre de 1937, en València, el presidente Manuel Azaña asciende a general a Rojo, por contribuir a «los éxitos obtenidos por nuestras armas en la defensa de Madrid durante el pasado invierno [...] y en las operaciones que el verano último tuvieron por teatros [...] las proximidades de Zaragoza. Pero donde más vienen sobresaliendo las dotes del coronel Rojo —añadió el presidente de la República— es en la organización del Ejército del pueblo, ardua empresa».
VALÈNCIA.- Vicente Rojo Lluch nació el 8 de octubre de 1894 en la localidad valenciana de la Font de la Figuera, donde tiene un monumento, pero su vinculación con nuestra Comunitat no queda ahí. También fue declarado hijo adoptivo de Sagunto en el pleno del 25 de octubre de 1994 por la gran relación con esa localidad que tuvo, tanto personal como familiar. De hecho, durante parte de la guerra fijó su residencia en Villa María, a unos cuatro kilómetros dirección Norte por la nacional N-340, y al regresar del exilio veraneó en la urbanización La Pinada. Su hermano Francisco trabajó como ingeniero en los Altos Hornos del Mediterráneo y en la capital del Camp de Morvedre están enterradas sus hermanas Encarnación y Mercedes. Allí nacieron sus sobrinos, nietos y biznietos, y el pasado mes de marzo —nunca es tarde— el municipio dedicó una plaza al general.
Tras la ocupación del Norte, Rojo cree que las fuerzas nacionales se van a lanzar sobre Cataluña, y vuelve a proponer al gobierno su Plan P. Sin embargo, al comprobar que se dirigen a Madrid decide realizar una nueva maniobra de distracción atacando el saliente que representaba Teruel en el frente, conquistándola totalmente el 8 de enero. A causa de esta victoria le es concedida la Placa Laureada de Madrid, aunque tras la batalla de Alfambra, la ciudad volvería a cambiar de bando el 22 de febrero.
Tras recuperar Teruel, Franco decide proseguir la ofensiva general en todo Aragón el 7 de marzo, y siguiendo la dirección hacia el Este entra en la Comunitat Valenciana, alcanzando el mar Mediterráneo el 15 de abril en Vinaròs y la orilla derecha del río Ebro, lo que divide la zona republicana en dos. Es entonces cuando el Ejército Nacional vira hacia el Sur dando comienzo la ofensiva del Levante con el propósito de conquistar València. Pero días antes de llegar al mar la gran visión estratégica del general Rojo intuye la maniobra de los nacionales, y dicta una serie de instrucciones el 10 de abril, entre las que ordena fortificar las zonas que pueda tomar el enemigo en la aproximación hacia el cap i casal. Así nace la Línea XYZ (llamada también Matallana, por el general Manuel Matallana hombre de confianza de Rojo).
La XYZ se ganó también el sobrenombre de Cinturón de Hierro de Valencia (rememorando al fracasado cinturón vasco) pero a diferencia de aquel, empleó de forma provechosa el relieve del terreno, confiando más en las defensas naturales que en el hormigón y el hierro -que también utilizó- y logró detener a los ejércitos nacionales el 23 de julio, tras haber conquistado Castellón (14 de junio), y reiniciado el avance hacia València (5 de julio). A las pocas horas (día 25) de la detención de esa ofensiva se produce el avance republicano del Ebro, la ofensiva más ambiciosa de la II República, diseñada por el general Rojo. Fue su canto de cisne: concluyó el 16 de noviembre tras una sangrienta batalla, en la se enfrentaron más de 300.000 soldados, más de 500 aviones, y superó las 80.000 bajas, entre muertos y heridos en total.
Posteriormente con la caída del frente de Cataluña, a pesar de contar con la magnífica defensa natural que eran los ríos Ebro-Segre (no resultó tan efectiva como la valenciana), Barcelona se rinde el 26 de enero de 1939 y Rojo, con el resto del ejército republicano, se interna en Francia, donde el gobierno radical socialista de Edouard Daladier los recluye en campos de concentración en lugar de permitir a los ejércitos republicanos que vuelvan a Cartagena y València como había ordenado Negrín, tras ascender a Rojo a teniente general el 12 de febrero.
Poco antes de esas fechas, el 5 de enero de 1939, se efectúa el último ataque republicano de la guerra, en Extremadura, como espejismo del Plan P diseñado por Rojo desde muy al comienzo de la guerra (primavera del 37), que pretendía partir la zona nacional en dos a la altura de Mérida, tras un ataque de distracción en el Sur que incluía el desembarco de la brigada especial Y en Motril y la penetración en el eje Motril-Málaga de una división (motorizada) para atraer al ejército del general Queipo de Llano; este ataque no tuvo apenas relevancia.
En 1957, tras anteriores intentos, y gracias a la intermediación de su cuñado, militar, y de la Iglesia Católica, le permiten volver a España realizándolo en marzo
Y volviendo a Rojo, cuando este se preparaba para volver a la zona republicana desde Francia, se lo impide el golpe de Estado del 5 de marzo, dirigido por el coronel Segismundo Casado y el socialista Julián Besteiro con el apoyo de Miaja, que tras constituir el Consejo Nacional de Defensa de la República precipitan el final de la guerra, no sin antes anular el ascenso a teniente general de Rojo.
Vicente Rojo viaja en agosto de 1939 desde Francia a Argentina, y ya en Buenos Aires, con motivo del inicio de la II Guerra Mundial, es contratado por uno de los diarios más leídos, Crítica, donde escribió más de medio millar de artículos, a la par que dio conferencias acerca de la conflagración mundial. En abril de 1941 funda una revista llamada Pensamiento Español —donde llegaron a escribir Juan Negrín, Rafael Alberti o Juan Ramón Jiménez— que abandonaría en mayo de 1942 por los ataques de la prensa nacionalista vasca. En ese mismo 1942 el gobierno boliviano le invita a dirigir la Cátedra de Historia Militar y Arte de la Guerra de su Estado Mayor, en Cochabamba, tercera ciudad del país, donde residió catorce años y donde se casaron sus hijos y nacieron sus nietos.
En 1957, tras anteriores intentos, y gracias a la intermediación de su cuñado, militar, y de la Iglesia Católica, le permiten volver a España realizándolo en marzo. Cuando llegó fue sometido a Consejo de Guerra y condenado a «reclusión perpetua» por «auxilio a la rebelión», aunque a la vez era indultado por Franco de la pena principal pero no de la accesoria, interdicción civil.
Falleció en Madrid en su casa de la calle de Ríos Rosas el 15 de junio de 1966, pasando sus últimos años en España -casi una década- dedicado a su familia, a seguir escribiendo su magnífica obra, y a pasar sus veranos en la localidad valenciana de Sagunto, de la que es hijo adoptivo.
Como epílogo cabe citar, inevitablemente, la controversia creada por parte de la historiografía moderna de quién era mejor general, si Rojo o Franco, aunque la historia pareció dejarlo zanjado el 1 de abril de 1939. Una respuesta que hay que considerar teniendo en cuenta que mientras uno reunía en su mando los designios políticos y estrategias militares de la guerra, el otro solo disponía de las decisiones operacionales del Ejército Republicano pues los designios políticos para dirigir la contienda estaban en otras manos, que más que pensar en hacer la guerra pensaban en hacer política.
Un dato que habla por sí solo es que en el bando republicano no se declara el Estado de Guerra hasta el 18 de enero de 1939. En fin, tiempos pasados que mejor no desenterrar; porque no hay duda que el general Rojo ha sido uno de los grandes militares españoles del siglo XX, y gran discípulo del concepto de la Estrategia Indirecta que desarrolló el capitán británico Basil H. Liddell Hart.
* Este artículo se publicó originalmente en el número de 60 de la revista Plaza